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06 mayo 2007

LA RELIGIÓN DETRÁS DE MÁTRIX.

Uno de los más importantes hitos fílmicos de los últimos años es la película "Mátrix", que dio origen a dos secuelas, un puñado de cortos animados, videojuegos, y mercadishing diverso, además de popularizar definitivamente el concepto de "cyberpunk". Parte importante de la popularidad del filme devenía también de ser una película "profunda", en el sentido de filosofía y religión. El Ojo de la Eternidad se dedica a explicar las claves religiosas y filosóficas detrás de la creación de los hermanos Wachowski.


[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Afiche de la película "Mátrix"].

LA IRRUPCIÓN DE MÁTRIX.
Para finales del siglo XX, la idea de un ciberespacio en donde estuvieran conectados hombres y máquinas era algo corriente en los círculos de la ciencia ficción, al menos desde la novela "Neuromante" de William Gibson (1984), pero para el mainstream seguía siendo algo fundamentalmente raro. De esta manera, aunque los hermanos Wachowski tenían hace años el concepto de "Mátrix", no consiguieron financiamiento para llevarla al cine hasta conseguir un éxito anterior, que convenciera a los estudios Warner de invertir en un proyecto que para los productores de la época sonaba como algo raro, por decir lo mínimo.
"Mátrix" tuvo éxito fundamentalmente porque contribuyó a popularizar conceptos que existían desde mucho antes, cuales eran la realidad virtual o la fusión entre hombre y máquina, y además conectó bien con el sentimiento de cambio de siglo, de que cosas grandes venían, quizás el fin del mundo, y por tanto, había llegado la hora de replantearse los viejos problemas filosóficos de siempre: ¿qué es el hombre?, ¿tiene la existencia algún sentido?, ¿tenemos libre albeldrío?, ¿y si el mundo fuera una ilusión? Lo cierto es que estas cuestiones, lejos de ser novedosas, habían sido explotadas ya hasta la saciedad antes. Lo que hizo "Mátrix" fue actualizarlas a un lenguaje cyberpunk. A continuación exploraremos cuáles son estas fuentes.

LA HISTORIA.
Videojuegos y material aparte, el núcleo duro de la mitología Mátrix lo conforman tres películas: "Mátrix", "Mátrix recargado" y "Mátrix revolutions". No es éste el lugar para pronunciarse sobre su calidad en cuanto filmes, ni para explicar las circunstancias de cada una, pero sí conviene hacer un esbozo de la trama general, en particular porque al ser concebidas la segunda y tercera con independencia de la primera, y francamente para aprovechar el negocio y convertirlo en franquicia, presentan algunas incoherencias desde el punto de vista mítico, que es necesario explicar.
El protagonista, Thomas Anderson, es un aburrido empleado de oficina que tiene una segunda vida como Neo, un avezadísimo hacker que es un día secuestrado por unos hombres de negro comandados por el Señor Smith. Pronto, Neo aprende que estos hombres de negro tienen la misteriosa capacidad de torcer la realidad. Es rescatado por dos agentes enemigos de los primeros, llamados Morfeo y Trinity, quienes le explican que nuestra realidad no es tal, sino una ilusión generada por una supercomputadora en un futuro postapocalíptico. Morfeo y Trinity convencen a Neo para saltar a la otra realidad, convencidos de que Neo es el Elegido, que según una antigua profecía deberá librar a los seres humanos del dominio de las máquinas. Neo descubre que, en efecto, dentro de la Mátrix, la ilusión creada por la supercomputadora, tiene grandes poderes, pero esto lo lleva a encontrarse con otros entes, como por ejemplo el Oráculo, el Merovingio o el Arquitecto, aprendiendo de ellos sucesivas revelaciones sobre el mundo en que vive. Finalmente, la supercomputadora emprende el asalto decisivo contra Sion, la última ciudad libre de los humanos, razón por la cual Neo tendrá que jugarse el todo por el todo, sacrificando incluso su vida, para derrotar a las máquinas. El resultado final del sacrificio de Neo es la restauración del balance, ya que el peor de los males, el descontrolado agente Smith, es destruido junto con él, mientras que las dos principales fuerzas del universo de Mátrix, el Oráculo y el Arquitecto, regresan a un incómodo equilibrio, a la espera de volver a medir fuerzas otra vez.
En este apretado resumen no hemos podido dar cuenta de algunas incoherencias varias de la trama, pero sí salta a la vista algo fundamental. La principal inspiración de Mátrix no es la teología cristiana, ni tampoco como muchos sugieren la filosofía oriental (Hinduismo, Mahayana), sino una antigua tradición religiosa llamada Gnosticismo.

EL GNOSTICISMO CYBERPUNK.
Antiguamente, en la época del Imperio Romano, hubo un período inusitado de paz y tranquilidad política y militar, que permitieron el libre intercambio de ideas filosóficas y religiosas desde Roma hasta la India. El fruto más representativo de este flujo de ideas fue el Gnosticismo. A pesar de que hemos hablado de éste en El Ojo de la Eternidad, es bueno hacer un repaso. El Gnosticismo predica la existencia de múltiples emanaciones, desde una realidad suprema, hasta la materia pedestre, y cada realidad más cercana a esa realidad suprema es progresivamente más "buena" o "pura" que las más alejadas y terrestres. Los detalles del mapa varían notablemente porque los gnósticos no fundaron una iglesia, sino que introducían elementos a discreción, según sintieran predilección por el Cristianismo, el Judaísmo, el Mahayana, el Mitraísmo o la Filosofía Griega.
Esta idea está bien presente en Mátrix. Que el universo real es una ilusión, es una idea que los gnósticos importaron desde Oriente. Que por sobre esa ilusión hay una serie de dioses y demonios, también. En Mátrix hay varios niveles de realidad, incluyendo un "infierno cristiano" inserto bajo el ropaje del Merovingio. Este personaje, de reminiscencias de un pueblo tan "hereje" como es el de los franceses, tiene una esposa que se llama Perséfone, igual que la esposa del dios infernal Hades en la Mitología Griega.
Frente a la cuestión de si existe un Satán o no, este rol está repartido en dos: el Agente Smith por un lado, y el Merovingio por la otra. Esto no parece tener base teológica o mitológica alguna, sino que representa una mera contradicción entre la primera película y sus dos secuelas, porque no hay alusión alguna al Merovingio en la primera, y en las secuelas, el Agente Smith varía profundamente su rol, de ser un villano puro y simple, a ser una verdadera némesis de toda la creación cibernética. He aquí entonces una de las inconsistencias más profundas de la película, ya que el Merovingio presenta todas las características del Satán cristiano, incluyendo el ser presentado como uno de los primeros "habitantes" de Mátrix, además de un infierno personal diseñado como una versión moderna del descrito por Dante Alighieri o John Milton. Sin embargo, el Merovingio no se caracteriza por ser el opuesto del villano, como Satán lo es de Cristo, sino por poseer información clave y privilegiada sobre la creación. Es decir, el Merovingio no se parece al Satán "adversario" del cristianismo, sino al Satán "portador de la luz" del gnosticismo y ciertas sectas masónicas y satánicas modernas.
La función de ser el antagonista y el destructor de mundos, propia del Satán cristiano, no le cabe sin embargo al Merovingio, sino al Agente Smith. En ese sentido, el Agente Smith puede ser perfectamente identificado como descendiente de criaturas bestiales de enorme poder destructivo, como el Tifón de la Titanomaquia griega, la serpiente Tiamat de la Mitología Babilónica, el dios Set del mito de Osiris, el Leviatán del Antiguo Testamento, o la Bestia del Apocalipsis. La función de todos ellos es portar el caos y la destrucción, al revés del héroe, cuya misión es llevar o restaurar el orden del universo, y por tanto no es el Merovingio el verdadero Satán, en el sentido que el cristianismo le asigna a este personaje, sino el Agente Smith.
El Arquitecto, por su parte, es una clarísima alusión al Gran Arquitecto del Universo, el dios abstracto y filosófico predicado por la Masonería. Al igual que éste, el Arquitecto es hiperracional y ve todo en función de la lógica. Pero curiosamente, a través de su peculiar relación con el Oráculo, resalta su condición de "dios masculino" y de Señor de la Creación, muy en consonancia con el rol del Yavé bíblico como "Adonai" ("Señor"). Así, el Arquitecto es también un portador de destrucción, al igual como el Yavé bíblico es el "Señor de los Ejércitos". Lo dejaremos hasta aquí por ser un poco largo de explicar, pero para el interesado en profundizar sobre esta peculiar manera de ver a Dios, le recomendamos leer el primer capítulo del Libro de Job, que describe a Dios no como el señor tribal cercano a su pueblo que vemos en el Génesis o el Exodo, que habla cara a cara con Abraham y Moisés, sino como un Emperador de todo lo Creado, rodeado de una nube de cortesanos, absolutamente inaccesible, y que no actúa personalmente, sino que lo hace a través de agentes que obran según su voluntad. Quedará pendiente explorar la relación de esta visión de Dios en la Biblia (el llamado "Anciano de los Días") con el Gran Arquitecto del Universo, para un futuro artículo de El Ojo de la Eternidad.
El Oráculo, por su parte, es una abstracción de la deidad femenina genérica antigua, la Gran Diosa Madre, y sirve de guía al protagonista del mismo modo en que Beatriz guía a Dante por el Paraíso, en la "Divina Comedia". En última instancia, la propia idea de la Matrix ("matriz", en inglés, que puede bien interpretarse en el sentido de "útero") insinua la idea de un eterno femenino que envuelve la totalidad de la realidad, igual como otras diosas femeninas lo hacían en religiones antiguas. En el Antiguo Egipto esto es muy gráfico, gracias a la diosa de la justicia, Ma'at, o a la diosa del cielo, Nut, y algún resabio queda de eso en el cristianismo, en la imagen de la Virgen María cuidando a sus fieles desde el cielo.

EL ELEGIDO.
Por supuesto que una trama de redención no tiene sentido sin un redentor, y Neo cumple este papel. Sin embargo, a pesar de ser un clásico "héroe solar" o Sonnenmensch, y presentar varios de los rasgos propios de éstos, el ambiente gnóstico impone algunos matices. El principal de ellos es la idea del eterno aprendizaje y sucesivas purificaciones que Neo debe afrontar, lo que emparenta al personaje con los rituales propios de la Masonería que, por supuesto, son heredados directamente del antiguo Gnosticismo, como hemos dicho ya en El Ojo de la Eternidad.
Para empezar, dentro del "mundo real" (la Mátrix, deberíamos decir) aparece Neo como un héroe de nacimiento virginal, ya que no se muestra o hace alusión en ningún minuto a su madre, su padre o su familia. Su familia es "celeste", ya que la componen las presencias "superiores" de Morfeo y Trinity, como "padre" y "madre", con quienes entabla una relación de tríada familiar divina, pero también un aprendizaje iniciático con un Maestro (Morfeo), un Vigilante (Trinity) y un Aprendiz (Neo).
Pero a su vez, al llegar a ese nivel superior, Neo descubre niveles todavía superiores, y esta familia celeste pasa a ocupar el lugar de familia terrestre (con Neo como héroe de nacimiento virginal otra vez, puesto que no tiene vínculos de sangre con Morfeo o Trinity), y adquiere una nueva familia celeste, conformada por el Arquitecto como padre y el Oráculo como madre, algo bien evidente en la escena final que cierra la trilogía (ahora el Arquitecto pasa a ser el Maestro, el Oráculo toma el rol de Vigilante, y Neo sigue siendo el Aprendiz).
Esta estructura en tríada es característica de muchos dioses orientales, como hemos dicho, y Jesucristo no escapa a ella, ya que presenta dos tríadas, al igual que Neo, una terrena (José, María y Jesús) y una celeste (Padre, Hijo, Espíritu Santo).
También es bien visible la relación ambigua que el héroe sostiene con los personajes femeninos, que son a su vez madre y amante del protagonista, lo que es algo propio del héroe solar, como evolución que es del Dios Muriente al servicio de una Gran Diosa Madre, como hemos explicado latamente en posteos anteriores. Con Trinity, ella obra como madre al darle la vida simbólicamente, pero también como amante (aunque, y esto es algo que rompe con la continuidad mítica, muere ella en vez del héroe, que resulta transfigurado en algo superior). Con el Oráculo, la relación de madre a hijo es bien clara, mientras que la relación de amante es mucho más sutil, y está sublimada a través del servicio que Neo le presta al Oráculo, a la manera del caballero andante que corre peligros diversos por ganar y ser merecedor del amor de su dama.
Y en definitiva, el sacrificio del héroe solar lleva a la restauración del orden cósmico que de alguna manera ha sido roto. En este caso sí conviene traer a colación al Hinduismo, ya que éste es el argumento exacto del Ramayana, poema épico hindú que parte con la rebelión del demonio Ravana contra los dioses, y la encarnación del dios Visnú en el príncipe Rama, encarnación que le permitirá vencer a Ravana y restaurar el status quo.
En ese sentido, "Mátrix" perpetua en ropaje moderno y computacional todos aquellos tópicos que ya eran viejos en las religiones cuando advino el Gnosticismo, en tiempos del Imperio Romano, y como predeciblemente seguirá ocurriendo, en tanto el ser humano siga siendo lo que es, y por tanto siga necesitando de religiones para creer y seguir adelante.

22 octubre 2006

M. NIGHT SHYAMALAN: METAFÍSICA CINEMATOGRÁFICA PARA EL SIGLO XXI.

Frente a la enorme cantidad de protestas en contra del cine basura que se produce hoy por hoy, lo cierto es que aún existen cineastas interesados en ofrecer material para pensar y reflexionar. Uno de los que ha ahondado mayormente dentro de las cuestiones metafísicas en el cine de raigambre más comercial, es M. Night Shyamalan. El Ojo de la Eternidad hace un repaso por la evolución cinematográfica del director de "Sexto sentido" y "La dama en el agua", para ahondar en las claves filosóficas y religiosas de sus películas.


[IMAGEN SUPERIOR: Haley Joel Osment en el filme "El sexto sentido", aquel que hizo popular la frase "I can see dead people"].

NOTA: Ya que este posteo comenta películas con cierta dosis de suspenso, revelando detalles del argumento, si usted no ha visto estas películas y está deseando verlas, es recomendable que pase de este artículo.

EL CAMBIO DE SIGLO GOLPEA AL CINE.
Como medio de expresión artística por excelencia del siglo XX, el cine ha experimentado mutaciones inconcebibles desde sus inicios. Muchas películas que en su tiempo eran cánones de ortodoxia y respeto por los valores establecidos, hoy en día pecan de ser políticamente incorrectas. Así, por mencionar un ejemplo trivial, antiguamente era frecuente que el héroe de la película fumara, mientras que hoy en día el cigarrillo es casi invisible en el cine, o por lo menos, en el cine más comercial.
Lo mismo ocurre con el tema de la religión. Controvertido como pocos, no es raro que cuando surgen cineastas interesados en hincarle el diente, las altas cúpulas jerárquicas de las grandes religiones se crispen y observen todo con una ansiedad mal disimulada, y en ocasiones se lancen directamente al ataque de cineastas y películas. No es un secreto que las dos religiones más influyentes sobre el cine son el Cristianismo, que a través del adoctrinamiento de sus fieles en Estados Unidos imponen ciertas pautas sobre cómo tratar temas religiosos, y el Judaísmo, religión a la que adscribe una enorme legión de productores, directores y actores de Hollywood.
Luego de la hedonista e individualista década de 1990, parecía que el cine religioso estaba in extremis. Era más rentable realizar gigantescos blockbusters de acción o comedias románticas ligeras, que películas con sesudas reflexiones existenciales. Sin embargo, con la vuelta del siglo, todo eso cambió. El recrudecimiento de la religiosidad en el mundo, cuyos principales ejemplos son George W. Bush, Osama Bin Laden y Benedicto XVI, ha llevado al cine nuevamente a plantearse tales cosas. Algo de oportunismo comercial hay en eso: después de todo, son las masas que pagarán la entrada, quienes tienen interés en estas cosas. De ahí el éxito de filmes como, por ejemplo "El Código Da Vinci".
Y entre los cineastas que se han dedicado a explorar el modo en que se vive la metafísica y la reflexión sobre la existencia, en las puertas del siglo XXI, está M. Night Shyamalan.

LAS PELÍCULAS DE SHYAMALAN.
Manoj Night Shyamalan nació en Bombay, India, en 1970. Había dirigido ya un par de películas, cuando reventó en la boletería internacional con el inesperado éxito de "El sexto sentido". En su tiempo, este filme formó parte del boom de películas de misterio y terror que se aprovecharon del milenarismo y el cambio de siglo para poner una vez más en el tapete las cuestiones religiosas. Pero "El sexto sentido" tenía un carácter mucho más profundo que subproductos como "Estigma" o "El día final", lo que tiene que ver con la fina mirada de Shyamalan sobre sus tópicos, algo que se ha vuelto marca de fábrica al respecto.
Trata "El sexto sentido" ["The sixth sense"] de la relación que establece un psiquiatra con un niño que parece vivir en un constante estado de terror. A medida que la relación entre ambos crece y el niño pasa a confiar en el psiquiatra, el primero revela su secreto al segundo: es capaz de ver y comunicarse con los muertos. El psiquiatra guía al niño para que éste aprenda a usar su don y deje de temerle a los muertos, y a medida que el niño gana confianza, el psiquiatra descubre entonces una terrible verdad: él mismo es en realidad uno de los muertos que el niño es capaz de ver, y entiende abruptamente por qué le costó tanto convencer al niño de sus buenas intenciones.
Salvando que la sorpresa final fue predicha por varios espectadores, y que el guión en definitiva pecaba de tramposo, lo cierto es que la reflexión de fondo no tiene nada de liviana. En la superficie es un filme de fantasmas, casi trivial, pero el tema de fondo es en definitiva otro bien distinto: la incapacidad de las personas de nuestro tiempo para encajar en un sistema coherente de creencias, producto del desconocimiento de hacia donde van las cosas, en un mundo cada vez más turbulento y cambiante. El niño tiene un don, y lejos de saber usarlo, el don pareciera querer dominarlo, mientras que el psiquiatra, que en apariencia está en control de la situación, es en realidad quien menos sabe sobre la misma. "El sexto sentido" retrata, en clave de historia de fantasmas, un mundo en el cual todas las certezas se han derrumbado, y en donde no quedan autoridades morales que sean capaces de saber cómo funciona al mundo, y en consecuencia, de guiar a otros.
El siguiente filme, "El protegido" ["Unbreakable"], es una vuelta de tuerca sobre el mito del superhéroe y sus claves. Aunque tiene menos enjundia que "El sexto sentido", su guión sigue siendo tramposo (y más predecible) y en muchos aspectos es en realidad una frikada, hay bastante tela que cortar aquí. La historia trata sobre un guardia de seguridad, un hombre común y corriente, que al sobrevivir a un accidente de tren, descubre que es alguien superior a la Humanidad, un superhéroe. Aparece entonces un misterioso estudioso de las historietas que va guiándole hacia su verdadero papel en el mundo. Pero queda una última sorpresa que descubrir: el descarrilamiento del tren que hizo surgir al héroe no fue un accidente, sino un complot preparado por el propio guía del héroe, para descubrir la existencia del mismo en el mundo.
Aquí se dan cita muchos tópicos de la historia de superhéroes, incluyendo el conflicto entre el hombre superior, pero ignorante, y el hombre inferior, pero sapiente. Entre ambos se produce una relación dialéctica: ambos son enemigos y son lo opuesto, y al mismo tiempo no pueden prescindir el uno del otro. Se necesitan mutuamente. En esta película el mal crea directamente el bien haciendo el mal en pos de un bien superior. Y el bien se muestra incapaz de derrotar al mal. En cierto sentido, grafica bien la idea de que los héroes en realidad no existen: somos nosotros, los mortales imperfectos, quienes en nuestra necesidad de creer, divinizamos a las personas que no deberíamos, para que nos salven de nosotros mismos.
La siguiente película que Shyamalan nos regaló, es la más religiosa de todas. "Señales" ["Signs"] es la historia de un reverendo que, aislado en su granja, descubre unas misteriosas señas en el campo. ¿Es acaso una broma, es que algo pasa? Allá afuera, mientras tanto, se desata una invasión extraterrestre en masa contra la Humanidad. El reverendo está solo, literalmente solo, porque Dios se ha portado mal con él. Pero al final, descubrirá que todo es en realidad parte de un plan mayor, que todo se concatena para obtener el mejor resultado posible.
Más allá de lo discutible de la moraleja, esta película cumple bien con el apartado intelectual. El título puede referirse a las señales que aparecen en el campo, pero también se refieren a las señales que Dios, o esa inteligencia suprema, envía a los seres humanos para que éstos obren de acuerdo al plan divino. Una vez más, el hacer una película de género (de invasores extraterrestres, en este caso) es un pretexto para mostrar algo bien diferente. Lo que importa a Shyamalan no es graficar la destrucción causada por los alienígenas o el valor de los humanos al ponerle coto a los bichos del espacio exterior, sino las dudas y vacilaciones de un personaje puesto en una situación límite, y que por ende se cuestiona, y de manera muy legítima, si Dios se ha portado bien con él, o acaso si existe un Dios allá arriba.
En la siguiente película, "La aldea" ["The Village"], los aspectos religiosos y metafísicos aparecen más difuminados. Se trata de una comunidad que vive aislada del mundo, y que debe contender con los monstruos del bosque que rodea al pueblo. Sin embargo, cuando por fuerza uno de los protagonistas debe salir al exterior, descubre la horrible verdad: el tranquilo pueblo decimonónico es en realidad una prisión en donde sus fundadores se han aislado deliberadamente del mundo moderno, y han condenado a su descendencia a permanecer en un estilo de vida apartado del mundo. La comunidad de "La aldea" es una metáfora de muchas cosas: del peso irracional de la tradición, de como las mentiras de los políticos y los poderosos terminan por enajenar a las personas de su propia realidad, y del papel de la superstición y el miedo irracional a lo desconocido como mecanismo de control político. No es exactamente una película sobre religión, pero algunas de sus conclusiones son muy aplicables a lo que está ocurriendo en el mundo exterior, en donde, en una gran aldea global, hombres como George W. Bush y Benedicto XVI mienten todo el tiempo en nombre de Dios y la religión, para conservar y acrecentar su propio poder.
Y llegamos finalmente a la película más reciente de Shyamalan, "La dama en el agua" ["Lady in the water"]. Aquí, Shyamalan se aparta definitivamente de su receta clásica de filme de suspenso con final sorpresivo, para ahondar en la mecánica de los cuentos de hadas. "La dama en el agua" es un cuento de hadas perfectamente ortodoxo, y con una enorme carga numinosa, de miedo ancestral a una naturaleza que puede ser tanto amigable como terrorífica, sólo que ambientado en un lugar tan canónico de nuestro tiempo como es un edificio de departamentos. Otra vez el elemento religioso aparece muy difuminado, pero revienta por las costuras, en el tratamiento de las criaturas fantásticas que aparecen, y que libran una batalla de cuyo destino depende nada menos que la redención completa de la Humanidad.

UN CINEASTA PARA COMIENZOS DEL SIGLO XXI.
Las preocupaciones y temas recurrentes de Shyamalan son muy propias de inicios del siglo XXI, y por ende, es uno de los cineastas que mejor retratan nuestro momento presente. Una de las razones por las que Shyamalan es un cineasta muy resistido, es que pertenece al selecto grupo de directores que, como antaño Andrei Tarkovski o David Lynch, toman los géneros fílmicos como un pretexto para mostrar preocupaciones bien diferentes, haciendo uso de las convenciones del género de una manera desusada, precisamente para romper los códigos habituales y crear una sensación de incertidumbre que permita verter de mejor manera el mensaje. Lo desasosegante de Shyamalan es que éste no ofrece respuestas, sino que se limita a contar una historia, y es el propio espectador el que debe rellenar los vacíos metafísicos que van quedando.
En ese sentido, Shyamalan es un cineasta de esta época. "El sexto sentido" estaba a caballo del giro emprendido por la Humanidad a comienzos del siglo XXI, que llevó al crecimiento de la religiosidad mundial, y en ese sentido presenta aún elementos propios del siglo XX, incluyendo la inclusión del "hombre alienado" que era tan caro a la izquierda intelectual del XX. "El protegido" aborda el cine de superhéroes, justamente en un tiempo en que éste estaba poniéndose una vez más de moda, lo hacía por la necesidad que experimentó el mundo occidental de salvadores mesiánicos, y lo hace desde una óptica enormemente crítica y corrosiva, razón quizás por la que no siempre es clasificado dentro de un género en el que por lo general el bien y el mal están perfectamente claros. "Señales" toma el tema de la invasión alienígena desde un ángulo deliberadamente lejano, y pone bien a prueba el viejo mito del Plan Divino para la Humanidad. "La aldea" llegó al cine justo en la época en que comenzaban a descubrirse las barbaridades de George W. Bush y su gente, quienes en nombre de su propia fe personal emprendieron una cruzada religiosa enmascarada de guerra contra el terrorismo en el Medio Oriente. Y "La dama en el agua" aborda el cuento de hadas, justo cuando éste ha experimentado un nuevo repunte con filmes como "El Señor de los Anillos", "La revancha del Sith" o "Superman regresa". En ese sentido, Shyamalan es uno de los testigos privilegiados de nuestro tiempo, y la posteridad haría bien en dedicarle un buen espacio al análisis de sus películas, para entender los tiempos que actualmente estamos viviendo.

10 septiembre 2006

LA RELIGIÓN Y VIAJE A LAS ESTRELLAS.

En este corriente año 2006, el informalmente llamado Universo Trekkie cumple 40 años, desde el nacimiento de "Viaje a las Estrellas", la serie pionera. El Ojo de la Eternidad rinde un pequeño homenaje a la creación de Gene Rodenberry, escribiendo un artículo sobre un tópico raras veces tocado a propósito del Universo Trekkie: el tratamiento de la religión dentro de la misma.


[IMAGEN SUPERIOR: V'Ger, el gigantesco planeta supercomputadora que busca a su creador, en la película "Viaje a las Estrellas" de 1978].

NOTA: Debido a que se tratan asuntos de fondo dentro del universo de "Viaje a las Estrellas", este artículo contiene algunos spoilers. Si usted desea ver las películas o las series de televisión, debería leer este artículo con precaución, o bien dejarlo completamente de lado.

DENTRO Y FUERA DEL UNIVERSO TREKKIE.
En la década de 1960, la ciencia ficción en general entró en una verdadera fiebre creativa. La fría y cientifista ciencia ficción de la década de 1940, y la tímida apertura de la década de 1950, fueron reemplazadas por toda una amplia gama de experimentos, tanto en lo literario como en lo fílmico. Las nuevas generaciones ya no consideraban a la ciencia ficción como un mero escapismo o literatura popular barata, sino que habían descubierto el enorme potencial de este género literario para desarrollar temas que, en la literatura realista o costumbrista tradicional, era muy difícil de explorar. Estos temas incluían una serie de preocupaciones filosóficas y religiosas de muy alto vuelo. La década de 1960 vio, entre otras, novelas altamente metafísicas como "El señor del alto castillo" de Philip K. Dick, "Dune" de Frank Herbert, "Qué difícil es ser Dios" de los hermanos Strugatski, "Solaris" de Stanislav Lem, y un larguísimo etcétera. Todas ellas hincaban el diente en la preocupación central de ¿qué es el hombre?, ¿cuál es su papel dentro del universo?, ¿es una simple marioneta del destino, o es un conquistador capaz de dominar su propio universo? Todas estas cuestiones hicieron caer a la ciencia ficción dentro de la órbita de las preocupaciones religiosas, metafísicas y existenciales.
La serie de televisión que mejor reflejó estas nuevas preocupaciones fue "Viaje a las estrellas". Esta, que duró apenas tres temporadas entre 1966 y 1969, resultó ser enormemente moderna y madura para su época. En ese tiempo, la ciencia ficción en el cine y la televisión era, con algunas visibles excepciones, simples aventuras de buenos contra villanos en un contexto del espacio exterior. "Viaje a las estrellas" rompió el molde, creando historias de hondo contenido filosófico y moral. No es raro que entre sus guionistas hayan estado algunas de las lumbreras de la ciencia ficción de la época, como Harlan Ellison o Theodore Sturgeon.
Sin embargo, a pesar de las protestas de los fanáticos, la serie fue cancelada en 1969 por su baja audiencia. Durante los años siguientes fue repetida en sindicación, ganó una considerable masa de seguidores, y después del éxito de "La guerra de las galaxias", vino un aluvión de películas de "Viaje a las estrellas", 10 en 23 años. Eso, además de una serie de dibujos animados y cuatro series adicionales con actores de carne y hueso.
El planteamiento es bastante simple, pero al mismo tiempo muy jugoso. Todas las películas y series giran en torno a la tripulación de alguna nave espacial de la Federación, una alianza interestelar que gobierna parte de la Vía Láctea, incluida la Tierra, en los siglos XXII, XXIII y XXIV. Las sucesivas tripulaciones enfrentan aventuras que los llevan no sólo a conocer otras civilizaciones, sino afrontar agudos dilemas morales, en los cuales no siempre la fuerza es el camino para resolverlos. De ahí que exista dentro de la serie una fuerte carga religiosa: después de todo, las fronteras entre moral y religión son sumamente porosas.

EL RACIONALISMO DE LA FEDERACIÓN.
Afirmar que la religión juega un papel importante en "Viaje a las estrellas" puede parecer un despropósito, toda vez que los principales personajes son científicos y oficiales de naves espaciales, y los teólogos y sacerdotes suelen tener papeles muy secundarios. Y sin embargo, esto no debe movernos a engaño. Muchas tramas obligan a los personajes a plantearse la pregunta de cuál es nuestro papel en el universo, y la atmósfera racionalista tiene, aunque suene a paradoja, mucho de religioso.
La conexión entre la religión y "Viaje a las estrellas" viene de un lugar bastante diferente: la Doctrina del Destino Manifiesto. Como hablamos en un posteo anterior, Estados Unidos ha sostenido históricamente la doctrina según la cual es su destino manifiesto llevar la libertad, la justicia, la democracia y los derechos humanos al resto de la Humanidad, y que este destino manifiesto emana de la naturaleza misma de las cosas, tal y como Dios ha ordenado el universo. Las fuentes de las cuales bebe esta doctrina son el puritanismo de los primeros inmigrantes que viajaron desde Inglaterra a Estados Unidos y lo colonizaron, por allá en el siglo XVII, y en segundo lugar las ideas de la Masonería. De ahí que la doctrina del Destino Manifiesto tenga un profundo componente religioso, a primera vista chocantemente contradictorio con un ideal laico y racionalista, como lo son los planteamientos ilustrados de la Revolución Francesa y los filósofos como Rousseau, Voltaire o Montesquieu.
En ese sentido, de manera más o menos consciente, la Federación en "Viaje a las estrellas" ha sido modelada como una suerte de gigantesca estructura política federal. O sea, una especie de "Estados Unidos del Espacio Exterior", en donde cada mundo es un "Estado dentro del Estado", igual que los Estados federales son "Estados dentro del Estado" en el seno de los Estados Unidos de América. Las diversas naves espaciales que protagonizan las distintas series y películas son así un trasunto de los pioneros, los exploradores que en el transcurso de los siglos XVIII y XIX se adentraron en el continente americano, lo cartografiaron, y después entraron a saco colonizándolo. En ese sentido la Flota Estelar, el brazo militar de la Federación, puede verse como un trasunto del Séptimo de Caballería en tierras apaches, cherokis o cheyenes. Por supuesto que hay distinciones: en "Viaje a las estrellas" se presenta todo este proceso de colonización y exploración como algo limpio e idealista, en particular gracias a la famosa Primera Directiva, que impide a la Flota Estelar inmiscuirse en el desarrollo histórico, social y tecnológico de las civilizaciones más atrasadas que vayan descubriendo progresivamente, mientras que en la realidad, los yankis trataron a los indígenas a sangre y fuego antes de exterminarlos por completo. De esta manera, la "frontera final" de "Viaje a las estrellas" es una versión idealizada, en clave espacial, de la verdadera frontera oeste de los Estados Unidos.
Esto se conecta con un detalle quizás un tanto chocante de "Viaje a las estrellas": jamás se debate en profundidad si los ideales de la Federación son correctos o no. Más allá de las opciones éticas personales de cada uno, la serie nunca pone en tela de juicio de manera seria la pureza del ideal ético de la Federación. Incluso en los casos en que la Federación o la Flota Estelar parecieran salirse de tiesto, como ocurre por ejemplo en la novena película ("Insurrección"), queda bien en claro que se trata de gente corrompida, y por tanto maligna, que se han salido de los magnos ideales que han presidido a la Federación. Y esto es, en sí mismo, puro dogma. O sea, pura religión.

CREADORES Y CRIATURAS.
Asimismo, en el universo de "Viaje a las estrellas", hay sobradas ocasiones para cuestionar el rol de la Humanidad, qué es lo que nos hace humanos o personas, y por tanto, si hay o no un dios o alguien superior allá afuera. De hecho, aunque Dios o sus ángeles no hayan aparecido derechamente en la serie, hay ciertas criaturas tan viejas y poderosas (como el Guardián de la Eternidad, presentado en la serie original, y cuya edad se data en miles de millones de años terrestres) que pueden perfectamente cumplir dicho rol. Asimismo, hay criaturas que parecen en muchos sentidos irreconocibles al ser humano, demasiado acostumbrado a ver todo lo vivo e inteligente según parámetros humanos. Esto ocurre, por ejemplo, en el capítulo doble "Encuentro en Fairpoint", que sirvió de piloto para la serie televisiva "Viaje a las estellas: La nueva generación", y cuyo gran desenlace es la liberación de una criatura aprisionada de tal manera, que la tripulación del Enterprise ni siquiera es capaz de reconocerla como viviente o existente.
Otro permanente cuestionamiento a la condición humana viene del lado de los borg, los villanos cyborg de la serie. Los borg son zánganos cibernéticos que sólo tienen utilidad como parte de una única gran mente colmena: por sí mismos son muy débiles, pero en conjunto son un enemigo temible, gracias a sus mejoras cibernéticas. Pero su enorme poder tiene también un enorme costo: el sacrificio de su individualidad. Los borg son, en cierto sentido, una parodia de los verdaderos seres humanos, a la manera de los zombis de las películas de terror.
Quizás la trama más religiosa de todas, sea aquella contenida en la primera película de "Viaje a las estrellas" (pasaremos de "Viaje a las estrellas V", considerada por muchos como la más mala de todas, además de que la criatura superpoderosa que aparece al final, realmente no es Dios). En el "Viaje a las estrellas" de 1979, una enorme nube se dirige a toda velocidad contra la Tierra, arrasándolo todo a su paso. La tripulación del Enterprise emprende el viaje al interior de la nube, y descubre dentro de ella un organismo cibernético, una supercomputadora, llamada V'Ger, cuyo objetivo no es la enemistad contra los seres humanos, sino reunirse con éstos, porque V'Ger es un descendiente o una mejora de la cápsula espacial Voyager VI, lanzada por los mismos humanos. O sea, la película es una poderosa variante del viejo mito de Frankenstein, de la rebelión contra el Creador, rebelión que no tiene por objetivo la iconoclastia, la destrucción de Dios, sino el descubrimiento de las respuestas básicas: ¿quienes somos, de dónde venimos, cuál es nuestro propósito?
Por todo eso, podemos afirmar sin ambages que las películas y series de "Viaje a las estrellas" tienen un contexto profundamente religioso, aunque la aproximación a la misma sea un tanto racionalista y filosófica... como corresponde a una serie de televisión diseñada en Estados Unidos, para público preferentemente norteamericano.

18 junio 2006

LA RELIGIÓN SEGÚN EL CÓDIGO DA VINCI.

El libro "El código da Vinci" ha resultado ser un éxito superventas a nivel mundial, y ha inspirado una seguidilla de numerosos análisis de todo tipo. Ahora que se ha aposentado algo el polvo sobre su rápida fama, El Ojo de la Eternidad explica algunas claves sobre las ideas religiosas vertidas en la novela y película de "El código da Vinci", poniéndolas en su respectivo contexto.


[IMAGEN SUPERIOR: "La última cena", de Leonardo da Vinci. En "El Código Da Vinci" se dice que la imagen de Juan es en verdad una mujer, María Magdalena, la esposa de Jesús].

ADVERTENCIA: Ya que este posteo trata sobre aspectos de fondo de la novela y de la película, nos hemos visto obligados a hacer referencias a la trama de la misma. Si usted no la ha leído, y planea leerla o ver la película, quizás prefiera pasar por alto el presente artículo.

EL REVUELO PROVOCADO POR EL "CÓDIGO DA VINCI".
La historia es bastante simple. Un día, viendo lo mal que los escritores de best-sellers al uso hacen su trabajo, Dan Brown decidió que también podía hacerlo él. Y lo hizo. Escribió un par de libros ("Fortaleza digital" y "Angeles y demonios"), antes de llenarse los bolsillos de dinero con su superéxito mundial de ventas, "El Código da Vinci". En sentido estricto, "El Código da Vinci" es una segunda parte, porque el personaje de Robert Langdon había aparecido previamente en "Angeles y demonios". Pero en esa novela, la trama giraba en torno a teorías físicas relacionadas con aspectos esotéricos, algo que en "El Código da Vinci" es reemplazado por esoterismo puro y duro.
Gran parte del éxito no se debe al nivel de la novela, por supuesto. Se ha repetido en numerosas ocasiones la mala calidad literaria de la misma, y de su trama. Pasó que "El Código da Vinci" era la obra que los tiempos estaban esperando. En los albores del siglo XXI, después de la autocomplaciente década de 1990 y el derrumbe moral que significó, tanto para occidentales como no occidentales, el simbólico atentado contra las Torres Gemelas, las religiones y los fundamentalismos han hecho su agosto: talibanes, George W. Bush, Benedicto XVI, etcétera.
También es una prueba de que el conocimiento esotérico, aún el más escondido, está bien al alcance de la mano. En el siglo XVIII, Mozart desató la ira de los masones con su ópera "La flauta mágica", proque revelaba aspectos del esoterismo masónico. Algo así, hoy en día, es virtualmente imposible, ya que basta teclar "Masonería" en Google para obtener cuantiosa información sobre la misma y sus creencias. (incluso en El Ojo de la Eternidad posteamos un artículo sobre la misma en Enero pasado). Lo mismo ocurre con otras ramas del pensamiento esotérico, como por ejemplo la ariosofía, antaño patrimonio de sociedades secretas iniciáticas como Ultima Thule o la Logia del Sol Negro, pero hoy en día difundido a los cuatro vientos, también por obra y gracia de la red. Es decir, vivimos el paraíso ideal para los cazadores de esoterismo. En ese sentido, buena o mala, la novela de Dan Brown no es sino otra cosa que el signo de los tiempos que actualmente corren.

JESÚS Y MARÍA MAGDALENA.
El grueso de la obra descansa sobre la búsqueda del Santo Grial, que según la novela es nada menos que la descendencia real de Jesús. El concepto básico es que Jesús contrajo matrimonio con María Magdalena, la que no era una prostituta sino una mujer de sangre real, y de este matrimonio nació descendencia, la que se escondió en Francia y dio origen al linaje de los Merovingios, y a través de ellos, a una dinastía real y mesiánica que perduraría hasta el día de hoy. Todo eso, celosamente vigilado por el Priorato de Sión.
Desde luego que el revuelo más grande se ha armado por el intento de "humanizar" la figura de Jesús. Revuelo que sólo ha impresionado a las masas, porque para los más enterados, desde el siglo XVIII existe una copiosísima literatura de investigación que ha reconstruido prácticamente desde sus cimientos la historia de Jesús, dándonos un punto de vista muy diferente al defendido por la Iglesia Católica. Así, hoy en día sabemos que la figura de Jesús de Nazaret, Jesucristo, fue diseñada por hábiles creadores de mitos en las tinieblas de la historia para darle la fisonomía de un Sonnenmensch, un héroe solar, y de esa manera hacerle pasar como divino frente a las másas paganas a las que trataban de convencer.
El creer en un Jesús humano y sin rasgos de divinidad, es algo también muy antiguo. Para los judíos, el mesías, esto es, el hombre que iba a cambiar el curso de la historia por gracia de Yahveh, era apenas un simple ser humano. Creer en un mesías "hijo de Dios" es para los judíos una herejía, puesto que viola el monoteísmo estricto de dicha fe. Los primeros cristianos, al provenir del ámbito judío, compartían esta creencia. Durante siglos hubo conflictos entre los cristianos de origen judaizante, y los de origen gentil, ya que éstos úiltimos, habituados a los relatos y sagas paganas de dioses que vienen desde lo alto a salvar a la Humanidad,no tenían reparos, y hasta les parecía mejor, un Jesús que fuera al mismo tiempo hombre y dios. Al final, los "divinizantes" ganaron la partida, en el Conclio de Nicea (mencionado tanto en la nvoela como en la película), el año 325, aunque no sin ruda oposición posterior.
También de ahí arranca la concepción de Jesús como un soltero y célibe, algo que no tiene la menor base histórica. Si hemos de creer a los Evangelios, Jesús fue un judío respetuosísimo con la ley, y la ley judía obligaba a todos los judíos al matrimonio. De ahí que cobren tanta importancia, dentro de la mitología de Jesús, dos presencias femeninas: la madre, la Virgen María, descendiente de la Gran Diosa Madre ancestral, y por otra María Magdalena, una mujer que en los Evangelios no tiene la menor significación, pero que en el decurso de los siglos ha visto su figura agrandarse entre las sombras.

EL LINAJE.
Cuando en el siglo XIX el criticismo histórico echó abajo la visión tradicional cristiana sobre Jesús, nacieron nuevas visiones sobre éste. Como lo que estaba de moda era el nacionalismo, hubo entonces numerosos intentos de vincular a Jesús con las tradiciones nacionalistas de cada nación europea. De esta manera, cobraron auge las historias medievales que vinculaban a Cristo con el Rey Arturo (en Inglaterra), o con el linaje de los Merovingios (en Francia), o con la tradición ariosófica germánica (en Alemania). Lo que hizo Dan Brown fue simplemente elegir la versión francesa del mito, y utilizarla como "la verdad" en su propia novela.
La verdad de las cosas es que entre los Merovingios y Jesús existe tanta distancia como la que podría haber entre un cocodrilo y una secuoya. Los francos eran tribus germánicas procedentes desde más allá del Río Rin. Cuando invadieron el Imperio Romano, se instalaron en la Galia, actual Francia, crando un reino a la usanza de la época, esto es, intensamente guerrero y bárbaro. Los padres de los merovingios eran simplemente hordas bárbaras que se hunden en la historia, no descendientes de la semilla de Jesús.
La falsificación de un linaje es una práctica antigua, y no sólo entre los cristianos. El objetivo es darse un aire de respetabilidad, haciéndose heredero de una gran tradición, escondiendo así a los ancestros incómodamente vulgares que se puedean tener. Entre los paganos era práctica habitual, como lo prueba el que Atenas se datara a sí misma hasta los tiempos de Cécrope, en el año 1700 a.C., o que el Faraón se considerara a sí mismo nada menos que descendiente del dios Sol. Los cristianos también incurrieron en esto, al falsificar dos sendas genealogías de Jesús en los Evangelios. Después, la falsificación de "linajes apostólicos" se volvió recurrente, cuando se crearon listas de obispos para las principales ciudades que, sosepechosamente, arrancaban todas ellas de algún apóstol de Jesús, que difícilmente podría haber alcanzado tales tierras en tan poco tiempo. Dicha práctica era imitación de la propia de los filósofos, que también construyeron "cadenas de tradición" de un filósofo a otro (un filósofo enseñó a otro, que a su vez enseñó a otro, etcétera). En ese sentido, entroncar a los merovingios con Jesús y María Magdalena no pasa de ser un simple mito, sin el menor asidero en la realidad, no más creíble que la historia de José de Arimatea huyendo de Palestina y llevando la copa de la última cena de Cristo a Inglaterra.
Y lo mismo vale para el Priorato de Sión. A pesar de que sus primeros testimonios arrancan de mediados del siglo XX, ellos insisten ser depositarios de una tradición mucho más antigua, de la que son rectos descendientes. Otro tanto hizo en su minuto la Masonería, que porfiadamente insistió durante mucho tiempo en tener sus raíces en la Palestina del Rey Salomón, a pesar de que sus estatutos actuales fueron recién creados en 1717. Como puede verse, las sociedades secretas tampoco son inmunes a esta tentación de hacer más respetable el pasado falsificándolo para ganar antigüedad, prestigio y legitimidad.

¿ES PARA TANTO...?
Uno de los puntos atractivos de la novela es la motivación del villano para acallar determinados conocimientos: el oscurantismo. Es cierto que la Iglesia Católica se ha mostrado tradicionalmente despiadada en silenciar a quienes osan criticarla exponiendo hechos que contradicen su visión del mundo y su manera de describir los acontecimientos, pero quizás esto sea una sobrerreacción.
Lo cierto es que a pesar de sus numerosos errores científicos, la Iglesia Católica sigue victoriosamente en pie. Ni el descubrimiento de que la Tierra gira alrededor del Sol, ni el de la evolución de las especies, ha podido conmover sus cimientos, a pesar de que en su tiempo se pensaba que venía un acabo de mundo porque la gente iba a entender las cosas de manera distinta a la Iglesia. Desde siempre, y en la actualidad aún más, los historiadores y científicos saben que Jesús de Nazaret tuvo que haber sido alguien muy distinto a la imagen mesiánica que la Iglesia Católica ha forjado en torno suyo, pero ese conocimiento tampoco amenaza a la Iglesia, por mucho que ella se esfuerce por borrar dichos trabajos y tratar de silenciarlos por métodos sutiles.
Lo cierto es que la gente en general necesita alguna certidumbre a la que amarrarse. No pocas personas se convencen de algo, no porque sea razonable, sino porque quien lo dice, lo hace con enorme y profunda convicción. Este es el caldo de cultivo en donde germinan los fanatismos de toda clase, el fanatismo católico incluido. Estas gentes, aunque tengan la evidencia de que la historia de Jesús fue eminentemente distinta a la predicada por la Iglesia, no van a cesar de obedecerla, porque van a desestimar lo que ellas digan. En último término, dirán que quien era Jesús no afecta para nada a su mensaje. Y en eso tienen razón. No porque Jesús haya sido soltero o casado, o haya tenido descendencia o no, cambian sus enseñanzas, y la razón o sinrazón que puedan haber en ellas. Se supone que aquello de "amar al prójimo como a ti mismo" funciona porque tal es la voluntad de Dios o porque simplemente es lo bueno, no porque lo proclamó alguien que fuera casado o soltero. En ese sentido, "El código Da Vinci" magnifica las consecuencias que tendría un descubrimiento, una receta que funciona muy bien en el thriller, pero en la vida real no tiene mayor asidero.

26 enero 2006

LA RELIGIÓN Y "LOS SIMPSONS".

"Los Simpsons" es el más, o uno de los más, longevos sitcoms de todos los tiempos, superando los 300 capítulos, y amenaza con extenderse hasta veinte temporadas. En la despiadada sátira que hacen de nuestro mundo moderno, ocupa un destacado lugar las burlas que lanzan en contra de la religión, simbolizada fundamentalmente en el reverendo Alegría... pero tampoco son exactamente una pandilla de ateos, porque Dios, o lo que haya allá arriba, se las arregla siempre para intervenir. El Ojo de la Eternidad hace un regocijante recuento sobre la religión en una de las más exitosas series televisivas de todos los tiempos.


[IMAGEN SUPERIOR: Parodia de "La Creación" de Miguel Angel, con Bart Simpson como Adán].

LOS SIMPSONS Y LA RELIGIÓN.
En el año 1990 irrumpió en la televisión una nueva e irreverente serie de televisión, que marcaría pautas y abriría un verdadero culto catódico, por su irónica y desenfadada manera de ver y apreciar el mundo, criticando todos los estereotipos propios de la sociedad yanki. Insistir en la influencia de "Los Simpsons" sería superfluo, toda vez que Bart Simpson fue incluso nombrado uno de los cien grandes personajes del siglo XX por la revista Time, en 1999.
Uno de los ejes sociales que se ha llevado más pullas por parte de "Los Simpsons", es el protagonizado por las religiones institucionalizadas, algo que no deja de ser valiente, habida cuenta de que la televisión estadounidense es tradicionalmente "miedica", a la hora de enfrentarse a la religión. El propio formato de "Los Simpsons" se presta muy bien para esto, debido a sus tres niveles de humor: por el lado del humorismo de golpe y porrazo (el nivel más básico) no hay mucho, por supuesto, pero a nivel de crítica social, "Los Simpsons" dispara cada dos por tres sus dardos contra las instituciones religiosas, encarrnadas en el personaje del Reverendo Alegría, y en un tercer nivel, el del chiste cultural metamoderno, hay una serie de guiños y referencias que apuntan no a las formas externas del rito religioso y a la hipocresía de los hombres de iglesia, sino a cuestionamientos tan básicos y vitales como por ejemplo ¿qué es una religión?, ¿existe Dios?, ¿para qué necesitamos creer en un Más Allá...?

LOS CRISTIANOS DE SPRINGFIELD.
La táctica usada por "Los Simpsons" para criticar a las instituciones, es tener un representante de éstas que acumule todos los estereotipos y clichés posibles. En el caso de la religión institucionalizada, esta misión la cumple el Reverendo Alegría (cuyo apellido es Lovejoy en el original, que se puede taducir algo así como "Amor y Alegría").
El Reverendo Alegría es un pastor protestante de tranquila y ordenada vida familiar (está casado y tiene una hija), pero que mantiene su posición a costa de no quemarse ni comprometerse con nada ni por nadie. La vida religiosa se reduce para él, a pararse cada domingo en el púlpito y proferir un sermón sobre las llameantes brasas del infierno, que de tan estereotipado ya ni siquiera asusta a sus feligreses, sino que los aburre, a pesar de lo cual éstos acuden religiosamente (nunca mejor dicho) cada domingo a escucharle, un poco por auténtico prurito religioso, y otro poco por convención social. Es bastante sintomático que los dos personajes que defienden el ir a la iglesia cada domingo (la matriarca Marge Simpson, y el vecino religioso Ned Flanders) sean los dos de intelecto mediocre, y que prefieran una vida tranquila, ordenada y poco desafiante, cómodamente encerrados en la cáscara de costumbres que son sus vidas tranquilas, ordenadas... y vacías.
La hipocresía del Reverendo Alegría se transparenta a cada minuto y en las circunstancias más diversas, pero nunca ha quedado tan de relieve como en el trato que, descubrimos, le dispensa a su hija. En el episodio "La novia de Bart", descubrimos que tiene una hija rebelde, que busca desesperadamente llamar la atención de papá. ¿Y cómo reacciona éste? En vez de tratar de entenderse con ella y dar sólido ejemplo de vida familiar, la esconde de todas las miradas de la ciudad de Springfield, enviándola a otra ciudad, y a un internado "para chicas malas". Cuando todo este montaje se descubre, se tapa los oídos y empieza a cantar himnos en voz alta, en actitud de "no veo ni oigo nada"...
Anécdotas hay muchas. En un episodio comenta, sobre su paraguas, que el suyo había sido robado en una convención interreligiosa (es decir, donde habían otros hombres de religión como él), pero que él se había desquitado robando uno a su vez... Sin comentarios. En otro, muestra como usa una máquina cuentamonedas para separar y ordenar las limosnas ("Bart vende su alma")...
Sin embargo, en defensa del Reverendo Alegría, hay que decir que el episodio "Pregúntale a Marge" revela el origen de sus cuitas. Cuando llegó a Springfield, en la década de 1970, era un reverendo "post-hippie", armado con su guitarra, y lleno de entusiasmo misionero. Pero dicho entusiasmo misionero se estrelló contra Ned Flanders, el vecino de los Simpsons, quien empezó a molestarlo con toda clase de solicitudes intrascendentes, que terminaron por aburrirlo y adocenarlo, hasta el punto de haber perdido casi por completo su antigua vocación, conservando sólo su entusiasmo por el púlpito... y los trenes de juguete.
Este Ned Flanders es, a su vez, una corrosiva caricatura del hombre de religión estadounidense. Es un hombre amable y gentil con el prójimo, pero a cada minuto se trasluce una cierta actitud de superioridad moral de jactancia inconsciente, que irrita profundamente a Homero Simpson. Intuimos que dicha sensación tiene algo que ver con su bienestar económico, porque sufre dudas y vacilaciones como cualquier ser humano cuando atraviesa por los reveses de la vida (en un episodio pierde su casa, en otro muere su esposa)... Y en particular, es un hombre tremendamente cerrado y estrecho de mente, que no es capaz de mirar la vida o el mundo más allá de la interpretación bíblica del mismo, que le proporciona a sus hijos una educación que los separa del mundo y los aisla en una burbuja, y que para colmo es constantemente abusado por Homero Simpson, debido justamente a que su apego fanático a los preceptos cristianos le hacen ser blanco indefenso de éste. En cierto sentido, Ned es el reverso del Reverendo Alegría: el Reverendo es un mal cristiano por hacer demasiado poco, pero Ned es un mal cristiano por hacer mucho, por pasarse de la raya.
En ese sentido, quizás el mejor ejemplo de cristiano en la serie sea Marge Simpson. Ella es una dueña de casa que trata de vivir la religión en su vida, defendiendo valerosamente sus ideales cristianos, pero sin darle la espalda al mundo. Para ella la religión no es un mecanismo de poder como para el reverendo Alegría, ni de autoafirmación como para Ned, sino un código de conducta que no es un conjunto de dogmas inflexibles, sino una guía o una recomendación para hacer lo correcto en la vida (aunque ella misma sea muchas veces irrazonablemente obtusa). En ese sentido, puede decirse que sigue fielmente aquel mensaje de Jesús de que "el sábado ha sido hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado". Aunque esto lo hace con mayor o menor éxito, porque a su alrededor, en realidad, la sociedad no está interesada ni comprometida ni con los valores cristianos, y con valores de casi ningún tipo, en realidad.

LAS RELIGIONES FLOTANTES.
Siendo Estados Unidos una nación eminentemente cristiana, no es raro que "Los Simpsons" cargue tanto las tintas en dicha fe. Sin embargo, fiel al concepto de "crisol de razas", hay también varias otras confesiones religiosas dando vueltas por ahí, encarnadas en diversos otros personajes.
El principal personaje judío de "Los Simpsons" es, irónicamente, el Payaso Krusty. Al igual que los cristianos de Springfield, éste vive bien de espaldas a su fe, hasta el punto que no pasó su Bar Mizbá sino hasta adulto. No es que rechace el legado religioso de su padre, un rabino talmúdico ortodoxo, es que ni siquiera se detiene a considerarlo como algo que exista en el mundo. Su principal empeño es hacer dinero con un insubstancial programa televisivo infantil, en un nada disimulado ataque contra la maquinaria audiovisual estadounidense (desde los tiempos de Samuel Goldwin hasta el actual Steven Spielberg, los judíos hacen nata en dicho medio). Su padre ha aparecido en algunos capítulos, y es un hombre en general correcto y honrado, pero también (al igual que el Reverendo Alegría, en el campo contrario), altamente intransigente.
El Hinduismo está representado por Apu, el dueño del minimarket. Procede de la India, y tiene una estatua del dios elefante Ganesha al que rinde culto... de tarde en tarde (el dios elefante Ganesha existe de verdad, no es lo han inventado para la serie, por cierto). En un episodio, un manager le pide cambiar su apellido por uno afrancesado, para promocionarlo como parte de un cuarteto vocal, a lo que replica: "es una grave ofensa para familia y mi dios... pero acepto".
El Budismo hace su aparición a través de Lisa Simpson. Durante la mayor parte de la serie, ella hace profesión crasa de agnosticismo, pero descubre finalmente su camino a través del budismo, debido justamente a que esta religión no tiene un dios personalizado ni excesivos rituales sin mayor sentido espiritual.
Aparte de ellos, Springfield ha tenido de tarde en tarde que luchar contra la aparición de ciertas sectas y grupos extraños. Así, existe una asamblea de los "magios" (una caricatura bastante desenfadada de los masones), que después de descubrir que su "Elegido" es Homero Simpson, terminan por fundar la venerable y antigua logia de... "los No Homero". Aparece también una secta que predica una vida de felicidad futura en el planeta Felicidonia, y que (¡cómo no!), demuestra ser finalmente un fraude. Dice bastante que su peor arma de ataque no sean las excomuniones ni las condenas al fuego eterno, sino... los abogados.

LA MÁS GRANDE PREGUNTA DE TODAS.
Después de todo este recorrido religioso, ¿están perdidas las almas de Springfield? ¿Se acaban sus almas una vez que mueren estos dibujitos amarillos, sin posibilidad de una vida futura?
Como en la vida real, la respuesta permanece abierta. En no pocas ocasiones, la búsqueda de evidencias sobre el Más Allá ha terminado en nada, como por ejemplo el episodio en que Lisa Simpson descubre el supuesto esqueleto de un ángel ("La escéptica Lisa"), y diversos sucesos aparentemente sobrenaturales terminan por tener una explicación perfectamente científica (científica, lo que diríamos científica, en términos "Simpsons", porque se toman la ciencia, así como el resto de las cosas, de manera bastante desenfadada).
Y sin embargo... de tarde en tarde ha aparecido Dios en persona, como una especie de superinvitado de lujo. Aunque cada vez que lo hace, suele aparecerse en sueños y delirios, de manera que esto no cuenta mucho. En algún episodio se ha insinuado que puede existir un Dios allá arriba mirándolo todo, compartiendo casa con un regordete y muy amigable Buda, de manera que podemos preguntarnos si, a fin de cuentas, Lisa tenía razón... ¿O es todo parte de una alucinación de los personajes?

30 agosto 2005

¡¡TELEPREDICADORES!!

A propósito del escándalo desatado por Pat Robertson, el tipo que se castiga (y nos castiga) hablando de Dios en el Club 700, después de haber decretado que el perro infiel de Chávez debía ser asesin... elimn... no, perdón, "retirado", la bola no ha cesado de rodar. El periodista Alvaro Vargas Llosa aprovechó la ocasión para publicar un ilustrativo artículo sobre los telepredicadores yankis, en La Tercera del Domingo 28 de Agosto de 2005, artículo que transcribimos íntegramente aquí, en EODLE:

La fuerza, arrastre y poder de los telepredicadores en Estados Unidos.
La influencia de estos personajes quedó en primera línea cuando Pat Robertson llamó esta semana a asesinar a Hugo Chávez.
Aunque han perdido la enorme influencia que llegaron a administrar en los años 80 y 90, este fenómeno de inequívoca estirpe estadounidense sigue siendo importante. La sucesión de escándalos sexuales, políticos y monetarios han reducido su poder social y prestigio político.

Por Alvaro Vargas Llosa, corresponsal en Estados Unidos.
Nadie se sorprendió demasiado esta semana cuando Pat Robertson, el telepredicador que quiso ser Presidente, sugirió asesinar a Hugo Chávez, suscitando una controversia internacional y obligando a la Casa Blanca a marcar distancia para no quedar coludida con un acto de terrorismo verbal. El escándalo y la bravata son su elemento, como ha ocurrido con otros telepredicadores en las últimas décadas. En parte gracias a ellos tanto Robertson como muchos de sus colegas han perdido el inmenso poder que llegaron a administrar en los años 80 y 90, aunque este fenómeno de inequívoca estirpe estadounidense sigue siendo importante.
Su lengua ponzoñosa -y la propensión a mezclar los negocios con la tarea evangelizadora- le hicieron perder a Robertson en su día el control de la Coalición Cristiana, que había fundado en 1989. Hacia fines de la década pasada fue sucedido por Ralph Reed, hombre más sofisticado en la búsqueda del mismo objetivo político-religioso. Pronto, sin embargo, Robertson, en parte gracias a sus recursos y en parte por su carisma, retomó parte del control. Aunque Roberta Combs dirige la organización desde 2001, el conocido telepredicador sigue ejerciendo influencia. A ello se suma El Club 700, una vasta organización mediante la cual hace obras benéficas y que sirve de base para su programa de televisión del mismo nombre. Su poder ya no es comparable al que llegó a tener en 1992, cuando le disputó a George Bush padre la nominación republicana, en plena época dorada de los telepredicadores y cuando pudo construir el Family Channel, que sacó a Bolsa y vendió a Rupert Murdoch por cientos de milllones de dólares.
La sucesión milyunanochesca de escándalos sexuales, políticos y monetarios ha reducido significativamente la influencia social y el prestigio político de los telepredicadores, aun cuando en esta era republicana de fuerte contenido evangélico algunos han recuperado cierta influencia. Aunque su fuerza ha disminuido, todavía la Coalición Cristiana, la más mediática de las organizaciones religiosas con objetivo político, tiene unos dos millones de seguidores en todo el territorio norteamericano y ejerce un lobby eficaz en el Congreso. Esto último quedó en claro con la legislación promulgada en el primer período de George W. Bush en relación con el aborto del feto "parcialmente nacido". Sin embargo, el hecho de que el Estado haya mantenido la prohibición de deducir impuestos que pesa sobre las organizaciones religiosas con objetivos políticos indica que la industria de los telepredicadores sigue sin recuperar todo el poder de antaño.
Ole Antony, fundador de la Fundación Trinidad, organización religiosa que se dedica en parte a denunciar el fraude de los "televangelistas" (como se les conoce aquí), declaró a La Tercera que "se trata de un fenómeno básicamente pagano disfrazado con una cruz y debería avergonzar a la Iglesia que este imperio de más de US$ 2 mil millones deprende a los ancianos y enfermos desesperados por recibir ayuda de Dios".
Se calcula que en total hay más de dos mil telepredicadores (tanto en radio como en televisión) en Estados Unidos y que hay una audiencia combinada de unos cinco millones de personas, de las cuales un 55% son mujeres de la tercera edad y un 35% personas enfermas de sida, cáncer y otros pacedimientos graves. Un 10% son de clase alta. El gran negocio consiste en capturar la mayor parte de esa torta televisiva, pero también en pedir donaciones regulares a esos cinco millones de personas.
Auge y caída.
El fenómeno tuvo su origen en este país en los años de la Gran Depresión, cuando mucha gente buscó en los predicadores de la radio consuelo y esperanza. El padre Charles Coughlin, ferviente anticomunista, fue el más célebre. Desde entonces el movimiento no se ha detenido, aunque ha tenido altos y bajos. El gran impulso lo recibió en los años 70 y 80 a raíz de la reacción conservadora contra la "contracultura" de los permisivos años 60, fenómeno que tuvo también su manifestación política en el apogeo republicano de la era Reagan. En el norte del país los predicadores mediáticos tienden a ser católicos, pero en todo el Medio Oeste y el Sur -los grandes bastiones- son protestantes evangélicos. Su mensaje tiene un fuerte contenido político.
Sin duda, la peor hora de los telepredicadores vino a fines de los años 80 y comienzos de los 90, cuando una serie de escándalos expusieron os altos niveles de hipocresía, corrupción y estafa que existían detrás de las prédicas religiosas por televisión. Jimmy Swaggart confesó entre lágrimas que contrataba prostitutas. Pat Robertson fue sorprendido utilizando la embarcación de su Operación Bendición para ir a supervisar sus inversiones en diamantes en Africa. Y un largo etcétera.

¿Cabe algún comentario adicional...?

26 agosto 2005

"POINT PLEASANT": INOCENTES DEL FUNDAMENTALISMO.

El pasado 16 de Agosto comenzó en la cadena por cable FOX la serie Point Pleasant, la última creación de Martin Noxon y John McLaughin, quienes anteriormente colaboraron con Joss Whedon en su proyecto televisivo Buffy la Cazavampiros. Hay quienes la han definido como un cruce entre La profecía y The O.C., ya que la fórmula ganadora es la presencia de las fuerzas del Mal (la Bestia, concretamente), más harto bikini, chica curvilínea y chico con bronceador. Más allá de la calidad que pueda tener o no la serie, lo cierto es que su hilo argumental toca algunos de los miedos propios de nuestra época, incluyendo el peso predominante que tiene la religión. La protagonista es una chica mitad humana y mitad demonio, ya que aunque su madre es mortal, su padre es Satanás en persona. Su lucha es por descubrirse a sí misma, incluyendo su propia alineación: ¿está con las fuerzas del bien?, ¿está aliada con el mal? Las fuerzas malignas se sienten de manera omnipresente a lo largo de la serie, apareciendo cuando ella las convoca… a su propio pesar, puesto que en el fondo, ella es una chica buena que no desea hacerle mal a nadie, y que siente culpabilidad por el placer que su parte demoníaca le provoca en causar daños a quienes la lastiman. Por otra parte, las fuerzas del bien, encarnadas en los sacerdotes de Point Pleasant (la comunidad que la acoge, un O.C. en versión costa este de EEUU), tampoco tienen demasiados miramentos en tratarla como a un ser humano, sino que prefieren combatirla por lo que ella nunca eligió ser. Es decir, se trata de una inocente atrapada en la guerra entre el Cielo y el Infierno, dos fuerzas demasiado vastas como para que ella pueda comprenderlas, y menos frenarlas. Exactamente como en nuestra realidad, en donde los fundamentalismos religiosos católicos (Benedicto XVI), protestantes (George W. Bush), musulmanes (Osama Bin Laden), judíos (Ariel Sharon) e incluso satánicos, amenazan la seguridad e integridad del mundo entero. Aunque en sentido metafórico, por supuesto.

En Estados Unidos, la serie tuvo bastante mala acogida. Iba a ser una serie de mid-season (es decir, de media temporada), de sólo 13 capítulos, pero llegaron a emitirse sólo una decena, siendo cancelada después de ello. En Chile, se emite los martes a las 21:00 horas, por FOX.