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21 enero 2007

OSEAS Y EZEQUIEL.

Hace un año atrás, cuando salió la encíclica "Deus caritas est" de Benedicto XVI, señalamos que los profetas más citados en ella fueron Oseas y Ezequiel, y destacamos su visión perversa del sentimiento amoroso. Y quedó pendiente la explicación de esto. ¿Fueron verdaderamente Oseas y Ezequiel profetas de Dios? ¿O por el contrario, fueron personalidades psicológicamente anormales que consiguieron hacer pasar su palabra como la de Dios? El Ojo de la Eternidad analiza a dos controvertidos profetas bíblicos, para determinar la verdad detrás de ellos.


[IMAGEN SUPERIOR: Ilustración de Julius Schnorr para el pasaje de Ezequiel 1:26, en el cual se aparece Yahveh a Ezequiel para llamarlo a su misión profética].

LOS PROFETAS DE LA BIBLIA.
Desde siempre el ser humano ha sentido la necesidad de conocer el futuro, y los hebreos no fueron la excepción. En tiempos véterotestamentarios, los profetas fueron una verdadera institución. Lejos de ser personas enclaustradas en la vida espiritual, estos profetas muchas veces se metían en asuntos de alta política, y eran una fuerza social de temer. Lo que les daba su poder era el supuesto contacto que tenían con Yahveh, el haber sido supuestamente elegidos por éste para ser sus mensajeros. Y sin embargo, muchas veces se ha expresado dudas sobre la verdadera capacidad profética de estos hombres. En primer lugar, muchas de sus profecías son condicionales ("SI no se convierten...", "SI no se arrepienten..."), lo que deja bastante malparada a la omnisciencia divina. En segundo lugar, la exactitud de muchas profecías ha llevado a los investigadores a la conclusión obvia de que muchas de ellas fueron redactadas después de los eventos transcurridos, achacándoselas a los profetas más viejos. En la actualidad, siguiendo las diferencias de estilo y referencias internas, se sabe que muchos libros "unitarios" de la Biblia han sido escritos por dos y hasta tres personas, siendo Isaías el ejemplo más claro de ello (los capítulos 1 a 39 son de Isaías, pero desde el 40 al 54 son de un autor anónimo llamado convencionalmente el Segundo Isaías o Deuteroisaías, y los capítulos 55 a 66 de un Tercer Isaías o Tritoisaías).
Entonces, ¿qué credenciales pueden tener los profetas bíblicos para hablar en nombre de Dios? Quizás la respuesta más simple sea: probablemente no eran personas con la psique en todos sus cabales.

OSEAS.
El profeta Oseas predicó en el siglo VIII aC. Le tocó vivir los días finales del Reino de Samaria, y profetizó insistentemente su ruina. Sin embargo, en esto Oseas no decía nada nuevo, que una persona normal y corriente no fuera capaz de darse cuenta en ese tiempo, como lo sabemos por la lectura comparada del Segundo Libro de Reyes.
Lo realmente novedoso en Oseas es plantear esto a través de la metáfora del matrimonio: Israel ha sido como una esposa infiel, y por eso Yahveh perderá a Israel, así como el esposo engañado repudia a la esposa infiel.
El elemento significativo, y que hace dudar de la estabilidad mental de Oseas, es la manera por la cual llegó a esta metáfora: "Cuando Yahveh comenzó a hablar por medio de Oseas, le dijo al profeta: Anda y cásate con una de esas mujeres que se entregan a la prostitución sagrada y ten hijos de esa prostituta. Porque el país se está prostituyendo al apartarse de Yahveh" (Oseas 1:2). El capítulo 2 íntegro es el discurso de Oseas a su mujer, para repudiarla por ser una prostituta. Y después, Yahveh ordena a Oseas abuenarse con su esposa prostituta (Oseas 3:1).
Si eliminamos a Yahveh y lo consideramos como un mero resorte psicológico, así como Homero utiliza a los dioses griegos como una metáfora del comportamiento psicológico de sus héroes, queda un cuadro harto deprimente. Resulta que Oseas se ha casado con una prostituta, a sabiendas de lo que era, y después la repudia por ser tal, sólo para regresar con ella. Y de todo esto no se responsabiliza a sí mismo, sino a Dios. Al revés: hace pasar todo esto como un mandato divino para representar la "prostitución" de Israel frente a Dios, con lo que él mismo se coloca en el papel de un dios traicionado. Es probable que si un psiquiatra de hoy en día se topara con un paciente así en la consulta, no le quedara otro remedio que diagnosticar una psicosis con componentes mesiánicos, o alguna afección mental similar.

EZEQUIEL.
Ezequiel es considerado un profeta "complicado", ya que su obra está llena de alegorías y metáforas diversas. En realidad, no está claro quien escribió el libro de Ezequiel, en particular considerando que el capítulo 24 parece cerrar el libro, y todo lo posterior (capítulos 25 a 48) podría ser un añadido posterior, escrito por alguien que tratara de imitar conscientemente el estilo de Ezequiel.
Ezequiel sigue más o menos el mismo patrón que Oseas, aunque sin el componente mórbido de una relación sadomasoquista con una prostituta. Sin embargo, en Ezequiel son mucho más vívidas y poderosas las visiones. Mucho de la fuerza literaria de Ezequiel viene de la descripción de estas visiones.
La megalomanía de Ezequiel queda de manifiesto en una enorme cantidad de pasajes. Casi a cada rato, Ezequiel habla de como es "arrebatado" por la fuerza divina, con la falsa humildad propia de los iluminados. Esta falsa humildad se muestra como lo que es en el capítulo 3, cuando Yahveh dice a Ezequiel: "Hijo de hombre, te he puesto como centinela de la casa de Israel, así que estarás atento a las sentencias que salgan de mi boca, y los aconsejarás de mi parte. Cuando yo diga al impío: 'Morirás', si tú no lo reprendes ni le adviertes que deje su conducta perversa para que pueda vivir, él morirá por su maldad, pero a ti te pediré cuenta de su vida" (Ezequiel 3:17-18). Esta "casa de Israel", por cierto, Ezequiel no pierde tiempo en aprovechar la metáfora de Oseas, que compara a dicho pueblo con una prostituta, aunque parece ser que en este caso se trata sólo de una figura literaria tomada en préstamo (Ezequiel 16 y 23).
Aún así, no puede decirse de Ezequiel que fuera una persona afectuosa. Así, al morir su esposa, Ezequiel tuvo la reacción propia de una persona sin emociones (Ezequiel 24:15-27).
Se ha argumentado que Ezequiel, o al menos la persona que protagoniza el Libro de Ezequiel, sería un epiléptico. Algunas formas de epilepsia parecen cuadrar bien en la sintomatología descrita. Las visiones forman parte de un cuadro epiléptico, pero también los delirios mesiánicos, y también otros síntomas más sutiles, como por ejemplo la hipergrafía o manía de escribir (algo que contribuiría al extremado detalle en la descripción de sus visiones, y a su tendencia a reiterar ideas). Otro rasgo propio de muchos epilépticos, y que Ezequiel también presenta, es el mutismo. Llevado a una forma extrema, conduce a la mudez, algo que Ezequiel en efecto padeció (Ezequiel 3:22-27), pero por otra parte, Ezequiel no parece en ningún minuto sostener una conversación normal, alternando los silencios con discursos que Ezequiel mismo no siente como propios, sino procedentes de otra parte (de Yahveh). Y eso, a pesar de que su conducta invitaba a interrogarle: se tragó un libro (Ezequiel 3:1-2), se puso a jugar como un niño pequeño con soldaditos de juguete (Ezequiel 4:1-3), se puso a apilar leña y cocinar de manera aparatosa (Ezequiel 24:1-14), etcétera. Otro rasgo propio de los epilépticos es la extraordinaria meticulosidad que ponen en todo lo que hacen, y que los lleva muchas veces a ser excelentes organizadores, y Ezequiel en efecto es muy meticuloso con su dieta (Ezequiel 4:10-12), por no hablar de sus descripciones, llenas de dimensiones y medidas.

DEJARSE GUIAR POR LOS PROFETAS.
La fuerza de sus convicciones, nacida de una alteración psicológica, hace a los profetas personalidades muy fuertes, y eso lo saben bien quienes han tenido que lidiar con mesías autoproclamados de todo tipo. De ahí que personalidades tan evidentemente anormales como Oseas o Ezequiel hayan pasado a ser modelos de "santos varones", en vez de ser tomados como lo que con toda probabilidad fueron, es decir, seres mentalmente insanos y con concepciones desviadas sobre muchas cosas. Por eso resulta paradojal que el sadomasoquismo de Oseas y la megalomanía de Ezequiel sean tomados por Benedicto XVI como modelos para explicar el significado del amor, en "Deus caritas est".
Pero no se agota ahí. En la actualidad, las personas con comportamientos psicológicos anormales reciben tratamiento psiquiátrico, pero muchos que consideran a esas personas como verdaderamente inspiradas por Dios, persisten en seguirlos y tomarlos como guía. Ezequiel en particular, gracias a sus visiones, es frecuentemente citado tanto por quienes esperan el Apocalipsis, como por fanáticos de la teoría "ángeles ayer, extraterrestres hoy". A veces la gente no se resigna a lo más obvio y lógico, y hambrienta de darle un significado a sus vidas, caen en la trampa. Y el único remedio para evitar ésta es, simplemente, el sentido común.

26 noviembre 2006

EL ÉXODO.

Lo que actualmente llamamos "La Biblia" en términos de un solo libro, es la recopilación de una multitud de escritos, de toda clase de escritores. El moderno análisis crítico, en combinación con el trabajo arqueológico, ha ido mostrando que muchos sucesos descritos en la Biblia fueron reales, aunque en muchos casos, no literales según el texto bíblico. El Ojo de la Eternidad revisa la historia del Exodo de los israelitas a la Tierra Prometida, y detalla lo que los arqueólogos e historiadores modernos han encontrado: que la verdad sobre dicha emigración es bastante diferente a la narrada por la Biblia...


[IMAGEN SUPERIOR: "Der betende Moses mit Aaron und Hur auf der Berge Horeb". Pintura de Joseph von Führich, pintor religioso alemán del siglo XIX, que representa un episodio del Exodo, en el cual Yavé anuncia la muerte de Aarón (Números 20:22-29)].

¿OCURRIÓ EL ÉXODO...?
Durante muchos siglos, el relato sobre la Antigüedad anterior a los griegos y romanos se basaba fundamentalmente en la Biblia. En esto pesaba la autoridad del Cristianismo, por supuesto, pero también había una abismal falta de conocimientos sobre dichos mundos, ya que los idiomas antiguos no se conservaban, y además, no existían excavaciones arqueológicas en forma. En el siglo XIX, como consecuencia de la oleada racionalista de la centuria anterior, la Biblia fue puesta sistemáticamente en duda, y no pocos sostuvieron que no debía hacérsele mayor caso, porque después de todo, no era sino un conjunto de espléndidas mentiras inventadas por los monjes y sacerdotes para mantener al pueblo oprimido e ignorante.
Las cosas no resultaron ser tan sencillas, por supuesto. La arqueología de los siglos XIX y XX sacó una vez más a la luz del día a un montón de civilizaciones olvidadas, como Egipto, Mesopotamia o los hititas, y se descubrió entonces que muchos relatos bíblicos eran en realidad remembranzas de antiguos sucesos históricos, pasados por el tamiz de la memoria histórica de los cronistas. O sea, la Biblia no era un puñado de mentiras, pero tampoco era una guía infalible sobre el mundo antiguo. Era, ni más ni menos, que una versión, respetable, pero versión a fin de cuentas, de la historia antigua.
Esto no debería resultar una sorpresa. Después de todo, entre otras cosas, la Biblia es el relato de la historia de los hebreos, pero escrita por los propios hebreos, y por tanto, en ese sentido es bastante sospechosa de parcialidad.
Uno de los ejemplos clásicos de esto es el Exodo. En los tiempos que la Biblia era la única referencia histórica seria sobre el mundo antiguo más remoto, el Exodo era aceptado por los historiadores como un suceso histórico a carta cabal. Hoy en día sabemos que el relato bíblico tiene correlación con las crónicas de otros pueblos, pero puesto en esa perspectiva, nuestra actual imagen de dicho hito es bien diversa.

EL RELATO BÍBLICO SOBRE EL ÉXODO.
La memoria bíblica del Exodo se conserva en dos grandes fuentes: el libro del Exodo propiamente tal, por una parte, y el libro de Números, por la otra. Ambos integran el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia (que son: Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio), y que la tradición atribuyó históricamente a Moisés. Hoy en día sabemos que esto no es así. La mayor parte del Pentateuco fue escrita por dos autores, conocidos como el Yavista y el Eloísta, cuyas historias fueron mezcladas y comentadas por un tercer autor, conocido usualmente como la Fuente Sacerdotal, porque su marca está en los pasajes con comentarios de doctrina y ritual. El Deuteronomio, por su parte, parece haber sido añadido íntegramente en el siglo VII aC, por obra de Josías, o al menos eso podría dar a entender una lectura critica del Segundo Libro de Reyes (2-Reyes 22).
Parece ser que los anónimos autores apodados Yavista y Eloísta, llamados así por su manera de referirse a Dios (Yavé uno, Elohim el otro), condensaron en sus textos una serie de antiguas tradiciones hebreas. Por tanto, el relato bíblico no es una crónica histórica rigurosa, sino un compendio de leyendas y tradiciones antiguas.
La narración del Exodo, según estas fuentes, es la siguiente. Los hebreos llegaron a Egipto en tiempos de José, biznieto de Abraham que llegó a ser visir de Egipto. Allí se multiplicaron, y un nuevo faraón (¡cuyo nombre la Biblia no menciona!), considerándolos una amenaza, los sometió a esclavitud. Gimieron los hebreos a Yavé, y éste los escuchó. Mandó entonces llamar a un refugiado hebreo llamado Moisés, desde las tierras de Madián, a través de una zarza ardiendo. Luego de una serie de plagas, Moisés extrajo a su pueblo de Egipto. Emprendió entonces una peregrinación de 40 años por el desierto, plagada de incidentes milagrosos, a través de los cuales Yavé fue guiando a su pueblo, y que los llevó finalmente hasta la Tierra Prometida.
El faraón que tradicionalmente se asocia al Exodo es Ramsés II, derivado de una interpretación errática de Números 33:3, que menciona una ciudad con ese nombre como punto de partida del Exodo. Por tanto, el Exodo debió ocurrir entre los años 1280 y 1200 aC.
El problema es que la evidencia histórica sobre el Exodo es virtualmente nula. Es decir, simplemente no hay evidencia del paso de un pueblo migratorio en ese tiempo. Por otra parte, Ramsés II no murió ahogado en el Mar Rojo, como habría que deducir de Exodo 14:28-29, y de hecho, no hay registro de que algún Faraón haya perecido así. El relato bíblico sobre el Exodo es, por tanto, no fidedigno. Pero esto no quiere decir que algo parecido al Exodo no haya sucedido nunca, en ese tiempo o en otro. ¿Desde dónde nació la leyenda...?

EL RELATO DE LA CONTRAPARTE.
Las fuentes egipcias no consignan ningún Exodo, tal y como la Biblia lo describe. Pero sí muestran dos sucesos históricos de enfrentamiento con pueblos asiáticos, que podrían proporcionar ambiente a la historia.
La primera de ella es la invasión de los hicsos. Hacia el siglo XVI aC (es decir, unos 300 años antes de la fecha tradicional del Exodo), un pueblo armado con carros y caballos invadió Egipto. El carro como arma de combate era desconocido en Egipto, y por tanto, los hicsos obtuvieron un fácil triunfo, y dominaron el país durante aproximadamente cien años. Pero los egipcios aprendieron rápido, impulsaron un violento contraataque, y no sólo expulsaron a los hicsos, sino que también conquistaron Palestina y Siria.
El segundo episodio fue la violenta guerra que los egipcios sostuvieron con un poderoso imperio del norte, los hititas. Hacia el siglo XIV aC (es decir, el siglo antes de Ramsés II) gobernó en el Imperio Hitita (actualmente Turquía) un rey llamado Shubiluliuma. Este Shubiluliuma inaguró una larga serie de conquistas que puso en violento compromiso el dominio egipcio sobre la región. Fue precisamente Ramsés II quien, hacia el año 1280 aC, pactó un tratado definitivo de fronteras con el rey hitita Muwatallis. Este pacto sancionaba una situación de hecho, en la que muchos pueblos palestinos obtuvieron la independencia, o al menos la autonomía, con respecto a las guarniciones egipcias.
Hacia el año 1190 aC, Egipto y Hatti fueron invadidos por pueblos procedentes del oeste. Los egipcios los llamaron "Pueblos del Mar", debido a que tal era su procedencia, y así ha quedado asentado en los libros de historia desde entonces. Parece que en esta marea invasora aparecieron en Palestina los filisteos, enemigos tradicionales de los hebreos.
¿Mencionan los egipcios a los hebreos en alguna parte? Directamente no. Pero hay una referencia bastante sugestiva en la palabra egipcia "japiru" o "habiri". Esta es usada para describir a los nómadas incursores de la frontera egipcia con el desierto árabe, y también para describir a los pobres y asalariados en el propio Egipto. Aparte de su parecido fonético con la palabra "hebreo", en el relato del Exodo se puede ver claramente que los hebreos ocuparon ambos roles: como trabajadores en Egipto (Exodo 1:11-12) y como invasores desde el este de Palestina (Números 21, 32 y 33).
Uno puede preguntarse por qué el Exodo poco dice sobre los egipcios, y casi nada de los hititas (se refiere a ellos como "heteos", de manera tan subliminal que los arqueólogos pensaban que eran una tribu más, y no la cabeza de un poderoso imperio militar capaz de pararse frente a Egipto). Pero no debe olvidarse que los cronistas bíblicos no eran historiadores, sino que pretendían reunir un conjunto de leyendas y tradiciones sobre los hebreos. Lo que fuera la suerte de otros pueblos diversos, les tenía mayormente sin cuidado.

ENCAJANDO LA EVIDENCIA.
Frente a esto, muchos han planteado que el Exodo no habría ocurrido, sino que todo se trataría de un relato mítico destinado a justificar la conquista, por parte de los hebreos, de un dominio anteriormente egipcio o hitita. Una vez más, las cosas no son tan sencillas. La propia Biblia entrega evidencia decisiva de que hubo algún movimiento desde Egipto hacia los hebreos, y esta evidencia está en los nombres de diversos protagonistas del Exodo, como por ejemplo Hofni o el propio Moisés, que no son hebreos sino egipcios. Y no hay en realidad razón para controvertir esto como una falsificación histórica.
Se han sugerido varias posibilidades al respecto. Una de ellas es que la migración de los hebreos sucedió, pero no en la época de Ramsés II, sino en tiempos de la expulsión de los hicsos (o sea, hacia el año 1550 aC, unos 300 años antes de la fecha tradicional). Otra posibilidad es que se trate del relato más o menos mistificado de la conquista hebrea de Palestina, desde el desierto de Arabia, y esto podría haber sucedido cuando el gobierno egipcio declinó en la región. Ya que la Biblia no reporta ninguna época en la que los hebreos hayan estado en Palestina sin sus incómodos vecinos los filisteos, la fecha aproximada de estos eventos debió haber sido hacia 1190 aC, cuando la invasión de los Pueblos del Mar abatió el dominio egipcio sobre Palestina, y a su vez, esto permitió la instalación de los filisteos en las llanuras costeras palestinas.
Otra posibilidad más simple, es que lisa y llanamente los cronistas bíblicos tomaron diversas tradiciones mezcladas como un todo, armando una historia orgánica y coherente con elementos que, en su origen, no estaban ni de cerca relacionados. Así, el relato bíblico del Exodo estaría compuesto por dos historias independientes. Una de ellas sería la salida de Egipto, vista desde el punto de vista hebreo como un triunfo sobre los egipcios opresores, en vez de lo que verdaderamente fue, una vergonzosa huida desde territorio egipcio junto con la marea de los hicsos. El segundo relato sería la conquista de Palestina, en tiempos de los Pueblos del Mar. Ambos sucesos históricos están separados por aproximadamente 350 a 400 años, pero en la lejanía de la memoria histórica, los cronistas hebreos los habrían mezclado en un sólo gran relato épico. Es de recordar que el florecimiento de la cultura hebrea se produjo entre los años 950 y 650 aC, lo que sitúa a los cronistas bíblicos a lo menos 250 años (¡un cuarto de milenio!) después de la conquista de Palestina. Y en ese tiempo intermedio no hubo cultura ni civilización, sino desórdenes y guerras, como lo recuerda el libro de los Jueces, por lo que cualquier crónica histórica se habría perdido, y se habría transformado en una confusa narración legendaria.
Por lo mismo, es posible afirmar que el relato del Exodo, tal y como lo refiere la Biblia, tiene una base histórica cierta, pero ésta es, en realidad, bastante diferente a cómo la narra el cronista bíblico (o mejor dicho, los cronistas bíblicos en plural).

22 enero 2006

LA PROFECÍA.

A lo largo de los siglos, el conocimiento del futuro ha sido siempre una mercancía valiosa. El papel que hoy en día juegan futurólogos, prospectivistas, economistas y analistas estratégicos, otrora lo jugaron los profetas, hombres con capacidad de sintonizar con lo divino y arrancar desde allí jirones o retazos de los eventos futuros. Sus servicios fueron muy cotizados, pero ¿es realmente posible descubrir el futuro? El Ojo de la Eternidad explica los trucos detrás de la capacidad profética, así como de afamados videntes.


[IMAGEN SUPERIOR: Grabado que representa al profeta Jeremías, durante la toma de Jerusalén].

EL ROL DE LOS PROFETAS.
Desde siempre, la información ha sido vital en los grandes asuntos, para mantener en funcionamiento grandes imperios, y también en los pequeños negocios particulares de cada día. Obtenerla por cualquier fuente es siempre algo preciado. De este modo ha surgido un próspero mercado de gentes que se dicen inspiradas para ver y penetrar en los velos del tiempo, escrutando el futuro... a veces gratis, y otras tantas por un precio que será de seguro módico, habida cuenta de la importancia de la información que podrían proporcionar.
Todas las culturas han conocido gentes capaces de ver el futuro. De esta manera encontramos chamanes, profetas, videntes, oráculos, arúspices, sibilas, adivinos, tarotistas, clarividentes, y un largo etcétera de ocupaciones varias empeñadas en descifrar los misterios del futuro. Sus métodos varían muchas veces, y su rol social también tiende a ser variable, desde aquellas culturas que valoran estas técnicas en mucho, hasta aquellas en donde los profetas son perseguidos, e incluso exterminados.

¿QUÉ ES UNA PROFECÍA?
Técnicamente, una profecía es una predicción que se hace sobre eventos futuros, obtenida por medios sobrenaturales. Es decir, no cuenta como profecía aquella que se hace siguiendo caminos de la predicción racional y científica, como por ejemplo determinar a través de leyes científicas cual será la velocidad terminal de caída de un cuerpo, en caso de que llegáramos a soltarlo sin apoyo alguno. Tampoco cuentan como profecías las hechas por los economistas siguiendo las leyes económicas, aunque éstas muchas veces son tan contradictorias entre especialista y especialista, y tan alambicado el lenguaje que usan, que no pocas veces se ha dicho que los economistas tienen mucho de profetas de los tiempos modernos.
Pero estos medios sobrenaturales no están disponibles para cualquiera. De esta manera surgen los especialistas de la profecía, los profetas, quienes son capaces de contactar con lo divino y lo sagrado, para informarse por su través de lo que vendrá en el futuro. Muchas veces, estos especialistas recurren a un elaborado ritual, como una manera de buscar inspiración. En dichos rituales entran el uso de hierbas psicotrópicas o alucinógenas, o bien la utilización de herramientas que supuestamente canalizan los poderes místicos (cartas, dados, etcétera), dando origen a técnicas predictivas tales como la astrología, la quiromancia (por las líneas de la mano), la cartomancia, etcétera.
Al respecto, la Iglesia Católica distingue entre verdadera y falsa profecía. La verdadera profecía es inspirada por Dios, y se distingue por dos elementos: en primer lugar es exacta y habrá de cumplirse en todos sus términos, y en segundo lugar es directa, sin mediación ninguna de instrumentos ajenos (las mencionadas cartas, líneas de la mano, etcétera), por pura y simple inspiración. La profecía falsa, por el contrario, es inspirada por el Demonio, no necesariamente es exacta (por lo general incluso es engañosa), y se lleva a cabo por medios mágicos como lectura de cartas o de líneas de la mano, elaboración de horóscopos y cartas astrales, observación de fenómenos de la naturaleza como el vuelo de las aves, etcétera. Por supuesto que esta discriminación le permite a la Iglesia Católica descalificar a todas aquellas profecías que no son convenientes para sus intereses, como producidas por el Demonio, y las que sí lo son, como inspiradas por Dios. La Iglesia siempre se ha sentido un tanto incómoda con los profetas inspirados por Dios, ya que sostiene oficialmente que la profecía se ha acabado con el Nuevo Testamento, con el cual la Revelación de Dios estaría completa, haciendo de esta manera superflua toda profecía posterior. Lo que no impide que de tanto en tanto surjan profetas dentro de su propio seno, como los célebres pastorcillos de Fátima, por ejemplo.

LOS SECRETOS DE LOS PROFETAS.
Todos hemos oído hablar de profetas que son exitosos realizando profecías. Jeanne Dixon se hizo famosa pronosticando el asesinato de John Kennedy, por ejemplo, mientras que hasta el día se considera a Nostradamus como uno de los más acertados profetas de todos los tiempos. Y eso por no hablar de los profetas de la Biblia, que también se apuntan varias profecías con perfecto cumplimiento posterior, de creer a las Sagradas Escrituras. ¿Cómo lo hacen?
Existen varios trucos que usan los profetas para pasar sus profecías como exitosas. La más recurrida es el lenguaje oracular. Es decir, el profeta habla no en términos claros y diáfanos, sino lo suficientemente difusos y vagos como para que su profecía pueda interpretarse de varias maneras. Es famoso el ejemplo de la profecía que formuló la pitonisa del Oráculo de Delfos a Alejandro Magno, diciéndole: "Irás. Volverás. Nunca en la guerra perecerás". Cuando después falleció en Babilonia, a 2000 kilómetros de distancia de su hogar, y trece años después de salir del mismo, el Oráculo de Delfos se defendió diciendo que había afirmado: "Irás. ¿Volverás? ¡Nunca! En la guerra perecerás". Otro ejemplo muy claro de profecía formulada en términos confusos y poco explícitos es Nostradamus, cuyo lenguaje cargado de simbolismo ha permitido a sus fieles lectores interpretar sus profecías de muchas maneras distintas. Sintomáticamente, no se ha dado el caso de que se entienda el sentido cabal y exacto de una profecía de Nostradamus ANTES de que se produzca el evento crucial que supuestamente profetiza.
Otra técnica usada por los profetas es seguir la corriente al consultante y profetizarle lo que éste quiere oir. Es decir, a un general que vaya a librar una batalla se le profetiza que tendrá éxito en la misma, pero en términos ambiguos, para cubrirse en caso de un resultado nefasto, o a un pueblo oprimido se le profetiza su pronta liberación, como ocurre con muchas llamadas "profecías de consolación" en la Biblia. En cuanto a profecías del primer tipo, el Oráculo de Delfos hizo otro tanto con el rey Creso, quien en vísperas de la guerra contra los persas, habría preguntado por mensajeros si tendría éxito en la batalla. El Oráculo respondió: "si cruzas el Río Halys, destruirás un gran imperio". Al fina, el imperio destruido fue el propio de Creso, ya que éste perdió estrepitosamente. A nivel cotidiano también es recurrente que los tarotistas, consultados por sus clientes, profeticen que las cartas anuncian un nuevo amor, próxima solvencia económica, etcétera, todas noticias sumamente agradables de escuchar para cualquiera, aunque no tengan fundamento realista alguno.
También en materia de profecías existe la vieja técnica del autobombo, resaltando los éxitos y disimulando los fracasos. La mencionada Jeanne Dixon, famosa por su profecía del asesinato de Kennedy, por ejemplo, tiene también a su haber un sinfín de profecías fallidas, pero ella se cuida muy bien de divulgar estos casos en donde sus habilidades proféticas fallaron.
Y existe también la técnica de escribir la profecía a posteriori, una vez que los acontecimientos se han producido. En opinión de los expertos bíblicos, ésta es la razón por la cual muchas profecías del Antiguo Testamento aparecen como sorprendentemente exactas. La impostura se descubre en particular por los análisis gramaticales de los textos, que revelan las interpolaciones hechas por manos que no son las redactoras de los textos originales.

¿SON TODOS LOS PROFETAS UNOS CHARLATANES?
Visto de esta manera, parecería que todos los profetas son en realidad unos charlatanes que buscan aprovechar la credulidad de las personas para ganarse unos pesos, o bien fama y reputación, etcétera. ¿Es siempre esto así?
La respuesta es negativa. El móvil psicológico que induce a alguien a formular profecías no siempre es el lucro personal, aunque éste sea primario en muchos lectores de cartas, o en la gente que redacta horóscopos para la prensa escrita, o personalizados para los famosos. En no pocos casos hay gente que es humillada, perseguida e incluso asesinada por formular profecías que no son de gusto del monarca reinante. Muchas parábolas de Jesús, en los Evangelios, giran sobre el tema de que los judíos han matado profetas inspirados por Dios, y por tanto, no hay razón para que no vayan a hacer lo mismo con el Cristo. En este caso, el resorte psicológico es claramente otro, quizás la búsqueda de notoriedad, o la sensación de poder que involucra sentirse llamado especialmente.
En ese sentido, la actividad profética se conecta con las visiones inspiradas por Dios. La moderna Psiquiatría se encuentra hace tiempo en condiciones de explicar el fenómeno de las visiones proféticas, como una peculiaridad psicológica propia de ciertas personas, y han acuñado el término "neurosis de conversión" para explicarlas. Una neurosis de conversión es básicamente la sicosomatización de procesos neuróticos al interior de la persona, y está detrás de fenómenos religiosos tan variopintos como las visiones proféticas, las posesiones demoníacas, las conversiones súbitas, los dones o carismas ("hablar en lenguas"), etcétera. En resumen, muchas veces las visiones proféticas son síntomas de desequilibrio mental. Algunas veces, este desequilibrio mental encuentra concreción en cauces "institucionales", como ocurre cuando ocasionalmente algún sacerdote reclama haber tenido visiones proféticas dentro de la Iglesia Católica, pero en otras tantas, han generado "falsos profetas" que han creado sectas y llevado a la destrucción de sus miembros... Pero eso será tema para algún artículo futuro de EODLE.

12 enero 2006

EL SIONISMO.

La reciente enfermedad del Premier israelí Ariel Sharon ha vuelto a poner sobre la palestra la incertidumbre sobre el destino de israelíes y palestinos, un destino conjunto que empezó a forjarse a finales del siglo XIX, cuando el judío Theodor Herzl inventó el Sionismo. El Ojo de la Eternidad explica las claves para entender esta reivindicación política y religiosa de uno de los movimientos más fanáticos y fundamentalistas del siglo XX... que sigue bien vivo en el XXI.


[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Retrato de Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista, a finales del siglo XIX].

JUDAÍSMO Y SIONISMO.
Aunque a primera vista puedan parecer lo mismo, Judaísmo y Sionismo no son lo mismo. El Judaísmo es una religión, tan respetable como lo pueda ser cualquiera otra. El Sionismo, por su parte, es un programa político bien definido, que se relaciona con los judíos. En ese sentido, puede afirmarse que se puede ser judío sin ser sionista, pero que la fórmula contraria (ser sionista sin ser judío) es muy difícil, muy probablemente imposible, ya que en tanto concierne a los judíos, un no judío puede no tener mucho interés en el triunfo de la causa sionista, e incluso oponerse a ella, si se es un directamente perjudicado por la misma (como los palestinos). De hecho, así como hay judíos que son ardientes defensores del Sionismo, otros lo atacan con virulencia, como una traición a la esencia misma del Judaísmo.
Siendo un tanto simplistas, puede resumirse el programa político sionista en dos premisas básicas. Por una parte, el Sionismo plantea la necesidad de que exista una patria o Estado Nacional que sea un "hogar nacional judío", un país "tan judío como Inglaterra era inglesa" (en palabras de Winston Churchill). En segundo, esa patria judía no es otra sino la Tierra Prometida o el Sión histórico, la Palestina en donde hubo un Estado judío hace la friolera de dos a tres milenios atrás. Sin mucho análisis, ambos postulados son, por decir lo mínimo, peregrinos. ¿Cómo es posible que alguien, por muy judío que sea, haya llegado a tener ideas tan absurdas? Como siempre, la culpa es de una determinada concatenación de hechos históricos, que desembocaron en la situación actual, en donde a consecuencias del Sionismo, Palestina está dividida entre dos facciones, israelíes y palestinos, enfrentados a muerte.

LA DIÁSPORA JUDÍA.
El Judaísmo nació como una muy peculiar evolución del Yavismo, la religión nacional de un pueblo ya extinguido, los hebreos. Después de la catástrofe que hundió al Imperio Hitita y postró al Imperio Egipcio, hacia el año 1190 a.C., una serie de pueblos intermedios aprovecharon el vacío de poder para meterse en una carrera por la supervivencia. Entre ellos estaban los hebreos, adoradores de una deidad nacional llamada Yahveh, quienes un par de centurias después habían conseguido apoderarse de toda Palestina. El poderío hebreo, plenamente representado en el Templo de Jerusalén construido por el Rey Salomón, duró muy poco. A la muerte de este rey, el reino hebreo se dividió en dos, decayó, y fue pasto sucesivo de varios conquistadores extranjeros, hasta que finalmente el Imperio Romano dispersó sus restos a los cuatro vientos, después de las fracasadas rebeliones de los años 70 y 135 d.C.
En el intertanto, el Yavismo nacionalista hebreo había evolucionado en una religión de corte universalista, el Judaísmo. En ese sentido, el Judaísmo hubiera podido ser una religión ecuménica como el Cristianismo, abierta en principio para todos los seres humanos de la Tierra, pero el fracaso hebreo en crear un poderoso estado nacional convirtió al Judaísmo en una "religión de claustro", útil para transmitir una identidad como "pueblo en el exilio", pero no para captar nuevas almas. En ese sentido el Judaísmo, lejos de lanzarse a una labor "evangelizadora", se retrajo en un orgulloso aislamiento. El resultado fue que judíos y gentiles se entendieron muy mal, y siendo los judíos una minoría dispersa (una "Diáspora"), fueron ellos los perseguidos y acosados en todas partes.
En este contexto, pasados dieciocho siglos desde el desplome de las últimas esperanzas nacionalistas hebraeas hasta el surgimiento del Sionismo, el sentimiento de "crear una patria nacional judía" había desaparecido casi por completo. Cuando los judíos fueron expulsados de Inglaterra en 1290, por ejemplo, no discurrieron marcharse a Palestina, sino que se refugiaron en Europa del este, mientras que cuando fueron expulsados de España entre los siglos XV y XVI, tampoco hicieron otro tanto, sino que se marcharon a Italia, Holanda y el Imperio Otomano (sus descendientes, los sefarditas, siguen existiendo incluso hoy, y hablan una variedad muy antigua del castellano).

NACIONALISMO Y SIONISMO.
En la Europa del siglo XIX, las cosas cambiaron. El surgimiento de un poderoso movimiento nacionalista llevó al incremento del antisemitismo, ya que si bien podían no ser herejes contra el cristianismo, sí que podían ser "traidores a la patria", como crudamente lo demostró Hitler al inventar la leyenda de la "puñalada por la espalda" que los judíos le habrían pegado a los alemanes, para justificar la persecusión nazi. En este contexto, algunas afiebradas cabezas judías discurrieron la posibilidad de no ser molestados por los odiosos gentiles, por la vía de construir una "patria judía" que acogiera a todos los judíos del mundo.
El responsable de darle cuerpo a estas ideas fue un intelectual llamado Theodor Herzl (1860-1904). Nacido en Budapest, se tituló de abogado en Viena, y ejerció como corresponsal de prensa en París de un periódico liberal austríaco. Estando en Francia fue testigo del llamado Affaire Dreyfuss, en donde un capitán francés de tal apellido, y de origen judío, fue injustamente acusado de traición a la patria, y usado como chivo expiatorio para encubrir a otros altos jerarcas. Herzl se convenció entonces de que la asimilación de los judíos al mundo gentil no era la solución, porque según él, el antisemitismo era un elemento inmutable dentro de la mentalidad gentil, postulando entonces que los judíos del mundo deberían emigrar masivamente a una nueva tierra en donde pudieran fundar su propia patria.
Expuso sus ideas en un libro llamado "Der Judenstaat" ("El Estado Judío", 1896), en donde proponía un programa completo para la fundación de una organización internacional judía, destinada a crear el estado nacional judío. Esta organización se creó, en efecto, y es la Organización Sionista. Después, en 1902, publicó su novela "Altneuland" ("Vieja Nueva Tierra"), una obra utópica en donde describía el futuro estado nacional judío, su política, su organización institucional, etcétera (Herzl era abogado, a fin de cuentas). Según Herzl, la unión del esfuerzo judío a la ciencia y tecnología crearían una especie de utopía socialista, que sería una especie de luz para las restantes naciones. Es decir, el Sionismo estaba inficcionado desde el comienzo del nacionalismo decimonónico más ramplón, aquel que hacía a los alemanes pretender convertir a Alemania en el centro del mundo, a los franceses hacer lo mismo con Francia, y así sucesivamente.
El destino del Sionismo quedó sellado en 1905, durante el Séptimo Congreso Sionista. No todos los judíos estaban de acuerdo con el Sionismo, y de hecho, la escuela quietista de los Agudath Israel planteaban no pasar a la acción directa, como los sionistas, sino esperar tranquilamente a que Dios llevara a cabo finalmente sus designios. Pero como aún así el Sionismo cobraba bríos por momentos, el gobierno británico ofreció a los judíos un hogar nacional en Uganda (Africa Oriental), el 14 de Agosto de 1903. Con ello zanjaban la cuestión sionista de raíz, ganando de paso la posibilidad de tener un "estado satélite" judío en dichas tierras. La cuestión fue muy debatida entre los sionistas, pero al final éstos decidieron, en el mencionado 1905, que si iban a construir un hogar nacional, éste sería en Palestina. Con lo que empezaron los problemas.

EL SINIESTRO CUMPLIMIENTO DE LA ESPERANZA SIONISTA.
El Sionismo hubiera quedado acaso como una rareza histórica, de no ser por la Primera Guerra Mundial. Los judíos eran un factor muy importante dentro de la política inglesa y estadounidense, debido a que judíos prominentes como los banqueros Rothschild estaban muy bien conectados en el mundo financiero de Estados Unidos e Inglaterra. De ahí que, para congraciarse con ellos, Inglaterra poronunciara la famosa Declaración Balfour (1917), en que se prometía a los sionistas su anhelado hogar nacional en Palestina. Además, los británicos tenían en la mira la necesidad de desmembrar al Imperio Otomano, que en la Primera Guerra Mundial había participado del lado alemán, y para eso, nada mejorq ue instalar aliados en los antiguos territorios otomanos (Palestina lo era). O sea, todos ganaban, británicos y judíos... salvo los palestinos, ocupantes milenarios de aquellas tierras, que de pronto vieron como las compuestas de la inmigración judía se abrieron de par en par. En realidad, los judíos ya habían comenzado a infiltrarse desde el surgimiento del sionismo, fundando sus colonias kibbutz, pero desde la Primera Guerra Mundial el proceso se aceleró, por el apoyo institucional británico a la causa sionista.
De este modo, a la vuelta de pocos años, se creó una substanciosa comunidad judía en Palestina, que empezó a violentar a los palestinos allí residentes, que eran inocentes de todas estas maniobras políticas.
Después del cataclismo social que representó el Holocausto, el exterminio sistemático e inhumano de seis millones de judíos en la Europa del Tercer Reich, las cosas se precipitaron. Estados Unidos e Inglaterra ganaban mucho con la creación de un nuevo Israel: creaban un estado "vasallo" en el Medio Oriente que fuera un tampón contra la Unión Soviética, contentaban a los magnates judíos de sus respectivas naciones, y de paso hacían relaciones públicas ante una opinión pública internacional hondamente sensibilizada con el drama que los judíos habían vivido durante la Segunda Guerra Mundial. Así, en 1948, se le dio el vamos a un flamante nuevo Estado judío: Israel.
Las consecuencias no se han hecho esperar: cuatro guerras internacionales (1948-49, 1956, 1967 y 1973), terrorismo internacional a gran escala, y lo peor, desplazamiento de enormes cantidades de palestinos refugiados. El último episodio de este drama, a la fecha, lo protagonizó el Primer Ministro de Israel, Ariel Sharon, cuando en 2002, sin mediar provocación palestina alguna, se dio un paseo por un sector de Jerusalén muy simbólico para los musulmanes (la llamada "explanada de las mezquitas"), con alta exposición mediática, a fin de presionarlos psicológicamente e inducirlos a un estallido de violencia que dura hasta el día de hoy.

¿ERA NECESARIO TODO ESTO?
Aunque en EODLE privilegiamos los hechos por sobre las cuestiones éticas, cabe al menos hacer una revisión somera de la legitimidad del Sionismo. Hay dos alternativas para justificar el Sionismo desde el punto de vista moral. Una de ellas es la teoría de que los judíos debían ser reparados por el sufrimiento milenio que les ocasionó el antisemitismo y sus promotores. Sin embargo, por pura lógica, este sufrimiento no tiene por qué ser compensado causándole un sufrimiento idéntico (quizás no en "tamaño", pero sí en entidad moral) a un tercer pueblo que nada tiene que ver con todo el asunto, como es el caso de los palestinos. La segunda posibilidad es considerar que el derecho que tienen los sionistas a un "hogar nacional" en Palestina es preferente porque en realidad ellos son el Pueblo Elegido, interpretación que entra dentro de todo lo terreno religioso, y que en definitiva no es más que una actualización de los viejos argumentos esgrimidos a favor de la Guerra Santa: mi religión es superior a la tuya, yo soy un creyente y tú eres un infiel, etcétera. Por supuesto que de dicha superioridad hay tantas pruebas como de la superioridad de la confesión católica sobre las restantes, o de los nazis sobre los "no arios", es decir, ninguna.
Y lo que es peor: el antisemitismo que los sionistas esgrimían como justificación, ha amainado grandemente durante el siglo XX. De este modo, muchos judíos han podido asimilarse y prosperar sin problemas en el mundo occidental. Pocas personas se detienen a pensar que son judíos, o al menos proceden de familias judías, gentes tan prominentes como los científicos
Albert Einstein, Robert Oppenheimer (el padre de la bomba atómica), Stephen Jay Gould, Carl Sagan, Paul Ehrlich, Paul Samuelson (el economista), Ilya Prigogine (el físico) y Jonas Salk (el inventor de la vacuna contra la poliomielitis), los músicos clásicos y populares Leonard Bernstein, Sammy Davis Jr., Paula Abdul, Bob Dylan y George Gershwin, los escritores Franz Kafka, Isaac Asimov, el dibujante Art Spiegelmann, los showman Harry Houdini, Jerry Seinfeld y Marcel Marceau, la empresaria Estée Lauder, los directores Steven Spielberg, Barry Levinson y Mel Brooks, y los actores y actrices Natalie Portman, Goldie Hawn, Alicia Silverstone, Ellen Barkin, Lisa Bonet, Roseanne Barr, Lauren Bacall, Dustin Hoffman, Shirley Temple y William Shatner. Y pocos de ellos, si es que alguno, puede considerarse un sionista.
Como escribió Isaac Asimov en sus "Memorias", enrostrando a un sionista: "Es un error pensar que porque un grupo haya sufrido una gran persecusión, esto sea una señal de que son virtuosos e inocentes. Podrían serlo, sin duda, pero el proceso de persecusión no es prueba de ello. La persecusión simplemente demuestra que el grupo perseguido es débil. Si hubiesen sido fuertes, por lo que sabemos nosotros, podrían haber sido los perseguidores". Y muy en el fondo del Sionismo y la doctrina de un Eretz Israel para los judíos, late justamente esa convicción, de que los judíos son puros, inocentes y superiores.

14 septiembre 2005

SOBRE EL PAPA PÍO XII, EL "MATADOR DE JUDÍOS"

Eugenio Pacelli, A.K.A. Su Santidad Papa Pío XII, el hombre que gobernó el Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial, y cuyo silencio cómplice sobre las matanzas de judíos en la Alemania Nazi están más que bien documentado, ha sido objeto de varias polémicas e investigaciones. Una de esas polémicas se suscitó por el filme Amén, de Costa Gavras, exhibido en Chile hace algunos años atrás en medio de la más completa indiferencia de los medios periodísticos masivos. Hemos hallado un estupendo artículo sobre el tema, en el sitio de Red Voltaire, que debido a su extensión (cerca de 6.000 palabras) hemos preferido no reproducir, pero que de todas maneras, puede ser consultado pinchando aquí. Bon appetit!!

10 agosto 2005

LA BIBLIA SEGÚN GUSTAVO DORÉ

Gustavo Doré es uno de los más famosos grabadores del siglo XIX. Sus grabados ilustran obras de Dante Alighieri, Miguel de Cervantes, John Milton, William Blake... Y la Biblia, por supuesto. Aquí va una pequeña selección.


La historia de la Torre de Babel es harto conocida. Esta es la visión de Doré sobre esos simpáticos paganos dando saltos alrededor de la obra arquitectónica que los llenaba de orgullo.


El Diluvio Universal. Todos quienes han pintado o grabado la escena, se han solazado de lo lindo mostrando a los pobres desgraciados pecadores mientras se ahogan. ¿Quién dice que la televisión de hoy en día inventó el sadismo?


La muerte. De los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, éste es el más huesudo de todos, algo que Doré sabía bien, parece ser.


Un poco de contubernio bíblico. Como Abraham era estéril, su esposa Sarah le mandó a su esclava Agar de cortesía, para que tuviera descendientes (ésas eran esposas, no como ahora). Pero como Agar se puso cada vez más insolente, pues Abraham tuvo que echarla de una. La escena es aún más triste, si se recuerda que en esa época no existía el juicio por alimentos.


En esta, vemos como Caín acaba de asesinar a Abel, que yace fiambre en el suelo. Así es como lo narra el Génesis, poco después de que echaran a los padres de ambos a patadas del Paraíso.

Más adelante trataremos de tener otras ilustraciones fresquitas, sobre los temas que trata EL OJO DE LA ETERNIDAD, por supuesto (el de Doré, en este caso).