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24 diciembre 2006

EL NACIMIENTO DE JESÚS.

Casi no conocemos antecedentes biográficos sobre Jesús de Nazaret. Sobre su nacimiento, que es recordado en la fiesta de Navidad, no se sabe absolutamente nada, y las historias sobre este hito están trufadas de manipulaciones. ¿Por qué se celebra la Navidad el 25 de Diciembre? ¿Es verdadero el relato bíblico sobre el nacimiento de Jesús? Y si no es así, ¿por qué los evangelistas se tomaron la molestia de falsificarlo? El Ojo de la Eternidad explora los misterios en torno al nacimiento de Cristo, el mismísimo epicentro de una cronología que se mide por años "antes de Cristo" y "después de Cristo".


[IMAGEN SUPERIOR: "La Sagrada Familia con Santa Ana", pintura de Peter Paul Rubens, realizada aproximadamente entre 1626 y 1630. Ana es, según la tradición bíblica, la madre de María, y por tanto, abuela de Jesús. El tema de la Sagrada Familia ha sido muy socorrido en pintura, con motivos pietistas, y además, por dar la ocasión de representar a una familia en actitud tranquila y serena].

EL JESÚS QUE FUE Y EL JESÚS QUE CONOCEMOS.
Como hemos insistido varias veces en El Ojo de la Eternidad, sobre el Jesús histórico es poco y nada lo que se sabe, hasta el punto que una escuela de historiadores positivistas a ultranza llegaron a dictaminar que Jesús nunca había existido en realidad, sino que era una invención de los primeros cristianos. En la actualidad se piensa que Jesús de Nazaret sí existió en verdad, aunque su vida tuvo que haber sido por fuerza, dadda la época y la cultura de su entorno, bastante diferente a cómo la refieren los Evangelios, o cómo los cristianos tratan de hacerla aparecer.
Una de las historias que más dudas siembran sobre Jesús, es la de su nacimiento milagroso. Los datos sobre el particular ya ni siquiera son mínimos, es que ni siquiera existen, y por tanto, no hay nada que corrobore el testimonio de Mateo y Lucas, los dos evangelistas que recogen la historia (sintomáticamente, ni Marcos ni Juan se refieren al particular). Pero esto no es inconveniente para que los investigadores, escudriñando una y otra vez los textos bíblicos y comparándolos con nuestros conocimientos históricos, geográficos, mitológicos y sociales, hayan podido llegar a algunas extrañas conclusiones sobre el particular.

LA FECHA Y EL LUGAR DE NACIMIENTO.
Para empezar, no hay seguridad ni de la fecha, ni del lugar de nacimiento de Jesús. Todos los relatos bíblicos señalan que Jesús procedía de Nazaret, por lo que su nacimiento en Belén es una pequeña aberración, en una época con escasa movilidad geográfica. Para esto hay dos opciones: la familia de Jesús era de Belén y se movió a Nazaret, o la familia siempre fue de Nazaret, y nació en Belén por circunstancias extraordinarias.
Mateo parece inclinarse por la primera alternativa. Cuando refiere el regreso desde Egipto, señala que prefiere no regresar a Judea, sino marchar a Galilea, a la ciudad de Nazaret, para escapar de Arquelao, el hijo de Herodes [Mateo 2:22]. Además, Mateo se empeña en demostrar una genealogía davídiva para Jesús [Mateo 1:1-17], y localizándolo en Belén, el hogar ancestral del rey David [1-Samuel:16-1]. Pero para todos era evidente que Jesús era no judío de Judea, sino galileo, por lo que tenía que darle explicación a esto.
Lucas, por su parte, se inclina por la segunda. Plantea sin ambages que la ciudad familiar de Jesús era Nazaret [Lucas 2:1-5], y achaca el nacimiento en Belén a una orden imperial, cumplida a través del censo de Quirino.
O sea, Mateo dice que Jesús era de Belén, y creció en Nazaret por razones políticas. Y Lucas, que siempre fue de Nazaret, y su nacimiento en Belén fue puramente accidental.
Todo esto tiene su motivo, por supuesto. En la época de Jesús, los galileos eran "judíos nuevos", ya que sólo hacía algo más de un siglo que habían sido incorporados a la judería, después de que Galilea fuera conquistada por los reyes Macabeos. En ese sentido, que Jesús fuera de Galilea y no de Judea, era una especie de descrédito, ya que no era "judío antiguo". El hacerlo nacer en Belén, nada menos que la ciudad del rey David, era clave entonces para hacer a Jesús un poco más respetable, a los ojos judíos.
El problema es que ambas historias son espúreas. Mateo justifica el viaje Belén-Egipto-Nazaret por la persecusión de Herodes, la famosísima Matanza de los Inocentes, pero por muy manchadas que tuviera Herodes las manos con sangre, lo cierto es que no hay testimonios históricos contemporáneos de tal evento. Ni siquiera lo registra Flavio Josefo, el historiador judío que describió en varios tomos, con minuciosidad maníaca, los sucesos del mundo hebreo de aquel tiempo. En cuanto al censo de Quirino, si bien éste es histórico (Flavio Josefo lo registra), no lo es en cambio la orden de que cada uno se empadronara en su propio lugar de nacimiento, lo que hubiera originado unos cuantos problemas para todos aquellos viajantes, como comerciantes y caravaneros, que hubieran debido dirigirse a sus lugares de nacimiento. En vez de ello, hubiera bastado con preguntarles directamente. Por lo tanto, ambas historias carecen de base real, en lo que a justificar el nacimiento de Jesús en Belén se refiere. Por lo que el lugar del nacimiento de Jesús, suponiendo que no haya sido en verdad Nazaret y que los evangelistas hayan querido ocultarlo, es una incógnita.
En cuanto al tiempo, es otro enigma. Herodes el Grande, padre de Arquelao, murió en 4 ¡antes de Cristo! Y el censo de Quirino, por su parte, fue en 5 después de Cristo. Suponiendo que ambas historias tuvieran alguna relación con el nacimiento de Cristo, cosa que es dudosa, aún quedarían al menos unos diez años entre una fecha posible y otra.

EL PESEBRE, EL PORTAL Y OTRAS COSAS RELACIONADAS.
Cayéndose ambos relatos evangélicos por la base, es poco lo que queda. Los evangelios apócrifos, en realidad, no aportan mucho más de interés histórico. Algunos de ellos, en verdad, no son sino cuentos piadosos sobre el evento. Pero no por ello deben ser menospreciados. Historias como el "Protoevangelio de Santiago" son claros antecedentes de muchas tradiciones navideñas, incluyendo la presencia de los animales en el pesebre, entre otras cosas.
La iconografía tradicional incluye reyes magos, pastores, estrellas, animales, etcétera. Si ni siquiera los cronistas evangélicos conocían bien claramente la historia de Jesús (o acaso conociéndola, decidieron alterarla), ¿de dónde salió entonces todo esto?
La respuesta es: de la mitología. No se debe olvidar que en esa época, el Medio Oriente era un gigantesco caldo de cultivo de cultos, ideas, mitos y religiones, debido a la omnipresencia del Imperio Romano, que aseguraba el contacto pacífico entre numerosas culturas y tradiciones diferentes. El asociar a los grandes personajes con estrellas es cosa vieja, y casi al mismo tiempo del nacimiento de Jesús, el poeta romano Ovidio, de manera completamente independiente, afirmaba que Julio César, al morir, se había transformado en una estrella. La base mitológica para afirmar la existencia de una Estrella de Belén estaba ahí, entonces.
El retrato del nacimiento de Jesús, por su parte, reproduce varios motivos propios del Sonnenmensch, del héroe solar cuya función mítica es redimir a la Humanidad. Así, está presente el nacimiento virginal y por intervención divina, prueba de la calidad divina, o al menos sobrehumana, del héroe, que es común a Cristo, Rama, Buda, Perseo, Isaac y Sansón. También está la persecusión por parte de un poder maligno, que en el caso de Cristo es Herodes, y que es común a Moisés, Sargón, Ciro, Rómulo y Remo, Perseo, etcétera. La presencia de hadas o protectores, tales como la loba de Rómulo y Remo, o los pastores que salvan a Ciro, también aparece, aquí emblematizado por los Reyes Magos. Es decir, el nacimiento de Jesús ha sido diseñado conforme a una densa labor de ingeniería mitológica.

¿POR QUÉ TODO ESTO?
De manera que sobre el nacimiento de Jesús no hay datos históricos concretos, y en reemplazo, los Evangelios han tejido una trama que han permitido configurar a Cristo como un Sonnenmensch. Esto era tan evidente incluso para los mismos contemporáneos de los evangelistas, que algunos maliciosos no tardaron en inventar la pintoresca leyenda (nunca comprobada como histórica, por cierto), de que la leyenda del embarazo virginal de María pretendía encubrir en verdad que ella había sido violada por un centurión romano llamado Pantera, y que por ende, Jesús era un mestizo, hijo de romano y de judía. Pasando estas curiosas tradiciones, ¿cuál es la razón que movió a los evangelistas a inventarse todo un relato fantástico sobre el nacimiento de Jesús?
Lo primero que debe tenerse en cuenta, es quién redactó los Evangelios, para qué, y para quién. Los evangelistas no eran cronistas históricos ni pretendían serlo, a la manera como lo era su contemporáneo Flavio Josefo. Su intención era, principalmente, hacer propaganda de las nacientes ideas asociadas al Cristianismo. La mentalidad de la época podía aceptar esto, con la misma tranquilidad con la cual se acepta hoy por hoy que la publicidad de los detergentes mienta sobre su propio producto ("¡el mejor detergente del mercado, lava más blanco que cualquier otro!"). En esa época, el mundo grecorromano era un gran caldero de religiones entremezcladas que luchaban fieramente por ganar prosélitos, a veces riñéndose y a veces entremezclándose unas con otras. De ahí que la necesidad de obtener publicidad fuera tan angustiantemente vital. Nada había de malo, para la mentalidad de la época, en inventarse que el profeta particular de uno fuera en realidad un héroe solar. En verdad, si no lo hubieran hecho, nadie hubiera hecho caso de un predicador con tan pocas "credenciales divinas". Entonces, como ahora, la gente se deja convencer más por argumentos emocionales que por el peso de la razón. Las ideas del Cristianismo quizás fueran o no magníficas, pero serían seguramente un fracaso si no iban envueltas en los colores alegres y vivaces de un héroe solar que las defendiera, así como en publicidad un producto tiene más aceptación cuando es promovido por una modelo o un futbolista, que por una persona común y corriente.
De ahí que los evangelistas, para ocultar su ignorancia, o acaso para limar los aspectos menos confesables de su héroe, se decidieran, con perfecto espíritu de publicidad del siglo XX, a transformar al Jesús histórico, que con toda probabilidad tuvo un nacimiento normal como cualquier otro hijo de vecino, en un festival de prodigios y tradiciones varias.

06 agosto 2006

¿EXISTIÓ JESÚS...?

La existencia de Jesús de Nazaret como personaje histórico está tan sentada en la mentalidad popular, que cuesta salirse de ella para hacerse una cuestión vital: ¿cómo sabemos realmente que Jesús existió? ¿Son los Evangelios fuente de información histórica suficiente...? El Ojo de la Eternidad aborda la gran cuestión religiosa: ¿cómo sabemos que Jesús verdaderamente existió...?


[IMAGEN SUPERIOR: La crucifixión de Jesús, según la Crónica de Nüremberg, uno de los primeros libros impresos en Europa, en el siglo XV].

LA EVIDENCIA DE LA EXISTENCIA DE JESÚS.
¿Cómo sabemos que Jesús existió? Para la mayor parte de la gente, la respuesta se da por descontado: los Evangelios sinópticos (es decir, los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que son los que constan en la Biblia canónica, concretamente en el Nuevo Testamento) dicen que existió y refieren su historia. Y esto sería suficiente.
El problema es que, en un análisis más serio, esto no resulta suficiente. Sucede que en los Evangelios se narran eventos de carácter sobrenatural, que tienen muy poco de históricos. ¿Qué diríamos de un texto histórico en donde Napoleón Bonaparte apareciera multiplicando los panes y los peces para alimentar a la Grande Armée en la Rusia de 1812? ¿O uno en donde Cristóbal Colón convirtiera el agua del mar en vino para aliviar los padecimientos de su tripulación? Diríamos que tales cosas son imposibles, porque Napoleón o Colón eran simples humanos, y un humano no puede hacer esas cosas. Pero se supone que Jesús no era humano, sino divino, y por eso hacía todo lo que dice en los Evangelios, ¿no? Pues bien, ¿cómo sabemos que hizo todo eso, a diferencia de Napoleón y Colón, que no podían obrar milagros? Pues porque los Evangelios lo dicen... O sea, se trata de un círculo vicioso: sabemos que Jesús existió porque lo dicen los Evangelios, y al mismo tiempo, los Evangelios son ciertos porque narran las peripecias de un hombre divino que sabemos que existió porque los Evangelios también lo dicen... Por ese camino también podríamos argumentar que Gandalf existió, porque en "El Señor de los Anillos" se recopilan sus verdaderos y ciertos milagros...
Entonces la pregunta de cómo sabemos si Jesús existió, no es tan simple de responder.

LAS DUDAS SOBRE JESÚS.
El problema con los Evangelios es que fueron escritos por gente allegada a Jesús, sus primeros seguidores. Como en esa época el Cristianismo era todavía una secta judía, los que se atrevían a ser cristianos la tenían difícil, y por tanto, serlo exigía una gran valentía personal. La misma que puede llevar a un cronista o un historiador a adulterar los hechos, pasando por sobre la verdad objetiva, para contarnos cosas que nunca ocurrieron del modo en que dichas cosas tuvieron en verdad lugar.
Durante siglos, la historicidad de los Evangelios estuvo completamente fuera de dudas. El enorme peso que tenía la Iglesia Católica impidió cualquier estudio crítico o historiográfico sobre éstos, y por tanto, las dudas personales que los historiadores pudieran cobijar, debieron quedar para su fuero interno. Después de todo, la Iglesia había mandado a la hoguera a Giordano Bruno en 1600 por atreverse a predicar la infinitud del universo, y contradecir así la historia de la Creación según el Génesis.
Todo esto cambió en el siglo XIX. Los hijos de la Ilustración y el Racionalismo decidieron que había llegado la hora de desembarazarse del lastre cultural de la Iglesia, a la que acusaban de fomentar la superstición y el oscurantismo. Se lanzaron a estudiar entonces los Evangelios, y lo que encontraron fue objeto de una gran sorpresa. Porque lo cierto es que los Evangelios, lejos de ser textos monolíticos e históricamente incuestionables, estaban llenos de errores, omisiones y contradicciones que no resistían un análisis lógico demasiado severo.
No entraremos en el detalle de estos errores, pero sí abordaremos una de sus consecuencias: se descubrió que la figura de Jesucristo había sido modelada según el mito del "héroe solar", el Sonnenmensch. De esta manera, Jesucristo pasa por un nacimiento virginal, sobrevive a un gran peligro apenas recién nacido, pasa algunos años de preparación, emprende su misión, cae en las garras del mal, muere y resucita, y vence definitivamente al mal. Como hemos mencionado antes en El Ojo de la Eternidad, este es el libreto sobre el cual se construyen muchos héroes míticos: Zeus, Osiris, y más modernamente, Luke Skywalker, Superman y Neo. De lo cual dedujeron que Jesucristo era una pura leyenda o invención, y que jamás existió.
Sin embargo, ¿era realmente posible que nunca hubiera existido Jesús de Nazaret...?

LAS PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE JESÚS.
En el fondo, los historiadores hipercríticos del siglo XIX cometieron el mismo error lógico que los cristianos, pero a la inversa: los cristianos decían que parte de los Evangelios eran creíbles, y luego, todos ellos tenían que ser ciertos, y los historiadores críticos, que parte de ellos eran falsos, y por tanto, todos ellos tenían que ser un embuste. Pero como suele suceder, la verdad parece estar en algún punto medio.
Como dijimos, los Evangelios son una fuente interesada. Quienes escribieron los Evangelios, no tenían intención de hacer historia, sino apología: no les interesaba referir la historia exacta de Jesús de Nazaret para hacer un estudio crítico sobre él, sino hacer propaganda de sus ideas para promover las ideas cristianas. Por tanto, si encontráramos fuentes no cristianas sobre Jesús, podríamos confiar en que éstas serían más fieles, por ser a su vez más imparciales.
Y lo cierto es que esas fuentes existen. Entre los judíos, el más destacado historiador del siglo I fue Flavio Josefo. Este escribió dos libros, las "Antigüedades de los judíos" y las "Guerras de los judíos", en las cuales menciona muy a la pasada la existencia de un profeta llamado Jesús, que hacía milagros en aquel tiempo. Y aún más allá, en el ámbito romano, los historiadores Tácito ("Anales") y Suetonio ("Vida de Calígula") mencionan la existencia de un líder religioso judío llamado Jesús.
Puede parecer sorprendente lo parco de dichas menciones. ¿No fue acaso Jesús un gran personaje, un hombre extraordinario? Para nosotros sí, porque fundó el Cristianismo, pero para ellos, Jesús debió haber sido otro judío más, como muchos líderes religiosos que hubo entre ese pueblo en aquel tiempo. Y los judíos no eran un pueblo muy importante en el Imperio Romano. Lo raro, en ese sentido, es que algún romano hubiera dedicado una obra entera sólo a Jesús.
Si asumimos entonces que existió un Jesús, y que fue un líder religioso judío, cobra más sentido entonces que los Evangelios describan a Jesús como un judío.
Claro que todo esto prueba la existencia real de un líder religioso judío llamado Jesús de Nazaret, que obró aproximadamente en torno del año 30, y que falleció de manera violenta. Por supuesto que no es prueba alguna de que Jesús haya realizado todos los milagros que se le atribuyen, y menos, que haya sido el Hijo de Dios. Pero al menos, los cristianos pueden irse a la cama algo más aliviados. Después de todo, Jesús existió, y si bien los documentos de la época no prueban su divinidad, tampoco son prueba en contrario, por lo que eso sigue, de momento, entregado a la fe y las convicciones personales de cada uno...

02 julio 2006

ALREDEDOR DEL EVANGELIO DE JUDAS

Hace un tiempo atrás hubo un nuevo revuelo en el área de los conocimientos religiosos, ahora por la revelación de que Judas Iscariote, sindicado durante mucho tiempo como el traidor a Jesús, habría supuestamente escrito su propia versión de los hechos. ¿Qué hay de verdad sobre el "Evangelio de Judas"? ¿De verdad cambiará nuestra visión de lo sucedido en torno a Jesús de Nazaret? El Ojo de la Eternidad aborda este nuevo ángulo del más controvertido de los apóstoles.


[IMAGEN SUPERIOR: El suicidio de Judas, esculpido hacia el año 1120 o 1130 en la Catedral de San Lázaro en Autun, Francia. Esculpida probablemente por Gisleberto, representa una escena canónica de la mitología de Judas: nótese los demonios que rondan por debajo].

EL MITO DE JUDAS ISCARIOTE.
Más allá de la existencia real de Judas Iscariote como personaje histórico, es indudable que en torno a él se ha tejido una verdadera mitología. Esto se debe a una cuidadosa campaña emprendida por los cristianos, y muy en particular la rama católica, para darle un determinado papel. Todas las religiones necesitan una serie de roles a la hora de elaborar su mitología. Uno de estos roles es el traidor, la némesis que desencadena todos los acontecimientos que llevarán a la grandeza del héroe. La Iglesia Católica decidió que ese rol le convenía a Judas Iscariote, e hizo lo imposible por enfatizarlo. Que se llamara Judas (nombre más o menos común en la tradición bíblica, como lo prueba por ejemplo Judas Macabeo, anterior en un par de siglos a Jesucristo) sirvió para ponerlo como ejemplo de "perfecto judío", y de esa manera, fomentar el antisemitismo en la Edad Media. En la "Divina Comedia", que Dante Alighieri escribió a comienzos del siglo XIII, y que puede ser estimada como poseedora de una correctísima y ortodoxa cosmovisión de acuerdo a los cánones católicos de la época, Judas Iscariote es sepultado en el más profundo de los círculos del Infierno, junto con Bruto y Casio, condenados los tes como los mayores traidores de todos los tiempos, y nada menos que Satanás en persona es el encargado de hacerles sufrir su castigo. Incluso en la actualidad, aún en la Semana Santa se hacen quemas de judas en efigie...
Al mismo tiempo, Judas Iscariote ha planteado siempre un delicado problema teológico, que se entrelaza con otra cuestión más profunda, ésta de índole metafísica: la raíz del mal. La cuestión es la siguiente: ¿cómo puede Dios ser infinitamente bueno, y al mismo tiempo omnipotente? Piénselo bien: si es infinitamente bueno, entonces el mal no puede salir de él, y por tanto, no es omnipotente, porque hay un agente externo a él que se capaz de resistirse a su bondad. Y si es omnipotente, entonces podría haber derrotado al Mal desde el comienzo (es más, nunca habría surgido), y por tanto, al permitir el mal no es infinitamente bueno. Aplicado esto al problema de Judas Iscariote, la cuestión es la siguiente: si Judas Iscariote fue realmente tan malvado que traicionó a Jesús, y lo hizo por sí mismo y sin injerencia divina alguna, ¿cómo puede estar más allá de la redención de un dios infinitamente bueno? ¿Y cómo pudo un dios infinitamente omnipotente permitir el mal supremo de la muerte de su propio Hijo...?
Los gnósticos tenían muy clara la respuesta a esta cuestión. Para los gnósticos, los seres malvados no son los villanos, sino "la otra cara de la moneda". Para que exista el bien, debe existir el mal. Esta noción de que el mal debe ser tolerado por "los buenos" no es católica, sino gnóstica. Algo de esto vemos en el Evangelio de Judas.
[También hay una respuesta mitológica: en varias ocasiones, en EODLE, hemos comentado que la figura de Jesucristo ha sido elaborada de acuerdo a un patrón mítico, el del Sonnenmensch o héroe solar. Pero eso es harina de otro costal].

LOS GNÓSTICOS.
Desde siempre han existido místicos con delirios de grandeza, que sostienen ser espiritualmente superiores al resto de la Humanidad ignorante, y que pueden hablar cara a cara con Dios, y por tanto, son sostenedores de la Verdad Suprema. Ni siquiera la propia Iglesia Católica ha sido inmune a esto, y por sus filas han militado varios de esta condición: Pablo de Tarso, Ireneo de Lyon, Agustín de Hipona... Pero no son considerados de esta manera porque la historia oficial que manejamos, ha sido escrita por los triunfadores, y siendo la Iglesia Católica la institución religiosa más poderosa de todo Occidente, se debe investigar un poco para deshacer la maraña de deformaciones con la que han cubierto a la Historia.
Los gnósticos eran místicos filosóficos, pero "del bando contrario". A partir del despertar del racionalismo jonio del siglo VI a.C., con filósofos como Tales de Mileto, Anaximandro, Parménides, Heráclito, Pitágoras, etcétera, los místicos comenzaron a hacer nata. A partir de Platón se consolidó una tradición de filosofía mística que consideraba al espíritu como algo bueno, y a la materia como algo maligno, la fuente de la maldad. Cuando los gnósticos descubrieron la existencia del Cristianismo, algunos de ellos hicieron una mixtura entre el Cristianismo y el Gnosticismo. No era la primera vez que hacían algo semejante. Por ejemplo Filón de Alejandría, un personaje algo anterior a Jesucristo, había mezclado la filosofía platónica con el Judaísmo: para Filón, el Logos (el principio racional del universo, según los griegos) era más o menos equivalente a la Palabra de Dios del Génesis (sutilezas filosóficas de más o de menos), idea que después fue tomada por los teólogos cristianos. Muchos gnósticos adaptaron entonces sus ideas al Cristianismo, de manera tal que ahora Dios era identificado con el espíritu, y el Demonio con la materia. Y llegaron aún más lejos: como pasan muchas cosas malas en el mundo, y eso es porque éste es material, pues bien, entonces el Dios del Antiguo Testamento, creador del mundo según el Génesis, debe ser en verdad un agente maligno, un demiurgo inferior al verdadero Dios, pero no dios en sí mismo, o acaso quizás el propio Demonio.
De ahí que los gnósticos comenzaron a revalorizar a los personajes considerados usualmente como negativos dentro de la tradición bíblica. Caín, por ejemplo, fue revalorizado como rebelde, ya que su rebelión estaba dirigida contra el Dios del Antiguo Testamento. Y de ahí igualmente que Judas Iscariote haya sido bien considerado entre los gnósticos.

EN TORNO AL "EVANGELIO DE JUDAS".
Como los católicos ganaron y los gnósticos se extinguieron (aunque no sus ideas, que han pasado como un virus por los siglos, como lo prueban las actuales creencias de la Masonería), los textos gnósticos dejaron de ser reproducidos. Por tanto, hasta fecha reciente conocíamos al Gnosticismo sólo por los relatos de sus enemigos, que en el mejor de los casos eran parciales, y en el peor, derechamente insidiosos. Pero a partir de los hallazgos arqueológicos del siglo XX, en particular en Egipto (una de las más importantes bases de operaciones de los gnósticos), hemos empezado a descubrir nuevos textos antiguos que revelan el punto de vista gnóstico. Uno de esos textos es el "Evangelio de Judas", el cual parece ser auténtico, a partir de las pruebas científicas efectuadas por National Geographic al papiro que lo contiene.
El contenido básico del "Evangelio de Judas" es una adaptación de los relatos evangélicos, pero a la manera gnóstica. Es decir, cuentan lo que los Evangelios tradicionales, pero desde un punto de vista ideológico diverso. En él, Judas Iscariote es presentado como un héroe, y Jesús mismo aparece pidiéndole que lo traicione. Esto es bastante consistente con las ideas gnósticas. Por supuesto que ello no prueba que éste sea un documento histórico, a la manera de los escritos por el griego Tucídides, el romano Tácito o el judío Flavio Josefo. Es, más bien, un texto doctrinal, por lo que su contenido no puede ser tomado como una verdad histórica superior a la de los Evangelios clásicos, cuya historicidad, por su parte, también ha sido seriamente puesta en duda, y con razones de bastante peso.

¿Y TODO ESTO CAMBIA ALGO...?
La verdad de las cosas es que el "Evangelio de Judas" no cambia mucho el panorama religioso en la actualidad. El descubrimiento tiene su importancia, por supuesto, ya que nos permite comprender mucho mejor el pensamiento de los gnósticos, confirmando muchas cosas que debíamos suponer rellenando los espacios en otros textos distintos. Pero no es algo que debiera remecer las bases de la Cristiandad misma. Todo el asunto en realidad ha sido inflado por medio de una operación mediática. Se ha presentado al "Evangelio de Judas" como las palabras del traidor reivindicado. Eso probablemente no sea cierto. Así como es dudoso que hayan sido Mateo, Marcos, Lucas y Juan quienes hayan escrito sus respectivos Evangelios, también lo es que Judas Iscariote haya dejado su propia historia por escrito. El Jesucristo presentado en el "Evangelio de Judas" no es más verdadero que el Jesucristo de los Evangelios canónicos (aunque tampoco menos...). Si el asunto prendió, es por la ingenuidad y la ignorancia de las gentes que se tragó íntegramente la carnada de que vería a Jesucristo de una manera diferente. Quizás esto puede ser, para quienes no hayan sabido con anterioridad quienes fueron los gnósticos. Pero la existencia de los gnósticos y del Gnosticismo es algo que en los círculos intelectuales se sabía desde hacía mucho tiempo, y para ellos, todo esto no es una revelación suprema, ni mucho menos. Sucede con esto algo parecido el asunto en torno al Código da Vinci: muchas ideas planteadas estaban ya en el ambiente, sólo que hasta ese minuto no habían sido vulgarizadas entre las masas. Una buena razón para que el asunto se haya desinflado, después de que los medios de comunicación le dieran su minuto para el barullo.

18 junio 2006

LA RELIGIÓN SEGÚN EL CÓDIGO DA VINCI.

El libro "El código da Vinci" ha resultado ser un éxito superventas a nivel mundial, y ha inspirado una seguidilla de numerosos análisis de todo tipo. Ahora que se ha aposentado algo el polvo sobre su rápida fama, El Ojo de la Eternidad explica algunas claves sobre las ideas religiosas vertidas en la novela y película de "El código da Vinci", poniéndolas en su respectivo contexto.


[IMAGEN SUPERIOR: "La última cena", de Leonardo da Vinci. En "El Código Da Vinci" se dice que la imagen de Juan es en verdad una mujer, María Magdalena, la esposa de Jesús].

ADVERTENCIA: Ya que este posteo trata sobre aspectos de fondo de la novela y de la película, nos hemos visto obligados a hacer referencias a la trama de la misma. Si usted no la ha leído, y planea leerla o ver la película, quizás prefiera pasar por alto el presente artículo.

EL REVUELO PROVOCADO POR EL "CÓDIGO DA VINCI".
La historia es bastante simple. Un día, viendo lo mal que los escritores de best-sellers al uso hacen su trabajo, Dan Brown decidió que también podía hacerlo él. Y lo hizo. Escribió un par de libros ("Fortaleza digital" y "Angeles y demonios"), antes de llenarse los bolsillos de dinero con su superéxito mundial de ventas, "El Código da Vinci". En sentido estricto, "El Código da Vinci" es una segunda parte, porque el personaje de Robert Langdon había aparecido previamente en "Angeles y demonios". Pero en esa novela, la trama giraba en torno a teorías físicas relacionadas con aspectos esotéricos, algo que en "El Código da Vinci" es reemplazado por esoterismo puro y duro.
Gran parte del éxito no se debe al nivel de la novela, por supuesto. Se ha repetido en numerosas ocasiones la mala calidad literaria de la misma, y de su trama. Pasó que "El Código da Vinci" era la obra que los tiempos estaban esperando. En los albores del siglo XXI, después de la autocomplaciente década de 1990 y el derrumbe moral que significó, tanto para occidentales como no occidentales, el simbólico atentado contra las Torres Gemelas, las religiones y los fundamentalismos han hecho su agosto: talibanes, George W. Bush, Benedicto XVI, etcétera.
También es una prueba de que el conocimiento esotérico, aún el más escondido, está bien al alcance de la mano. En el siglo XVIII, Mozart desató la ira de los masones con su ópera "La flauta mágica", proque revelaba aspectos del esoterismo masónico. Algo así, hoy en día, es virtualmente imposible, ya que basta teclar "Masonería" en Google para obtener cuantiosa información sobre la misma y sus creencias. (incluso en El Ojo de la Eternidad posteamos un artículo sobre la misma en Enero pasado). Lo mismo ocurre con otras ramas del pensamiento esotérico, como por ejemplo la ariosofía, antaño patrimonio de sociedades secretas iniciáticas como Ultima Thule o la Logia del Sol Negro, pero hoy en día difundido a los cuatro vientos, también por obra y gracia de la red. Es decir, vivimos el paraíso ideal para los cazadores de esoterismo. En ese sentido, buena o mala, la novela de Dan Brown no es sino otra cosa que el signo de los tiempos que actualmente corren.

JESÚS Y MARÍA MAGDALENA.
El grueso de la obra descansa sobre la búsqueda del Santo Grial, que según la novela es nada menos que la descendencia real de Jesús. El concepto básico es que Jesús contrajo matrimonio con María Magdalena, la que no era una prostituta sino una mujer de sangre real, y de este matrimonio nació descendencia, la que se escondió en Francia y dio origen al linaje de los Merovingios, y a través de ellos, a una dinastía real y mesiánica que perduraría hasta el día de hoy. Todo eso, celosamente vigilado por el Priorato de Sión.
Desde luego que el revuelo más grande se ha armado por el intento de "humanizar" la figura de Jesús. Revuelo que sólo ha impresionado a las masas, porque para los más enterados, desde el siglo XVIII existe una copiosísima literatura de investigación que ha reconstruido prácticamente desde sus cimientos la historia de Jesús, dándonos un punto de vista muy diferente al defendido por la Iglesia Católica. Así, hoy en día sabemos que la figura de Jesús de Nazaret, Jesucristo, fue diseñada por hábiles creadores de mitos en las tinieblas de la historia para darle la fisonomía de un Sonnenmensch, un héroe solar, y de esa manera hacerle pasar como divino frente a las másas paganas a las que trataban de convencer.
El creer en un Jesús humano y sin rasgos de divinidad, es algo también muy antiguo. Para los judíos, el mesías, esto es, el hombre que iba a cambiar el curso de la historia por gracia de Yahveh, era apenas un simple ser humano. Creer en un mesías "hijo de Dios" es para los judíos una herejía, puesto que viola el monoteísmo estricto de dicha fe. Los primeros cristianos, al provenir del ámbito judío, compartían esta creencia. Durante siglos hubo conflictos entre los cristianos de origen judaizante, y los de origen gentil, ya que éstos úiltimos, habituados a los relatos y sagas paganas de dioses que vienen desde lo alto a salvar a la Humanidad,no tenían reparos, y hasta les parecía mejor, un Jesús que fuera al mismo tiempo hombre y dios. Al final, los "divinizantes" ganaron la partida, en el Conclio de Nicea (mencionado tanto en la nvoela como en la película), el año 325, aunque no sin ruda oposición posterior.
También de ahí arranca la concepción de Jesús como un soltero y célibe, algo que no tiene la menor base histórica. Si hemos de creer a los Evangelios, Jesús fue un judío respetuosísimo con la ley, y la ley judía obligaba a todos los judíos al matrimonio. De ahí que cobren tanta importancia, dentro de la mitología de Jesús, dos presencias femeninas: la madre, la Virgen María, descendiente de la Gran Diosa Madre ancestral, y por otra María Magdalena, una mujer que en los Evangelios no tiene la menor significación, pero que en el decurso de los siglos ha visto su figura agrandarse entre las sombras.

EL LINAJE.
Cuando en el siglo XIX el criticismo histórico echó abajo la visión tradicional cristiana sobre Jesús, nacieron nuevas visiones sobre éste. Como lo que estaba de moda era el nacionalismo, hubo entonces numerosos intentos de vincular a Jesús con las tradiciones nacionalistas de cada nación europea. De esta manera, cobraron auge las historias medievales que vinculaban a Cristo con el Rey Arturo (en Inglaterra), o con el linaje de los Merovingios (en Francia), o con la tradición ariosófica germánica (en Alemania). Lo que hizo Dan Brown fue simplemente elegir la versión francesa del mito, y utilizarla como "la verdad" en su propia novela.
La verdad de las cosas es que entre los Merovingios y Jesús existe tanta distancia como la que podría haber entre un cocodrilo y una secuoya. Los francos eran tribus germánicas procedentes desde más allá del Río Rin. Cuando invadieron el Imperio Romano, se instalaron en la Galia, actual Francia, crando un reino a la usanza de la época, esto es, intensamente guerrero y bárbaro. Los padres de los merovingios eran simplemente hordas bárbaras que se hunden en la historia, no descendientes de la semilla de Jesús.
La falsificación de un linaje es una práctica antigua, y no sólo entre los cristianos. El objetivo es darse un aire de respetabilidad, haciéndose heredero de una gran tradición, escondiendo así a los ancestros incómodamente vulgares que se puedean tener. Entre los paganos era práctica habitual, como lo prueba el que Atenas se datara a sí misma hasta los tiempos de Cécrope, en el año 1700 a.C., o que el Faraón se considerara a sí mismo nada menos que descendiente del dios Sol. Los cristianos también incurrieron en esto, al falsificar dos sendas genealogías de Jesús en los Evangelios. Después, la falsificación de "linajes apostólicos" se volvió recurrente, cuando se crearon listas de obispos para las principales ciudades que, sosepechosamente, arrancaban todas ellas de algún apóstol de Jesús, que difícilmente podría haber alcanzado tales tierras en tan poco tiempo. Dicha práctica era imitación de la propia de los filósofos, que también construyeron "cadenas de tradición" de un filósofo a otro (un filósofo enseñó a otro, que a su vez enseñó a otro, etcétera). En ese sentido, entroncar a los merovingios con Jesús y María Magdalena no pasa de ser un simple mito, sin el menor asidero en la realidad, no más creíble que la historia de José de Arimatea huyendo de Palestina y llevando la copa de la última cena de Cristo a Inglaterra.
Y lo mismo vale para el Priorato de Sión. A pesar de que sus primeros testimonios arrancan de mediados del siglo XX, ellos insisten ser depositarios de una tradición mucho más antigua, de la que son rectos descendientes. Otro tanto hizo en su minuto la Masonería, que porfiadamente insistió durante mucho tiempo en tener sus raíces en la Palestina del Rey Salomón, a pesar de que sus estatutos actuales fueron recién creados en 1717. Como puede verse, las sociedades secretas tampoco son inmunes a esta tentación de hacer más respetable el pasado falsificándolo para ganar antigüedad, prestigio y legitimidad.

¿ES PARA TANTO...?
Uno de los puntos atractivos de la novela es la motivación del villano para acallar determinados conocimientos: el oscurantismo. Es cierto que la Iglesia Católica se ha mostrado tradicionalmente despiadada en silenciar a quienes osan criticarla exponiendo hechos que contradicen su visión del mundo y su manera de describir los acontecimientos, pero quizás esto sea una sobrerreacción.
Lo cierto es que a pesar de sus numerosos errores científicos, la Iglesia Católica sigue victoriosamente en pie. Ni el descubrimiento de que la Tierra gira alrededor del Sol, ni el de la evolución de las especies, ha podido conmover sus cimientos, a pesar de que en su tiempo se pensaba que venía un acabo de mundo porque la gente iba a entender las cosas de manera distinta a la Iglesia. Desde siempre, y en la actualidad aún más, los historiadores y científicos saben que Jesús de Nazaret tuvo que haber sido alguien muy distinto a la imagen mesiánica que la Iglesia Católica ha forjado en torno suyo, pero ese conocimiento tampoco amenaza a la Iglesia, por mucho que ella se esfuerce por borrar dichos trabajos y tratar de silenciarlos por métodos sutiles.
Lo cierto es que la gente en general necesita alguna certidumbre a la que amarrarse. No pocas personas se convencen de algo, no porque sea razonable, sino porque quien lo dice, lo hace con enorme y profunda convicción. Este es el caldo de cultivo en donde germinan los fanatismos de toda clase, el fanatismo católico incluido. Estas gentes, aunque tengan la evidencia de que la historia de Jesús fue eminentemente distinta a la predicada por la Iglesia, no van a cesar de obedecerla, porque van a desestimar lo que ellas digan. En último término, dirán que quien era Jesús no afecta para nada a su mensaje. Y en eso tienen razón. No porque Jesús haya sido soltero o casado, o haya tenido descendencia o no, cambian sus enseñanzas, y la razón o sinrazón que puedan haber en ellas. Se supone que aquello de "amar al prójimo como a ti mismo" funciona porque tal es la voluntad de Dios o porque simplemente es lo bueno, no porque lo proclamó alguien que fuera casado o soltero. En ese sentido, "El código Da Vinci" magnifica las consecuencias que tendría un descubrimiento, una receta que funciona muy bien en el thriller, pero en la vida real no tiene mayor asidero.

09 abril 2006

MARÍA LA VIRGEN.

Una de las figuras religiosas sobre la que se ha levantado una mayor polvareda histórica, es la Virgen María. ¿Quién fue ella? ¿Fue realmente virgen? ¿Por qué su culto ha perdurado por siglos? El Ojo de la Eternidad ofrece algunas respuestas a las más candentes interrogantes sobre la desconocida madre de Jesús de Nazaret.

MARÍA LA VIRGEN: BIOGRAFÍA OFICIAL.
A pesar de ser una de las figuras femeninas más famosas de la historia, y representada un mayor número de veces por pintores y escultores, lo cierto es que casi nada de concreto se sabe sobre ella. Las únicas fuentes informativas son los escritos sobre la vida de Jesús. Ahora bien, de ellos, sabemos que los Evangelios canónicos son fuertemente tendenciosos, además de que ni ellos se ponen de acuerdo sobre ciertos aspectos del mito mariano. La otra fuente son los evangelios apócrifos, muchos de los cuales son abiertamente míticos.
Según los Evangelios, María era una joven hebrea llamada por Dios para ser la progenitora del Redentor, lo que se concretó por obra del Espíritu Santo. José, al saberla embarazada, vacila en casarse, pero por mandamiento divino, acepta dicha tarea. En Belén, María da a luz a Jesucristo, como un nacimiento virginal. Después, María pasará a un discreto segundo plano, apareciendo sólo en contadas ocasiones a lo largo de los relatos evangélicos, y siempre en tensión constante con su hijo, quien le reprocha obligarle a hacer un milagro antes de tiempo en las bodas de Caná (Juan 2:3-4), e incluso desconociéndola (Marcos 3:31-35). Después de fallecer Jesús, María sigue en contacto con los Apóstoles (Hechos 1:14).
Si hemos de añadir además lo dicho por textos apócrifos, entra aquí la ascensión de María al cielo.

¿ERA VIRGEN MARÍA?
Según los evangelistas Mateo y Lucas, María tuvo a Jesucristo después de un embarazo virginal. Sin embargo, sospechosamente, tanto Marcos como Juan desconocen este milagro. Que Juan no se manifieste al respecto es extraordinariamente raro, porque su Evangelio, marcadamente diferente a los tres restantes, presenta a un Jesús mucho más espiritual y ultramundano, y por eso mismo, de haber sido cierta la historia, Juan se hubiera dado la mayor de las prisas en incorporarla a su relato, como una prueba de que Jesús era realmente alguien emparentado con Dios. Hay una fuente adicional sobre la virginidad de María, que es el "Protoevangelio de Santiago", pero este relato está tan cargado de hechos milagrosos, que cuesta considerarlo una fuente histórica fidedigna.
Siendo tan lábiles las pruebas sobre la virginidad de María, entonces cae por su peso que esta historia tiene que ser una fabulación. Máxime considerando que en repetidas ocasiones, los Evangelios hablan de los "hermanos" de Jesús de Nazaret (ver Mateo 13:55-56, en las biblias católicas se usa ambigüamente la palabra "parientes" allí donde el texto original dice "hermanos"). Estando María viva al momento de morir Jesús, es claro que no pueden ser sólo medios hermanos emparentados con Jesús por el padre. ¿Fue María madre de todos estos hermanos por embarazo virginal?
Pero si la virginidad de María es un mito, ¿qué se gana fabulando sobre ese particular?

LA GENEALOGÍA DE MARÍA.
El dogma según el cual María no sólo es madre de Cristo ("Cristotocos", en griego) sino también "Madre de Dios" ("Theotocos", en griego), fue proclamado por primera vez en el Concilio de Efeso, en el año 431. Quizás este emplazamiento no sea casual. Efeso era la ciudad de la diosa griega Artemisa, aquella que el platero Demetrio defendió cuando expulsó a Pablo de Tarso bajo el grito "¡grande es la Artemisa de los efesios!" (Hechos 19:23-41), y también aquella en donde se construyó el Templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
El territorio de lo que actualmente es Turquía, era un importante centro de culto para las diosas femeninas, sucesoras de la Gran Diosa Madre. Antes que Artemisa, se adoraba en tales regiones a la diosa Cibeles. A su vez, la diosa griega Cibeles es descendiente de Arinna, la diosa femenina del Imperio Hitita que estaba casada con Teshub, el dios de la tempestad, y cuyo nombre delata su parentesco con la Astarté fenicia y la Istar babilónica. Es decir, la región en que el culto mariano principió, era un foco telúrico de numerosos cultos antiguos de diosas femeninas. De ahí la necesidad de que María tuviera un rango tan elevado. Incluso, la Iglesia pasó severos apuros para definir la adoración a María, hasta que llegó a la fórmula según la cual María era objeto de veneración especial ("hiperdulía" en griego), pero no de adoración ("latría" en griego), esta última reservada sólo a Dios.
Y todo esto, ¿para qué? Simplemente por una cuestión de reconocimiento. Desde antiguo, la figura mítica de un dios se reconocía por medio de algunas señas características. El nacimiento virginal era una de esas señales. De ahí que para convencer a los paganos de que Jesucristo era un verdadero dios, había que crear el mito del nacimiento virginal de éste. Quizás era una mentira piadosa, sin mala intención, hecha para "traducir" el mensaje evangélico a un idioma que los paganos pudieran comprender.
Aún más. Entre los paganos, la diosa siempre representaba el papel de madre y amante del dios. De ahí que María haya tenido que ser proclamada no sólo madre del Cristo terrenal, sino también del mismísimo Dios.
He aquí entonces la explicación de por qué María es proclamada por los católicos como madre de Dios, y por qué el nacimiento de Jesucristo es virginal, según la Iglesia Católica. Sin embargo, todo este complicado puzzle queda suelto en un lugar: María no cumple el papel de "amante de Dios", sino a través del Espíritu Santo, que como veremos en un posteo que estamos preparando, en realidad no era originalmente un dios, ¡sino una diosa! Esta relación tan descafeinada con Dios deja el mito suelto, y por tanto, se requiere una nueva presencia femenina que supla este vacío, en el diseño mítico de Jesucristo. Y esa presencia mítica existe: ¿por qué creen ustedes que se ha agigantado tanto en la sombra, fuera de la Iglesia Católica, el mito de María Magdalena como compañera de Jesús...? (también viene pronto un posteo sobre esto).