07 octubre 2007

TRAS LA BIBLIA (11): LA TORRE DE BABEL (GÉNESIS 11).


El capítulo 11 del Génesis contiene una de las historias bíblicas más conocidas: la Torre de Babel. Su redacción pertenece al Yavista, en los versículos 1 a 9. El resto, con la excepción de los versículos 28 a 30, no tienen nada que ver con la Torre, y son un añadido del Sacerdote, en la práctica de uno de sus deportes favoritos: meter genealogías, en este caso de Sem a Abraham. Por lo que, obligados a comprimir un tanto, nos referiremos sólo al asunto de la Torre.

La versión bíblica indica que en la llanura de Senaar, un grupo de orientales se dedicó a hacer ladrillos y construir una Torre que pudiera llegar hasta el cielo. Yahveh bajó a la ciudad (un rasgo antropomórfico típico del Yavista: Yahveh se mueve de un lugar a otro, y no está en todas partes ni es omnipresente como nuestro Dios actual), y al ver la obra, confundió sus idiomas. Como el lugar es de confusión, fue llamado Babel (ambas palabras suenan parecidas en hebreo).

A pesar de su trasfondo legendario, este relato presenta inesperados ribetes históricos. La llanura de Senaar es en realidad el nombre hebreo de Sumeria, y Babel no es otra sino Babilonia, la ciudad más importante de la región. Sumeria no es la civilización más antigua de Mesopotamia (antes predominó la llamada Cultura de El Obeid), pero sí es la más antigua que recuerdan los cronistas bíblicos, porque incluso los propios mesopotamios sabían poco sobre sus ancestros obeidianos, hasta el punto que Eridu, la principal ciudad de tiempos de El Obeid, tenía orígenes simplemente míticos (anteriores al Diluvio). En Babilonia, por su parte, existía un enorme ziggurat, un templo de forma más o menos piramidal, que puede ser la base de la leyenda de la Torre.

Por otra parte, Babilonia era conocida como una ciudad cosmopolita, debido a que era el principal nudo de rutas comerciales en todo el Medio Oriente. Por lo tanto, es natural que en sus calles se hablaran más idiomas que en ninguna otra ciudad del mundo. Para una sociedad fuertemente autárquica y nacionalista como aquella en la que vivió el Yavista, hacia el año 850 AC, es obvio que el ecumenismo babilónico haya sido algo desagradable, propio de masas carentes de identidad, y de ahí el tinte enormemente negativo que tiene su descripción de Babilonia. Para el Yavista, el cosmopolitismo no era resultado de la prosperidad comercial, sino un castigo de Yahveh por su orgullo en construir un enorme ziggurat. El Yavista no siempre muestra la mejor comprensión de los acontecimientos históricos.

Resulta irónico que esta confusión de naciones le resulte tan antipática al Yavista, cuando él mismo escribirá más adelante que todas las naciones del mundo serán bendecidas por Abraham (Génesis 12:1-3). Esto es pura propaganda religiosa: el crimen de Babilonia no era el cosmopolitismo, a fin de cuentas, sino la pretensión de agrupar a todas las naciones sin la guía del verdadero Dios (el del Yavista, claro está).

Es posible que el Yavista se haya inspirado en una historia anterior sobre una gran torre construida en Eridu, la ciudad "anterior al Diluvio" según la mitología sumérica (que el Yavista demuestra conocer bien). Según esta teoría, Nimrod, el rey cazador que conquista Babel en Génesis 10:10, podría ser el constructor de la Torre, y un trasunto de Enmerkar (Enmer el Cazador), rey de Uruk, a quien se atribuye la construcción de la Torre de Eridu en la mitología sumérica. Sin embargo, esta teoría es meramente especulativa, aunque la leyenda de Enmerkar presenta algunos paralelos bastante sugestivos con el relato de la Torre de Babel, incluyendo la idea del castigo de los dioses contra Enmerkar por su arrogancia.

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