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24 junio 2007

¿ESTADOS UNIDOS SECULAR?: HACIA LAS ELECCIONES DEL 2008.

Que las religiones sean altamente influyentes desde el alba de los tiempos no debería ser sorpresa, pero en los tiempos racionales que corren, el que tenga un peso tan importante en la vida de muchas personas dentro de la democracia más importante del mundo, debería ser motivo de preocupación. El Ojo de la Eternidad echa un vistazo a la marea cristiana dentro de los Estados Unidos, a un año de las elecciones presidenciales.



[IMAGEN SUPERIOR: George W. Bush y el Papa Benedicto XVI: Frente a frente dos de los peores fundamentalistas de inicios del siglo XXI].

LA TRADICIÓN RELIGIOSA DE ESTADOS UNIDOS.

Desde antiguo, Estados Unidos ha tratado de vender la idea de que su patria es el baluarte de la democracia y de los derechos humanos. Así, por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial fue presentada como una guerra contra el totalitarismo y el fascismo, en nombre de la libertad del mundo civilizado. Y sin embargo, resulta curioso constatar como en el seno mismo de los Estados Unidos, tienen importancia suprema los movimientos religiosos, y lejos de disminuir, esta influencia no hace sino aumentar de día en día.

La idea de un "Estados Unidos secular" arranca desde los tiempos de la Declaración de Independencia, cuando sus primeros líderes, hondamente inspirados en movimientos tales como la Ilustración y la Masonería, proclamaron entre otras cosas la libertad de religión. Sin embargo, esta visión de un Estados Unidos secular ha encontrado numerosos problemas. En realidad, desde antes que las ideas masónicas prendieran en los Estados Unidos, existía una profunda tradición religiosa que se ha mantenido en todas aquellas regiones más retrasadas del país, en particular en el Medio Oeste. Esta tradición arranca desde sus primeros colonos, que eran muy religiosos por una cuestión coyuntural. En la Inglaterra del siglo XVI, cuando fue proclamada la reforma, estalló la guerra civil entre los partidarios de una religión moderada (los anglicanos), y una rígidamente literalista de la Biblia (los puritanos). Como los anglicanos ganaron en Inglaterra, los puritanos debieron emigrar, y por eso las Trece Colonias, los futuros Estados Unidos, se llenaron de éstos. Cuando las ideas ilustradas y librepensadoras llegaron a Estados Unidos, se colocaron sobre las anteriores como un delicado sustrato. No es casualidad que el campesino estadounidense, alejado de estas novedades intelectuales, siguiera en su fuero interno siendo rígidamente puritano, mientras que las nuevas ideas tendieron a prender en las regiones más europeizantes de Estados Unidos (Nueva Inglaterra, por ejemplo), y que tengan lugar más bien en el ámbito intelectual.

Además, aunque pretenda pasar como una organización secular, la propia Masonería es en el fondo una iglesia rígidamente jerarquizada, con sus propios rituales y doctrinas, y por ende es una religión más. Como en el caso del comunismo, la Masonería trata de venderse como "más que una religión", pero lo hace con los mismos argumentos de cualquier religión: los demás tienen verdades parciales, y nosotros tenemos la verdad absoluta. Es decir, el secularismo en los Estados Unidos dejó de ser una ideología o un programa político, para transformarse en la religión minoritaria de una casta ilustrada igualmente minoritaria. El grueso de la población siguió siendo, en su fuero interno, protestante.

LA PATRIA DEL CREACIONISMO.

No es raro, por supuesto, que Estados Unidos sea la patria de origen de uno de los movimientos religiosos más regresivos de la actualidad, cual es el Creacionismo. Postula el Creacionismo que el mundo debe ser visto e interpretado a la luz del texto bíblico, de manera tan rígida como sea posible. Ambas posturas, el Creacionismo y la ciencia moderna, chocaron duramente en el llamado Juicio del Mono, en 1925, en el cual un profesor de escuela fue llevado a tribunales por atreverse a enseñar la doctrina del Darwinismo, a pesar de haber una ley que prohibía tal enseñanza por contradecir el dogma bíblico. Este oscuro baldón en la historia religiosa de los Estados Unidos, lejos de haberse terminado, continua adelante. En 2005, Kansas hizo noticia porque sus organismos institucionales decidieron, en aras de la democracia, que debía concederse igual tiempo de enseñanza a los creacionistas que a los darwinistas. Esto no fue sin resistencia, por supuesto, ya que incluso incentivó el crecimiento de un culto religioso satírico, la religión del Monstruo de Espagueti Volador. La gente de Kansas, con un criterio democrático llevado a rajatabla, olvidó, o tal vez nunca quiso saber, que la verdad científica lo es porque se basa en hechos empíricos y establecidos, y por lo tanto, no se basa en la mayoría de votos, porque si los hechos contradicen a lo que la mayoría piensa, la verdad científica que es (y por lo tanto, la que debería enseñarse) son los hechos impopulares, y no un credo que trata de obtener espacios aprovechando los resquicios de la democracia. Esto es, por supuesto, una nueva variante del viejo problema de la tolerancia de los intolerantes, de sobre qué hacer con aquellos quienes, aprovechándose de los mecanismos de la democracia, buscan llegar al poder para obtener la aniquilación de la misma e instaurar su propia dictadura.

En la década de 1980, el Creacionismo parecía derrotado en casi todos los frentes. Además, la religión se había tornado altamente impopular, debido a la seguidilla de escándalos que habían protagonizado varios telepredicadores. Sin embargo, con lo que nadie contaba es que estos líderes religiosos estaban bien conectados en las altas esferas. No sólo entre las masas estadounidenses había una propensión a creer en la verdad bíblica, sino también entre los poderosos de los Estados Unidos, algo que no es raro si se considera que, fiel a su antigua herencia puritana, Estados Unidos se ha visto siempre como la "Nueva Israel". No en balde, cuando John Smith escribió su Libro de Mormón, predicó que las Diez Tribus Perdidas de Israel habían llegado a América. Estos no fueron sólo los desvaríos de un individuo singular, sino que dicha creencia, de que Estados Unidos es heredera del Pueblo Elegido, es ampliamente compartida por grandes sectores de la ciudadanía.

Desde este punto de vista, no es raro que los cristianos de Estados Unidos hayan visto un gran rebote, y de haber estado sepultados en el fondo durante el gobierno de Ronald Reagan, hayan llegado a ascender tan alto, que a la vuelta de unos veinte años consiguieron elegir a su propio Presidente: George W. Bush.

EL GOBIERNO RELIGIOSO DE GEORGE W. BUSH.

Dejando aparte el tema del fraude electoral que encumbró a George W. Bush a la Casa Blanca, lo cierto es que su llegada tiene mucho que ver con la filiación de su padre con la CIA y con los grupos neoconservadores, y por supuesto con organizaciones masónicas como por ejemplo Skull & Bones. Por otra parte, el mismísimo George W. Bush es y se presenta a sí mismo como un cristiano renacido. Algún día hablaremos sobre la mentalidad de los fanáticos neoconversos, pero en general podemos señalar aquí que un neoconverso tenderá siempre a mostrar mayor fanatismo que los conversos de antigua data, porque ellos ya tienen los pergaminos que los acreditan como creyentes, mientras que los neoconversos deben borrar las huellas de su pasado pecador. De ahí la peculiar mentalidad de George W. Bush, que divide al mundo entre "nosotros y ellos", los "buenos y los malos", con una naturalidad tan pasmosa. Esta mentalidad no construye por sí misma un gobierno que pueda ser calificado de incompetente, pero sí que ayuda a socavar la autocrítica necesaria para cambiar de rumbo cuando las cosas van mal.

En George W. Bush es posible ver, llevado a su extremo, el cómo la religión, al ser un sistema totalizante de ver la realidad, puede reemplazar la ciencia y el raciocinio empírico, y en definitiva, suprime incluso la necesidad de pensar. Cuando Estados Unidos fue puesto bajo ataque por Al Qaeda, en vez de intentar resolver el problema multilateralmente, optó por atacar primero a Afganistán y luego a Irak. Lo importante aquí no es que lo haya hecho con o sin pruebas, o lo desastroso de sus resultados. Lo importante es que lo hizo en nombre no sólo de la Patria, sino también de Dios.

Sin embargo, como bien lo prueba la Biblia, a Dios le gustan los ganadores. Apenas las catastróficas políticas de George W. Bush empezaron a mostrar su fracaso, los neoconservadores empezaron a tomar distancia de él. Los neoconservadores hoy en día son más poderosos que nunca. Han llegado incluso al extremo de abrir un Museo de la Creación para defender al Creacionismo, y lo hicieron con un presupuesto bastante holgado. Pero han dejado caer al antiguo favorito de Dios, quien no parece darse cuenta de que su propia gente lo está abandonando.

LAS ELECCIONES DEL 2008.

Se da entonces la paradoja de que, para las elecciones del 2008, Estados Unidos simplemente no reeditaría el gobierno de Bush y todos los candidatos se marginan de él. Sin embargo, en el fondo, los estadounidenses siguen siendo buenos cristianos, signifique lo que signifique eso, y se niegan a darle la espalda a la religión. Ningún candidato podría seguir adelante en su carrera a la Presidencia si rechazara a Dios. Hace apenas algo menos de medio siglo que asumió el primer Presidente de Estados Unidos no protestante de la Historia (John F. Kennedy en 1960, quien era católico), pero aún no le llega al turno a un judío, y menos a un musulmán. Y no será en 2008 que tal cosa sucederá. La única diferencia es que los demócratas, por su base de apoyo, pueden permitirse un poco más de prescindencia con respecto al tema, mientras que los republicanos, para seducir al ala dura de su partido, deben mantenerse duros en varios temas polémicos (aborto, eutanasia, experimentación con células madre, etcétera).

Podríamos decir que el tiempo habrá de decir qué sucederá. Sin embargo, el panorama se muestra monótonamente previsible al respecto. Durante un buen tiempo, debido al peculiar carácter de Estados Unidos y a la formación de sus habitantes en la Doctrina del Destino Manifiesto, Estados Unidos seguirá considerándose una nación mesiánica sobre la Tierra. Y podemos tener la seguridad de que su próximo Presidente, sea demócrata o republicano, no conseguirá quebrar tales convicciones, y lo más probable es que ni siquiera lo intente.

15 octubre 2006

CONSTITUCIONALISMO Y RELIGIÓN.

La piedra de toque de cualquier sistema político democrático actual, es el Constitucionalismo, entendido como el apego del Gobierno y la sociedad civil a un conjunto de normas fundamentales que salvaguardan los derechos de las personas, y garantizan la participación ciudadana de la mayor parte de éstas. Pero el principio constitucional es resistido por varias grandes religiones, y esto no es casual. El Ojo de la Eternidad explica un poco la compleja relación entre la religión y los valores constitucionales de las democracias occidentales.


[IMAGEN SUPERIOR: George Washington preside la firma de la Constitución de los Estados Unidos de 1787. Esta fue la primera Constitución moderna escrita, es modelo de todas las siguientes, y está inspirada en la más rancia tradición liberal].

LA RELIGIÓN Y LOS GOBIERNOS.
Desde siempre, la relación entre la religión y el poder establecido ha sido bastante compleja. Puede decirse que, en general, ésta principió en los más lejanos tiempos históricos. Es sabido que los primeros gobernantes propiamente tales fueron los templos y sus sacerdotes. Ellos fueron los primeros que amasaron grandes fortunas, por vía de la acumulación de ofrendas de los fieles. La escritura fue un invento de los templos, diseñados primeramente para llevar la contabilidad de los mismos, sin ir demasiado lejos. Andando el tiempo surgió la burocracia gubernamental y las fuerzas armadas, pero éstas nunca han conseguido zafarse del todo de la influencia de los sacerdotes, quienes por medio del terror a lo divino, y por lo tanto gracias a su ascendiente sobre las masas incultas, han persistido como mecanismo de legitimación del poder establecido. La ecuación "sacerdotes más militares" se ha transformado así en el más productivo y longevo sistema político, y se ha traducido en los más variados despotismos históricos. De tarde en tarde, como mecanismo de rebelión, surgen religiones heréticas o contrarias al sistema, pero si ellas llegan a triunfar, pasan a ser ellas mismas opresoras, de la misma manera en que las religiones anteriores lo eran. El ejemplo más claro es el Cristianismo, que suplantó al Paganismo en el Imperio Romano, pero hay otros: el Islam suplantando a los antiguos cultos preislámicos politeístas, el Zoroastrismo imponiéndose en el Imperio Persa, la Iglesia Católica reemplazando al culto de los dioses precolombinos en México y Perú, el Budismo reemplazando al primitivo paganismo japonés, etcétera.
En ese sentido, la idea o noción de democracia, que germinó en Occidente a partir del siglo XVIII, encontró como enemigo lógico y natural, a la vieja aristocracia, y también a la religión establecida. La democracia defendida por el Tercer Estado (el pueblo llano), era atacada por los otros dos Estados, la nobleza y el clero, como invento del demonio. Y la Iglesia Católica nunca se ha resignado a perder el poder que durante el Absolutismo, y en los quince siglos anteriores, ha manifestado tan abiertamente. Se opuso así a los matrimonios civiles, a los registros civiles, a los cementerios laicos, al divorcio, al desarrollo científico, y modernamente sigue haciéndole la guerra a la investigación con células madres, a la revisión de sus estatutos tributarios privilegiados, a la educación sexual, etcétera. Y nunca jamás ha casado demasiado bien con la doctrina de los derechos humanos.

CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS HUMANOS.
El pensamiento democrático de la Ilustración parte de la noción de dignidad humana. La idea básica es que el ser humano tiene derechos naturales, y estos derechos son inalienables e imprescriptibles, debido a que emanan de la naturaleza misma del ser humano. Dicho de manera un tanto caricaturesca, el ser humano tendría derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, de la misma manera en que tiene un bazo, un riñón o un apéndice. La consecuencia es que todos los seres humanos son iguales entre sí, y que sus derechos deben ser defendidos a toda costa.
La manera de hacerlo, en el siglo XVIII (e incluso hoy) era clara. Frente a los derechos de las personas estaban los privilegios de los poderosos, que al ser usados de manera abusiva, atentaban contra los derechos mismos de las personas, y por lo tanto, eran innaturales, y debían ser combatidos como tales. Por tanto, para suprimir esos privilegios, era necesario que todas las personas quedaran sometidas al imperio de la ley, de una sola ley válida y vigente para todos. Y para asegurarse de que los poderes públicos no hicieran leyes que sólo convinieran a ellos, les fijaron un límite: las Constituciones. En la Constitución, estarían especificadas las reglas más básicas del juego político. Y como parte de esas reglas básicas, estaría el catálogo de derechos fundamentales que las personas deberían respetar.
Por supuesto que esto incidió fuertemente en la manera de entender el funcionamiento de la religión en la sociedad. El derecho más básico al respecto es la libertad de religión, de creencias y de culto. Este es el derecho de las personas a creer en una religión o en otra, a elegir cambiar de religión, a descreer de todas las religiones en general (relacionándose directamente con Dios, negándolo, o haciendo profesión de agnosticismo), y a manifestarlas mediante determinados rituales. La evolución de este derecho ha sido, cuando menos, curiosa. Nació como una reacción contra el monopolio que la Iglesia Católica detentaba en materias religiosas, pero a medida que la Iglesia Católica ha ido perdiendo cuotas de poder, no pocas veces son los propios católicos los que han invocado este derecho, para defender sus propias creencias. En Chile tenemos algunos ejemplos desafortunados, y el último (hasta ahora) es el de la píldora del día después.
Pero no es el único derecho importante, en materia religiosa. Aparte de derechos con cierto tinte religioso, como el derecho a la vida y la igualdad ante la ley, es importante la libertad de expresión. Una de las más importantes instituciones represoras de la Iglesia Católica fue la censura eclesiástica, e incluso llegó a elaborar un catálogo de libros prohibidos, el célebre Index. La prohibición, o al menos la limitación de la censura, permitió la libre difusión de textos que criticaban y atacaban a la religión establecida. Sin esta libertad, usted no podría estar leyendo El Ojo de la Eternidad, y en su reemplazo tendría un blog apologético sobre la Iglesia Católica (o sobre la religión que fuera predominante).
Otro derecho conflictivo con la religión es la libertad de enseñanza. Desde siempre las religiones han intentado restringir la educación, para que los jóvenes no se expongan a ideas potencialmente destructoras de la religión. Lo irónico es que esta libertad, en principio usada para evitar la intromisión de los cristianos en la enseñanza de las personas, ha sido usada para justamente el propósito inverso, y así en la actualidad en Estados Unidos los educadores públicos deben enseñar la historia de la Tierra según el punto de vista darwinista, y también según el punto de vista creacionista, sin importar que el Creacionismo, o su sucesor el Diseño Inteligente, no tienen en realidad nada de verdad científica, y no pasan de ser dogmas espúreos sin el menor fundamento racional.
Después de lo anterior, cabe hacerse una pregunta interesante: ¿es coincidencia que el constitucionalismo y la religión no se lleven, o hay algo dentro del constitucionalismo que las religiones establecidas deben resistir con todas sus fuerzas, si no quieren desdibujarse?

LAS RELIGIONES CONTRA LAS CONSTITUCIONES.
A pesar de experimentos como la Constitución Soviética de 1937 y otras constituciones que regulan Estados totalitarios o fundamentalistas, lo cierto es que el constitucionalismo más genuino es aquel de las naciones democráticas. En efecto, una Constitución que no protege las libertades de las personas y no garantiza un régimen democrático, puede ser una constitución desde el punto de vista formal, pero en realidad es superflua, porque no cumple con su función más característica: servir como límite de los poderes públicos.
En ese sentido, si el poder público es detentado por una religión, la Constitución pasa a ser un estorbo, o al menos, las ideas liberales que ella debería contener. De ahí que la Iglesia Católica trate por todos los medios de injertar normas especiales a su favor dentro de todas las constituciones, y que muchas de ellas tengan engendros extraños, tales como exenciones y franquicias tributarias a favor de los credos religiosos que se atengan a la ley. Estas normas no son democráticas, por supuesto, ya que atentan contra los derechos de los agnósticos y los ateos (¿por qué alguien que no cree en Dios debería subvencionar, pagando los impuestos que la iglesia constituida esquiva vía exención tributaria, a una institución que predica exactamente lo contrario, que Dios existe y es de tal o cual manera?).
Quizás el caso más grosero de abuso del constitucionalismo, lo sea el Código de Derecho Canónico, que sirve de constitución suprema para el Estado del Vaticano. Y esto no es una casualidad.
La Iglesia Católica no es, por supuesto, la única que tiene una relación tirante con las constituciones. Otro ejemplo paradigmático son los Estados musulmanes. En varios de ellos se ha elevado a rango legal la mismísima Shariah, el cuerpo de comentarios que se ha ido acumulando en torno al Corán, el libro sagrado musulmán. La idea de democracia es, en general para los musulmanes, algo intrínsecamente extraño, y no es raro que los musulmanes más fanáticos resistan con uñas y dientes las ideas de cuño occidental sobre democracia o derechos humanos. En Japón, la religión tradicional del Shintoísmo, más o menos desprestigiada desde la Segunda Guerra Mundial, por estar asociado al imperialismo japonés, ha tenido sus problemas con la Constitución de 1947, que es de carácter occidentalizante. Uno de estos nacionalistas recalcitrantes que se han llevado mal con el sistema político de corte occidental, fue Yukio Mishima, quien en 1970 se hizo el harakiri en protesta por lo que consideraba un deshonroso y vergonzoso sometimiento de Japón a Occidente.
El problema es que dentro de una democracia, debería en principio permitirse todas las opiniones. Pero esto lleva al problema de determinar qué hacer con las opiniones que se pronuncian contra esa democracia, y que de buena gana la suprimirían si llegaran al poder: este es el problema de la tolerancia de los intolerantes. Y las religiones en general, al proponer visiones totalizantes de la existencia humana, generalmente no son entusiastas de transar sus propios valores y principios, y por tanto, tienden a ser más bien reluctantes respecto a la democracia. De hecho, una de las principales acusaciones que las religiones, y la Iglesia Católica la primera, suelen hacer contra el liberalismo, es exhibir un carácter totalitario, en donde los valores liberales deberían imponerse sin contrapeso posible. Y, bien mirada, esta crítica no es en realidad tan injusta como podría parecer. Existe al menos un caso bien conocido de lo que podríamos llamar "Liberalismo en el nombre de Dios", y ése es la Doctrina del Destino Manifiesto, que rige a los Estados Unidos.

LA GENEALOGÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS.
Una de las grandes ironías de la historia, es que el constitucionalismo y los derechos humanos resultan ser una doctrina tan totalitaria como las religiones a las que supuestamente pretende combatir. El principio básico, el de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos, es en realidad un dogma propio del deber ser, disfrazado de postulado ontológico. Dicho en sencillo: detrás del concepto de "naturaleza humana" y "derechos naturales", se esconde en realidad la vieja Regla de Oro: haz a los demás lo que quieres que los demás te hagan a ti. Y esto no tiene nada que ver con la naturaleza de nada, sino con una opción ética o moral, que dice más o menos del siguiente modo: es saludable tratar bien a los demás, para que los demás te traten bien.
¿No huele esto un poco a Cristianismo? En cierta medida, así es. Considerando que el liberalismo y el constitucionalismo nacieron en buena medida como una reacción contra el Cristianismo, es una de las grandes ironías de la Historia que su contenido ético sea, en gran medida, cristiano. El Cristianismo había planteado desde mucho antes que los seres humanos son todos iguales entre sí: la diferencia está en el fundamento, puesto que el liberalismo habla de la "naturaleza humana", mientras que el Cristianismo lo atribuye al hecho de que todos los seres humanos son hijos de Dios. A la vez, el catálogo de derechos humanos clásicos liberales es más o menos el mismo que el catálogo de derechos que la Iglesia Católica reconocía, incluso el derecho a la vida, a la seguridad individual, etcétera. Tales derechos (aunque la Iglesia no los llame de tal manera) informaron instituciones medievales como la Paz de Dios o la Tregua de Dios, creadas para morigerar el estado permanente de guerra que existía durante el Feudalismo. También estos problemas estuvieron en la base de clásicos debates sobre la condición humana, como por ejemplo las Polémicas de Indias, libradas en el siglo XVI, y en las cuales la Iglesia Católica se preguntó si los indígenas americanos eran seres humanos y tenían los mismos derechos que los europeos (y se decantaron por la afirmativa, aunque tratándolos como "relativamente incapaces").
La deuda del liberalismo y el constitucionalismo clásicos con respecto al Cristianismo, es tanto más visible si se comparan otros movimientos que también, en cierta medida, son reacciones contra esta religión. Un siglo después de la Independencia de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa, Friedrich Nietzsche criticaba abiertamente la moral cristiana, calificándola de "moral de los débiles", e impuso nuevas visiones morales que inspiraron abiertamente al Nazismo y al Tercer Reich, ideología ésta que negaba absolutamente el dogma fundamental del constitucionalismo, cual es la igualdad entre todas las personas. En ese sentido, pese a ser una reacción contra el Cristianismo, el liberalismo clásico que encontró su vertiente política en el constitucionalismo, le debe más a esta religión de lo que buenamente quisieran admitir. En ese sentido, no es exagerado afirmar que la Teoría de los Derechos Humanos es, en cierta medida, una ética cristiana en versión laica.

24 septiembre 2006

LA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS: EL NUEVO WATERLOO DE LA IGLESIA CATÓLICA EN CHILE.

A pesar de ser un país cada vez más laico y secular, la Iglesia Católica sigue conservando importantes cuotas de poder en Chile. La nueva batalla entre la Iglesia Católica y los defensores de la democracia en Chile es por la "píldora del día después". Los demócratas la apoyan como un freno contra los hijos no deseados. La Iglesia Católica la condena como abortiva. El Ojo de la Eternidad refiere los entretelones de una discordia que resulta muy reveladora, sobre la relación entre la Iglesia Católica y la democracia.


[IMAGEN SUPERIOR: Fotografía de Michelle Bachelet, Presidenta de Chile, a comienzos del 2006, en visita a Brasil. Bachelet lanzó una poderosa ofensiva contra la Iglesia Católica, al ordenar la distribución en los consultorios médicos gratuitos de la llamada "píldora del día después", con las más amplias libertades para ser entregada].

LA GUERRA DE LA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS.
La llamada "píldora del día después" es en realidad un medicamento cuyo compuesto químico principal se llama levonorgestrel. Este químico es utilizado para que, producida la relación sexual, y dentro de un plazo de 72 horas a partir de la misma, no se produzca el embarazo. Quienes condenan el uso del levonorgestrel como anticonceptivo, señalan que este mecanismo no impide la fecundación, sino que impide la anidación del embrión. Por lo tanto, el levonorgestrel sería un abortivo. Y tratándose de tal situación, la Iglesia Católica, en nombre de sus valores y dogmas, interviene con la fuerza de un ariete.
La guerra no es actual. El conflicto estalló cuando el gobierno de Ricardo Lagos anunció que estaba estudiando la posibilidad de distribuir la llamada "píldora del día después" en forma gratuita, en los consultorios médicos de salud pública. La medida despertó enormes protestas, por parte de grupos católicos fundamentalistas, señalando que el Gobierno estaba promoviendo el aborto en forma directa. Algunos consultorios se plegaron, y otros derechamente se negaron a distribuir la píldora. Lo curioso del particular es que el levonorgestrel se distribuía sin mayores problemas éticos ni legales, en las farmacias, bajo el nombre comercial de "Postinor 2" (aunque después hubo acciones legales en contra del medicamento).
Los partidarios de distribuir la píldora del día después apuntan a disminuir la cantidad de embarazos adolescentes. Quienes son usuarios de los consultorios de salud pública son los estamentos medios, y especialmente bajos, de la población, que son también quienes más sufren las consecuencias de los embarazos no deseados, ya que en los niveles altos bastaba con comprar el Postinor-2, para disminuir la tasa de los mismos (o pagar un aborto clandestino, en el peor de los casos). Por ende, la distribución de la píldora es una medida tendiente, en primer lugar, según sus defensores, a combatir la pobreza, por la vía de mejorar la planificación familiar, y en definitiva, impidiendo que las mujeres pobres se hagan más pobres por verse sobrecargadas con más bocas que alimentar.
Los detractores opinan que el mecanismo de la píldora es abortivo, y por tanto, debería prohibirse su distribución, porque el uso de la píldora implica el asesinato de una criatura indefensa, a saber, el embrión nonato. Sus razones no son de carácter práctico, como quienes defienden la píldora, sino de principios éticos, morales, y por qué no decirlo, religiosos.
La polémica creció aún más cuando Michelle Bachelet, Presidenta de Chile en funciones desde Marzo de 2006, hizo de la píldora del día después una nueva bandera de lucha por los derechos de los chilenos. Al igual que su antecesor Ricardo Lagos, con quien comparte el ser socialista, Michelle Bachelet tuvo que llegar a algunos acuerdos y transacciones con la Iglesia Católica para que ésta no emprendiera una campaña del terror en su contra, durante las elecciones. De esta manera, el programa político de Bachelet era bastante carente de tópicos que caen bajo el rótulo de "temas valóricos" (aborto terapéutico, matrimonio entre homosexuales, anticoncepción, publicidad sobre el SIDA, etcétera).
La breve e inestable tregua se rompió cuando Bachelet volvió al ataque y, después de estudiar detenidamente el asunto, anunció que la píldora sería distribuida de todas maneras. Lo hizo de una manera amplia: la píldora sería distribuida a cualquier mujer mayor de 14 años, sin necesidad de autorización paterna. La decisión fue anunciada a una semana del tradicional Te Deum, a celebrarse el 18 de Septiembre, en vísperas de las Fiestas Patrias, en donde la homilía debía ser pronunciada por Francisco Javier Errázuriz, Arzobispo de Santiago. La propia Iglesia Católica fue alertada en la misma mañana del día del anuncio, lo que los tomó aún más desprevenidos. Los obispos reaccionaron muy mal, y no titubearon en comparar la medida con aquellas de los regímenes totalitarios que pretenden entrometer al Estado dentro de la vida íntima de las personas.
A través de algunos personeros del Gobierno, como Edgardo Riveros y Zarko Luksic, Bachelet y Errázuriz llegaron finalmente a un acuerdo de alto al fuego. La razón: ambos tenían mucho que perder con una guerra abierta. Bachelet no iba a retroceder en su medida, pero por otra parte, Errázuriz no quería que la agenda política de la Presidenta se llene de temas tabúes para la Iglesia Católica. El Te Deum, por tanto, fue relativamente tranquilo. Mientras tanto, a la fecha de redacción del presente artículo, el tema sobre la venta del Postinor 2 estaba en tribunales.

¿ES LA PÍLDORA ABORTIVA?
El principal argumento esgrimido por la Iglesia Católica para oponerse a la píldora del día después, es que ésta sería abortiva. Más allá de si el aborto es algo éticamente permisible o no, hay aquí un serio problema conceptual, que tiene que ver mucho con los dogmas religiosos manejados por la Iglesia.
En términos simples, y siguiendo un estudio de los doctores Horacio Croxatto y María Elena Ortiz, publicado en la Revista Chilena de Obstetria y Ginecología, volumen 69, nº 2 (año 2004), el levonorgestrel actúa sobre el moco cervical, haciéndolo más espeso. La consecuencia lógica es que el levonorgestrel no puede ser considerado abortivo, ya que no afecta la cubierta que se forma en el interior del útero para recibir al embrión, y por tanto, no impide la anidación. Un óvulo permanece en activo aproximadamente unas 48 horas, pero un espermatozoide puede arreglárselas para sobrevivir en las regiones inferiores del aparato reproductor femenino durante unos cinco días. Por tanto, el período de ventana en que una mujer puede quedar embarazada por una relación sexual única, es de aproximadamente seis días. Ahora bien, si el moco cervical del útero se vuelve más espeso, la reserva de espermatozoides que se queda más rezagado, queda atrapada y no puede ascender a buscar el óvulo. De ahí que el medicamento deba tomarse hasta 72 horas después de la relación: para evitar que los espermatozoides suban y alcancen al óvulo, si éste sale del ovario poco después de la relación.
Un segundo efecto del levonorgestrel es que, aparentemente, influye sobre el ciclo femenino, y permite saltar la ovulación. O sea, tomada hasta 72 horas después, los espermatozoides que alcanzan a subir, no pueden llegar al óvulo simplemente porque no hay ninguno.
O sea, tomado antes de la ovulación, el levonorgestrel puede tener éxito. Pero después de la ovulación, y producida la fecundación, al no haber cambios en la anidación, el embarazo es casi seguro, o tanto como lo sea la tasa estadística normal, la cual ronda un 27%. Es más, si el levonorgestrel es consumido después de la ovulación, al ser una hormona femenina sintética, refuerza aún más la anidación, y por lo tanto, después de la ovulación, el levonorgestel no sólo no es anticonceptivo, sino que consigue el efecto contrario de asegurar aún más el embarazo.
Por lo tanto, el levonorgestrel no puede ser considerado abortivo, porque no interfiere con el embrión, una vez fecundado. Adicionalmente, debido a que su mecanismo involucra retrasar a los espermatozoides rezagados, pero sin liquidarlos, el levonorgestrel es en realidad un método bastante poco eficiente para prevenir los embarazos.

LA IGLESIA CATÓLICA TUERCE LA DEMOCRACIA.
Todos estos argumentos médicos no obstan a que la Iglesia Católica, enemiga tradicional de los anticonceptivos, se oponga rotundamente a la píldora del día después. Lo espúreo de sus argumentos los ha llevado entonces a enfangarse en un espectáculo aún más lastimoso: el de preteder arroparse con las banderas de la democracia para defenderse.
Dentro del carácter y mentalidad de la Iglesia Católica, las ideas democráticas no pueden tener lugar. La democracia occidental, tal y como hoy la conocemos, nació en verdad en contra de la Iglesia Católica, que durante la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico fue firme defensora del principio monárquico. La razón es simple: cualquier organización, credo o filosofía que proponga una visión totalizante del mundo, debe por fuerza renegar de la democracia, pues ella se basa en la noción contraria, del compromiso entre varias visiones distintas de la vida en sociedad. Al problema de qué hacen las sociedades democráticas con aquellos organismos que, como la Iglesia Católica, destruirían la democracia si tuvieran la oportunidad, se lo conoce como el problema de la tolerancia de los intolerantes, y dedicamos en su día un posteo al particular en El Ojo de la Eternidad.
Por ende, los argumentos políticos esgrimidos por la Iglesia Católica contra la píldora del día después son, como mínimo, chocantes. Calificar al Estado de totalitario por querer democratizar el consumo de la píldora del día después, acusándolo de inmiscuirse en la vida privada de las personas, es simplemente ridículo, toda vez que el Estado no impone el uso de la píldora: simplemente lo permite, y entrega a la conciencia de las personas el usarla o no. Este argumento fue duramente castigado por Michelle Bachelet, cuando autorizó la píldora diciendo que lo hacía porque era Presidenta de todos los chilenos, y no sólo de los católicos, con lo que implícitamente tachó de totalitarios a la propia Iglesia Católica, al querer imponer su propia visión (médicamente errada) sobre el tema incluso a los no católicos.
En ese sentido, la batalla por la píldora del día después es otro Waterloo que la Iglesia Católica de Chile libra para conservar algo de su poder e influencia, batalla que se suma a otras más de los últimos años, tales y como combatir la llegada de bandas metaleras como Iron Maiden o Deicide, prohibir la película "La última tentación de Cristo", o impedir tanto como se pueda la legislación sobre el divorcio con disolución de vínculo, iniciativas en las que no cesa de cosechar vergonzosos fracasos. En lo que sí la Iglesia Católica se nota enormemente ausente, es en evitar la brecha entre los muy ricos y los muy pobres en Chile. La píldora del día después no es el mejor remedio para evitar esto, pero es una ayuda, y en ese sentido, quizás sea más propio de la caridad cristiana el permitirla que el prohibirla.

17 septiembre 2006

EL DISCURSO DE RATISBONA: LOS MUSULMANES CONTRA BENEDICTO XVI.

El pasado 12 de septiembre, en el marco de su segunda gira apostólica por Alemania, Benedicto XVI pronunció un discurso en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona, que a la larga resultaría enormemente polémico e incendiario. No pocos grupos musulmanes han protestado, e incluso alguno ha lanzado amenazas de muerte contra Benedicto XVI. ¿Es realmente para tanto? El Ojo de la Eternidad inspecciona y comenta el contenido del discurso de Benedicto XVI, para explicar el motivo de tanto alboroto.


[IMAGEN SUPERIOR: Benedicto XVI es recibido en Alemania, durante su segunda gira como Papa por dicho país, en Septiembre de 2006].

NOTA: Ya que el contenido de este posteo versa sobre un discurso de Benedicto XVI y sus consecuencias, nuestros lectores podrían querer leerlo de primera mano. Para echarle un vistazo, pueden consultarlo en los siguientes enlaces:
En castellano, aquí.
En inglés, aquí.
En italiano, aquí.
En alemán, aquí.

LA SEGUNDA GIRA DE BENEDICTO XVI A ALEMANIA.
Cuando el anciano Joseph Ratzinger fue entronizado (o, según las malas lenguas, se entronizó él mismo usando palos blancos dentro del Colegio Cardenalicio), muchos se preguntaron sobre si iba a emprender tantas giras como Juan Pablo II en su tiempo. A un año y medio de Papado de Benedicto XVI, la respuesta es clara: sus viajes han sido mucho más medidos, y harto menos mediáticos. Es cierto que su primer viaje, a su Alemania nativa, fue cubierto hasta la saciedad por los medios (no insistiremos en ello, porque le dedicamos en su tiempo un posteo en El Ojo de la Eternidad), pero sus otras giras han pasado bastante desapercibidas. Su viaje a España no estuvo exento de polémica, por algunas declaraciones algo contundentes sobre la familia y la relatividad moral, pero como se trataba de algo más o menos esperable, considerando la vieja tosudez de Benedicto XVI en insistir sobre temas valóricos, a despecho de otra clase de problemas más urgentes como la sobrepoblación mundial o la reforma interna de la Iglesia Católica, el asunto no pasó a mayores.
Pero la nueva gira de Benedicto XVI a Alemania volvería a encender la mecha. A diferencia de su primer viaje, en el cual Benedicto XVI se presentó como un rockstar al más puro estilo Marilyn Manson, o bien el protagonista ficticio del filme "The Wall" de Alan Parker y Pink Floyd, en esta ocasión debía ser un viaje mucho más recogido y menos mediático. Por supuesto que arreciaron las presentaciones públicas y los discursos, pero éstos han sido menos recogidos por los medios, y la organización en general se ha preocupado no tanto de acarrear gente, como de producir hitos simbólicos.
Desde este punto de vista, es toda una sorpresa que el escándalo mayor del segundo viaje de Benedicto XVI a Alemania haya sido producto de un discurso que, en realidad, bien leído, no tiene nada de incendiario. O por lo menos, no es tan explosivo como otros más destemplados que Benedicto ha pronunciado. El objetivo del discurso de Benedicto XVI no tenía nada que ver con la lucha religiosa entre el Islam y el Catolicismo. Y sin embargo, muchos musulmanes se tomaron muy a mal las palabras de Benedicto XVI. Y no sólo grupos integristas islámicos lo hicieron así: incluso el rey de Marruecos llegó al extremo de retirar a su embajador en el Vaticano, en protesta por el discurso. La gran pregunta, considerando que los únicos hispanohablantes que se han dado el trabajo de leer de punta a cabo el discurso de Benedicto XVI son algunos católicos fanáticos, y también la redacción de El Ojo de la Eternidad, es entonces ¿era realmente para tanto?

LO QUE BENEDICTO XVI DIJO EN LA UNIVERSIDAD DE RATISBONA.
El discurso de Benedicto XVI era en esencia bastante pacífico, o al menos mucho más de lo que es habitual en él. El esqueleto estructural en torno al cual gira la disquisición del discurso, es el problema de la relación entre la razón y la fe. Como es un discurso dirigido a estamentos universitarios, y a varios científicos, toca por supuesto el tema de la racionalidad científica y la fe. Y el hilo conductor que eligió para enhebrar todos sus tópicos, es el problema de si la naturaleza de Dios es plenamente racional.
Debe decirse que en este caso, el discurso de Benedicto XVI sigue un zigzag bastante complicado. Después de algunos preliminares a cargo de sus remembranzas de la vida universitaria en Ratisbona, en donde hizo clases décadas atrás, Benedicto XVI entra en un viejo debate, que envolvió a Manuel II Paleólogo, emperador bizantino del siglo XIV, con un erudito persa. La materia del debate es el problema de la legitimidad de la conversión a una religión determinada por medio de la fuerza, en general, y en particular de la guerra santa como método para propagar la fe. La postura defendida por Manuel Paleólogo es que propagar la fe verdadera (cualquiera sea ésta) por medio de la violencia es abiertamente irracional, y por lo tanto, ilegítimo, ya que actuar de un modo no racional es contrario a la naturaleza misma de Dios. Pero, añade citando al autor que recopiló el discurso de Manuel II Paleólogo, el erudito persa podría bien no estar de acuerdo, porque en la tradición cristiana, Dios y la razón se identifican plenamente, mientras que en la tradición musulmana Dios es trascendente e inmanente, y por tanto, Dios trasciende toda posible razón humana.
Aquí es donde recién Benedicto XVI entra en materia. El resto del discurso describe la tensión entre estos dos posibles extremos (un Dios que por ser racional, debería en principio sacrificar su inmanencia, por una parte, y por la otra, un Dios inmanente que no está encadenado a nada, ni siquiera a lo que es bueno, verdadero o racional). El primer camino es el propio del ethos cristiano, según Benedicto. Describe así latamente como la fusión de la tradición filosófica griega y la tradición religiosa bíblica llevaron a la identificación de la Palabra de Dios con el logos griego. Ahora bien, en griego logos tiene una connotación no sólo de palabra, sino también de algo racional (logos es, en griego, lo contrario de pathos, que significa aproximadamente sentimiento o dolor). Durante el resto del discurso, describe como dicha creencia fue puesta en tela de juicio por algunos teólogos medievales, que defendieron el inmanentismo prescindiendo incluso de la idea de un Dios racional, y después por los sucesivos embates de la Reforma y otras corrientes que buscaban "deshelenizar" a la religión, y como parte de su programa, privar a Dios de su aspecto racional.
Los planteamientos de Benedicto XVI son, por supuesto, sumamente discutibles, partiendo por el hecho de que no parece haber manera racional alguna de defender la existencia de Dios, y por tanto, presuponer que Dios es alguien racional es, como mínimo, algo temerario. Pero se ajustan a la más estricta ortodoxia cristiana, toda vez que, como el propio Benedicto se encarga de recordar, la Palabra de Dios que crea el mundo en el Génesis (el Verbo) es identificado con el Logos racional griego. Pero en lo que mira al escándalo, es bien obvio que la idea principal de Benedicto pasa muy de lejos por la crítica contra los musulmanes. La alusión a éstos es bastante parcial, está contextualizada de la cita de un emperador largo tiempo ya muerto, y en realidad está dirigida a un núcleo de catedráticos universitarios a quienes el tópico musulmán deja más bien indiferente, en vez del realmente importante, a saber, cuál es el papel de la religión con respecto a la racionalidad científica en particular, y a la racionalidad en términos amplios, en general. En ese sentido, es claro que los musulmanes, o al menos los musulmanes extremistas que han amenazado con un atentado terrorista contra Benedicto XVI, se han tomado demasiado a pecho afirmaciones de las que, por una vez en la vida al menos, Benedicto XVI parece ser inocente de la intención de injuriar. Y si la inclusión de la historia de Manuel Paleólogo era intencional, para denostar con la sutileza sibilina de los teólogos a la religión musulmana, entonces esta alusión resultó tan etérea que bien los musulmanes podrían haber prescindido perfectamente de ella, sin darse por enterados. Entonces, ¿por qué tanto revuelo a causa un discurso que verdaderamente no lo merece...?

UN NUEVO EPISODIO EN EL HISTORIAL DE DESENCUENTROS.
Cuando hay madera seca suficiente, basta el más miserable de los fósforos para incendiar un bosque. Quizás este discurso en sí mismo sea una nadería, pero es innegable que el revólver estaba cargado desde hacía bastante tiempo. Y aunque Benedicto XVI sea en verdad inocente de la posible mala intención que este discurso pudiera tener hacia los musulmanes, lo cierto es que su arrogancia y prepotencia son las que lo han colocado en un pésimo pie para tratar con el mundo islámico.
La actitud de Benedicto XVI hacia los musulmanes no ha sido condenatoria del todo, es cierto, pero por otra parte ha sido bastante ambivalente. El sello característico de Benedicto XVI, como teólogo primero, y en menor medida como Pontífice después, ha sido un fundamentalismo depredador. Todo aquello que difiere de su santa opinión sobre cualquier tema ético o moral, Benedicto XVI lo califica de relativismo, y lo condena como tal sin más. El verdadero pecado de Benedicto se trasunta bien en su discurso, leyendo entre líneas: quizás no es una condena contra los musulmanes en general, pero hay una sutil identificación entre el Islam y una posición inmanentista que Benedicto descalifica de inmediato como irracional. Una de las conclusiones que pueden extraerse del discurso de Benedicto, es que el Islam es una religión eminentemente irracional, y el Cristianismo, al menos en su versión católica, una eminentemente racional, porque el Cristianismo tiene como herencia el logos griego, y el Islam no. Esto está en concordancia con la actitud displiscente de Benedicto contra todos aquellos quienes no sostienen sus ideas, y que se vertió en la durísima persecusión que emprendió en su época contra la Teología de la Liberación, por ejemplo.
Por otra parte, Benedicto XVI ha actuado ciertamente con hipocresía al condenar la violencia. El mismo ha manifestado un furor paulino en reprimir a aquellos quienes no piensan como él, pero no ha tenido empacho en condenar la violencia del terrorismo religioso. Aunque el terrorismo religioso sea algo malo, no es Benedicto XVI la persona que tiene mayor autoridad moral para atacarlo. Y esto, los musulmanes lo resienten.
Por otra parte, el Cristianismo ha tenido una relación de eterna enemistad hacia los musulmanes. La guerra contra el infiel fue el programa político continuo de la Iglesia Católica durante todos los siglos desde la Héjira hasta el fin de la Edad Media, y aún en el siglo XVIII todavía hacía llamados (vanos, por supuesto) a la Cruzada. En el siglo XX dicha actitud se ha desvanecido, pero uno puede legítimamente preguntarse si esto se debe a un cambio de actitud de la Iglesia Católica, o a que simplemente ha perdido demasiado poder como para permitirse el lujo de convocar a una Cruzada. La Iglesia Católica perdió así históricamente una magnífica oportunidad de enmendar sus errores, y por ende, la autoridad moral para condenar a quienes ahora en la actualidad emplean los mismos métodos terroristas que ella utilizó contra los musulmanes. En ese sentido, Benedicto XVI, perdido en sus ensoñaciones teológicas sobre el logos cristiano y sobre la inmanencia de Dios versus la razón, sigue viviendo de espaldas a la Historia. Y quienes no aprenden del pasado, están condenados a repetirlo...

13 agosto 2006

EL MONSTRUO VOLADOR DE ESPAGUETI.

En una era cínica que se ríe de todo y de todos, tenía que surgir una religión que fuera completamente payasa. El Ojo de la Eternidad hace una crónica sobre el Pastafarismo, una pujante nueva religión que lucha por ganarse un cupo en la enseñanza de Estados Unidos, y cuyo dios es nada más y nada menos que... ¡El Monstruo Volador de Espagueti!


[IMAGEN SUPERIOR: El Monstruo Volador de Espagueti imparte la primera comunión a sus fieles. Esta parodia de "La última cena" de Leonardo da Vinci está tomado del sitio oficial de la religión del Pastafarismo].

HACIENDO DE LA RELIGIÓN UN SOBERANO PAYASEO.
Pareciera ser que todo aquello posible de ser planteado de forma seria, puede también ser ironizado de forma payasa. Y siendo la religión uno de los temas más serios posibles, también ha originado una cuantiosa cantidad de parodias. Sin embargo, habida cuenta del enorme poder que suelen tener en las sociedades organizadas quienes son detentadores de lo divino, o dicen serlo al menos, la sátira contra la religión puede conllevar enormes riesgos corporales, incluyendo la tortura o la pérdida de la vida.
Por eso, los blancos más seguros en materia religiosa, son aquellas religiones y credos que van en franco declive. En el siglo II d.C., el escritor grecosirio Luciano de Samósata las emprendió así contra la religión griega, que en esa época era apenas una sombra de sí misma. En sus "Diálogos de los dioses" y sus "Diálogos marinos" se reía a carcajadas de los dioses grecorromanos. Estas parodias difícilmente pueden ser comprendidas por el lector actual, salvo que tenga una buena formación histórica y conozca con cierto detalle los mitos griegos, pero para el que cumple esos requisitos, seguramente será una lectura hilarante. En el siglo XVIII, cuando el Cristianismo se batía en retirada ante la ciencia y la Iglesia Católica comenzaba a perder poder, surgieron también varias obras que criticaban a la religión. Entre los adalides de esta tendencia estaban Voltaire, y también C. A. Bürger, editor de una versión más o menos definitiva de "Las aventuras del Barón de Münchhausen". Por su parte mucho antes, en la España del siglo XVI, el anónimo autor del "Lazarillo de Tormes" se había atrevido a criticar a los clérigos tan ácidamente, que la obra cayó en el Indice de libros prohibidos por la Iglesia Católica.

EL MONSTRUO DEL ESPAGUETI VOLADOR.
El siglo XX resultó ser una marejada en donde se combinaron todas las tradiciones culturales del mundo en un único y ameboide sustrato cultural común. En medio de todo esto, las religiones establecidas perdieron bastante pie (lo están recuperando, pero eso es parte de otra historia). Por supuesto que uno de los grandes damnificados fue el Cristianismo. La Iglesia Católica trató de actualizarse en el Concilio Vaticano II, pero durante el Papado de Juan Pablo II hubo un movimiento contrarreformista que trató de regresar las cosas a como eran antes. En las otras ramas cristianas, hubo también francos retrocesos.
Pero de todas maneras, en Estados Unidos los movimientos cristianos siguen teniendo una fuerza notable. No en balde, Estados Unidos es la patria del Destino Manifiesto, filosofía que como detallamos en un posteo anterior de El Ojo de la Eternidad, se mezclan ideales judeocristianopuritanomasónicos para justificar de manera religiosa una actitud imperialista frente al mundo. Y dichos grupos conservadores consiguieron el poder suficiente para poner a cargo de todo a un "cristiano renacido", a George W. Bush. Una de las consecuencias de esto es el continuo entorpecimiento a las iniciativas científicas, y el apoyo decidido a grupos creacionistas, hasta el punto que los creacionistas luchan, basados en la Doctrina del Diseño Inteligente, por ocupar espacios iguales al Darwinismo en la enseñanza pública de los Estados Unidos.
En el año 2005, se supo que el Consejo de Educación del Estado de Kansas había aceptado formalmente que se dedicara tiempo igual a la enseñanza del Diseño Inteligente, y al Darwinismo. El especialista en computadoras Bobby Henderson se rebeló, y en carta abierta pidió que si se iba a equiparar la enseñanza de dogmas religiosos disfrazados de ciencia, con la ciencia verdadera, entonces todas las religiones debían tener igual oportunidad, y propuso la suya propia: el Pastafarismo.
El término "pastafari" es una parodia de "rastafari", por supuesto, pero en versión de pasta italiana, porque el dios propuesto por Henderson es el Monstruo Volador de Espagueti. La explicación del universo que proponen es simple: el universo fue creado por el Monstruo Volador de Espagueti, y toda la evidencia sobre el Evolucionismo fue plantada intencionalmente por dicho ser. La disminución de los piratas desde 1800 en adelante ha provocado el calentamiento global y el incremento de terremotos y huracanes, como lo prueban gráficos en que aparecen de manera correlacionada la disminución de los piratas y el aumento de la temperatura climática mundial (por eso los pastafaris se visten de piratas). Bobby Henderson es el profeta de la Primera Iglesia Unida del Monstruo Volador de Espagueti, y su símbolo es un tenedor. Todos estos elementos son una ácida sátira de diversos planteamientos cristianos y creacionistas, por supuesto.
Lo que Henderson no preveía, por supuesto, era que pronto la noticia pasaría a los blogs, y de ahí a los periódicos serios. Con lo que los pastafaris comenzaron a crecer en número.

¿Y POR QUÉ NO...?
Todo este asunto es, por supuesto, una profunda tomadura de pelo al Cristianismo en general, y al Creacionismo en particular. Sin embargo, lo grave de la cuestión es que demuestran crasamente la irracionalidad de la mayor parte de las religiones (o de todas). Los argumentos para demostrar la existencia del Monstruo Volador de Espagueti son, en el fondo, los mismos usados por teólogos serios y prominentes como Anselmo de Canterbury o Tomás de Aquino para tratar de probar la existencia de Dios. En el fondo, el Monstruo Volador de Espagueti es una gigantesca reducción al absurdo, llevar la lógica de los argumentos planteados sobre Dios hasta un extremo tal, que toda su irracionalidad quede de manifiesto. En efecto, si se trata de permitir el Creacionismo vía Diseño Inteligente al mismo nivel que el Darwinismo en las escuelas por un tema de enseñar a los alumnos una pluralidad de puntos de vista, no hay ninguna objeción lógica a permitir la entrada de los dogmas relativos al Monstruo Volador de Espagueti.
A las últimas, todo esto prueba igualmente el carácter poco democrático de los defensores del Creacionismo, y de los cristianos en general. ¿Debe una democracia tolerar a los intolerantes, a aquellos que de acceder al poder destruirían todo el orden democrático en conjunto, aunque esos intolerantes lo sean en nombre de una pretendida religión superior? ¿Tiene sentido usar como argumento la necesidad de puntos de vista plurales, para justificar el intento por imponer un único punto de vista...? ¿Tiene sentido tratar a la ciencia como una democracia...? Quizás el Monstruo Volador de Espagueti sea una burla o parodia, pero también funciona como una cruda manera de poner en escena diversos problemas que nuestras sociedades democráticas están teniendo hoy por hoy con las religiones institucionalizadas.

20 abril 2006

BENEDICTO XVI: AÑO UNO.

El pasado 18 de Abril, Benedicto XVI cumplió su primer año de Pontificado. Por desgracia para la Iglesia Católica, el Panzerkardinal ha heredado algunos pésimos hábitos de su pasado, y ha insistido en una aproximación totalitaria y muy poco caricativa a la religión cristiana. El Ojo de la Eternidad aprovecha la oportunidad de hacer un balance de su primer año a cargo de la Iglesia Católica.

LA LLEGADA DE BENEDICTO XVI AL PODER.
El día 2 de abril de 2005 falleció Juan Pablo II, después de cerca de 26 años y medio de pontificado. Sin embargo, para mucha gente era evidente que Juan Pablo II hacía tiempo que ya no era Papa, o por lo menos, se esforzaba demasiado en serlo, cada vez más acorralado por las enfermedades degenerativas que lo acosaban. Surgieron entonces los inevitables rumores e intrigas por el tema de la sucesión. Los primeros síntomas de que algo raro pasaba, se produjeron cuando hubo orden interna dirigida a todos los cardenales, de no hacer declaraciones a la prensa en ningún sentido.
La elección del año 2005 fue histórica en un amplio sentido. Juan Pablo II había liderado exitosamente un movimiento tendiente a aplastar la obra del Concilio Vaticano II, y su largo pontificado había profundizado una noción autoritaria de lo que debe ser la Iglesia Católica. Pero en ese tiempo, el mundo había cambiado. La sociedad civil le perdía el respeto a la Iglesia de manera cada vez más acelerada. Se publicaban abiertamente libros sobre las diversas intrigas vaticanas, no sólo sobre aquellas de los pasados siglos, sino también sobre investigaciones relativas al oscuro fallecimiento de Juan Pablo I y las vinculaciones de los principales sospechosos a la Banca Vaticana y las finanzas de la alta política italiana. Además, una enorme revolución mediática se había producido. La principal fuente de información en la elección de 1978 había sido el periódico y la televisión. En 2005, había sido Internet. En ese sentido, lo poco transparente de la elección había quedado aún más de manifiesto, no porque ésta en particular lo hubiera sido por sobre las anteriores, sino porque ésta era mucho más visible para el mundo.
A diferencia de elecciones pasadas, la de 2005 no era entre un ala reformista "pro Vaticano II" y una conservadora, sino entre una conservadora moderada y una conservadora radical. En el largo papado de Juan Pablo II, la mayor parte de los cardenales reformistas y adeptos a una interpretación del Catolicismo social y mundana habían sido barridos, reemplazados por un Colegio Cardenalicio conservador, tridentino y ultramundano.
Por otra parte, Joseph Ratzinger había sido el ala derecha de Juan Pablo II durante muchos años. La elección de éste, bien conocido por su fanatismo religioso hasta el punto de haber sido bautizado como "Panzerkardinal" o "Rottweiler de Dios", no debería haber resultado una sorpresa.

LOS ANTECEDENTES DE RATZINGER.
No había nada de tranquilizador en el pasado de Joseph Ratzinger. Había vivido su niñez y juventud en la Alemania Nazi, e incluso había participado en las Juventudes Hitlerianas. Los adeptos de Benedicto XVI lo defienden señalando que dicha participación era obligatoria en aquel tiempo, y además fue de apenas un año, pero cuesta pensar que el virus del autoritarismo no pudo haberse inoculado por la presión social en aquellos años.
En los años siguientes, como sacerdote, Ratzinger era uno de los teólogos liberales, ubicado dentro del ala reformista de la Iglesia Católica durante el Concilio Vaticano II. Sin embargo, andando el tiempo, la observación de las revueltas de 1968 le provocaron vivo asco. ¿Acaso el puritanismo, el espíritu disciplinado, férreo y militar, o el autoritarismo asociados al espíritu germánico, hicieron efecto en él? Como sea, se volvió más conservador que los propios conservadores, y cuando Juan Pablo II le llamó a ser el encargado de controlar la Congregación de la Doctrina y de la Fe, sucesora de la Santa Inquisición, desarrolló una implacable persecusión de todos los elementos disidentes. Irónicamente, el Papa polaco que venía de un país asolado por los nazis, tenía como brazo derecho teológico a un antiguo nazi.

EL PRIMER AÑO DE BENEDICTO XVI.
Tanto el pasado de Benedicto XVI como su manera intrigante de llegar al poder, eran un seguro anticipo de lo que vendría. Y en ese sentido, el pontificado de Benedicto XVI ha sido casi completamente estéril en obras. Para decirlo más claro, Benedicto XVI se ha desgastado haciendo gestos hacia la platea, pero no ha hecho nada que pudiera ser considerado un bien para la Iglesia Católica, sus fieles, la defensa de los valores humanos, o la Humanidad en su conjunto.
Uno de los grandes desafíos que Benedicto XVI heredó de Juan Pablo II, era la modernización de la Iglesia Católica. Juan Pablo II había promovido una Iglesia abierta al mundo, consciente de la importancia creciente de los medios de comunicación, pero al mismo tiempo había reforzado el autoritarismo papal con la promulgación del Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica. En ese terreno, Benedicto XVI no ha hecho absolutamente nada. Su pontificado ha sido de una inercia pasmosa, y por tanto, la Iglesia Católica sigue yendo hacia el desastre, con la creciente sangría de sacerdotes que vive todos los días.
Por otra parte, en los tiempos actuales conviven por una parte la pluralidad de ideas más grande que ha vivido la Humanidad desde sus comienzos, con el resurgimiento de toda clase de intolerancias y fanatismos de toda clase. En esto, Benedicto XVI también ha dado un paso hacia adelante y uno hacia atrás. Por una parte, ha intentado promover el ecumenismo teniendo conversaciones con representantes de otras religiones y grupos: con los anglicanos, con los lefevristas, con los ortodoxos, con los musulmanes. Sin embargo, éstas han sido meramente protocolares. En lo esencial, Benedicto XVI ataca con fuerza "el relativismo", su bestia negra, que él identifica con todo aquello que no se corresponde con la Iglesia Católica. ¿Qué clase de diálogo ecuménico o interreligioso puede nacer de aquí?
Tampoco ha sido un pontificado pródigo en grandes gestos. El caballo de batalla fue la reunión de Benedicto XVI con los jóvenes en Colonia. Sin embargo, de ella nada bueno puede salir. El discurso de Benedicto XVI en dichas jornadas fue todo lo fundamentalista que pudo ser, llamándolos a ser buenos y decentes, pero a la vez, dando a entender de manera sutil y ladina que eso era exactamente igual a ser un buen católico (¿acaso el agnóstico Einstein, el agnóstico Darwin o el agnóstico Carl Sagan eran malas personas o con su obra perjudicaron a la Humanidad...?). O sea, si esta reunión genera alguna clase de frutos, no pueden ser otros sino el fundamentalismo y fanatismo, el culto a la personalidad de presentar a Benedicto XVI igual que si fuera un rockstar. No insistiremos más, porque hablamos latamente sobre el particular en un posteo anterior.
Por otro lado está la primera encíclica, en donde pontificó sobre el amor. Sin embargo, la manera de hacerlo fue, cuando menos, curiosa, y en definitiva es un ejercicio de Teología bastante torcida, que dejó bien en claro que una cosa es hablar sobre el amor y la caridad, y por otro lado, ejercerla. También hubo un posteo anterior sobre el particular, así es que no insistiremos.
En definitiva, el primer año de pontificado ha sido todo lo anodino que se puede, lleno de pirotecnia y fuegos artificiales, pero sin ningún fruto concreto. O por lo menos, eso es lo mejor que cabe esperar, porque si surge algún fruto de todo esto, no puede ser otro sino el recrudecimiento del fanatismo religioso de los católicos, algo que no le hace ningún bien ni a ellos, ni al resto de la sociedad que tiene que convivir con ellos.

05 marzo 2006

LA TOLERANCIA DE LOS INTOLERANTES

Desde que nació la democracia moderna, en la Revolución Francesa, ésta ha debido afrontar un espinoso problema: si debemos darle libertad de expresión y votos a todos por igual, por el solo hecho de ser seres humanos dotados de dignidad y derechos, ¿qué hacemos con aquellos quienes sostienen (legítimamente, en el juego democrático) opiniones contra la democracia, y que no dudarían en destruirla a la primera oportunidad, si llegaran al poder? El problema de la tolerancia hacia los intolerantes es un zapato chino que ninguna democracia moderna ha conseguido solucionar del todo. Y en defensa de la democracia contra el fanatismo fundamentalista, la propia democracia puede ser ahogada... El Ojo de la Eternidad echa luz sobre este gravísimo problema de la democracia moderna abierta para enfrentar a totalitarismos fundamentalistas cerrados.



[IMAGEN SUPERIOR: Nüremberg, 1934. Día del Partido Nazi. Adolf Hitler podrá haber sido uno de los peores criminales de todos los tiempos, pero es innegable que llegó al poder por medios perfectamente democráticos, e instauró el Tercer Reich sin violar ni la más mínima coma de la constitución democrática de la República de Weimar].

EL PROBLEMA DE LA TOLERANCIA DE LOS INTOLERANTES.
La democracia moderna nación como una reacción al Absolutismo de los siglos XVII y XVIII. En la sociedad absolutista se sostenía que existía un orden social consagrado nada más y nada menos que por Dios. En consecuencia, los teóricos del Absolutismo sostenían que el monarca lo podía literalmente todo. En Francia, el obispo Bossuet sostenía que ir contra el monarca era ir contra la ley de Dios. En Inglaterra su contemporáneo Thomas Hobbes, quizás por el espíritu más pragmático de los pensadores ingleses, sostenía que había existido un "estado de naturaleza" que era el caos y la anarquía absolutos, y para superarlo, todos los hombres habían renunciado a sus derechos en favor de una monarquía absoluta.
Como reacción a estos conceptos surgieron las llamadas "ideas de 1789": libertad, igualdad, fraternidad... y en particular, como una medida para impedir el poder arbitrario y despótico, el concepto de sujección a un "estado de derecho" que garantice la democracia política y la tolerancia social.
El problema surgió cuando en el libre juego de las ideas democráticas, empezaron a manifestarse quienes legítimamente estaban en contra de la democracia. Si la democracia era el sistema político perfecto, entonces ¿qué espacio podía dárseles a dichos enemigos del sistema? La cuestión no es simple. Si les permitimos expresarse libremente, corremos el riesgo de que la democracia se hunda, si es que dichos grupos antidemocráticos ganan adeptos. Por otra parte, si restringimos su libertad para expresarse, estaremos al mismo tiempo restringiendo la democracia: dicho en palabras más duras, se trataría de matar aquello mismo que se había jurado proteger.

UN CASO PARADIGMÁTICO: EL ASCENSO DE HITLER AL PODER.
Un ejemplo de cabecera para cualquier analista político, es el problema del ascenso hitleriano al poder. Hitler era un ex combatiente de la Primera Guerra Mundial que había tentado un miserable golpe de estado en 1923, y lo había pagado con sus huesos en la cárcel. Desde allí había desarrollado una nueva táctica, e hizo crecer a su agrupación, el Partido Nacionalsocialista (los nazis, por más señas) hasta convertirlos en una importante fuerza electoral.
En esa época, Alemania estaba hundida económicamente. Se calculaba que las indemnizaciones producto de la Primera Guerra Mundial estarían pagándose nada menos que hasta 1988, y en medio de eso, Alemania sufriría hambre y miserias. Ningún grupo político podía solucionar tal estado de cosas, así es que cuando Hitler empezó a ascender, los diversos actores intentaron utilizar su popularidad con sus propios fines. Un incidente aislado, el incendio del Reichstag (el Parlamento alemán) en 1933, catapultó a Hitler a una contundente victoria electoral. Pocos alemanes parecían darse cuenta de que acababan de entregar, por medios perfectamente democráticos, el poder a alguien que prometía aniquilar la democracia.
El resquicio utilizado fue un artículo de la Constitución de Weimar de 1933, que permitía asumir poderes absolutos en caso de crisis nacional. Hitler no tardó mucho en declarar ésta, disolvió el Reichstag, proclamó el Tercer Reich... y el resto es historia.

INTOLERANTES.
Aparte de casos como el de Hitler, el asunto de la tolerancia hacia los intolerantes cobra una enorme importancia si se piensa en la gran cantidad de ideologías y credos que estiman perfectamente legítimo reemplazar la democracia por una dictadura totalitaria fundamentalista.
En primer lugar están los grupos de izquierda. Los comunistas y los movimientos populistas actuales en América Latina tienden a abominar de la democracia, considerando que los problemas sociales son tan agudos, que sólo la mano de hierro de una dictadura es capaz de resolverlos. Es el caso de Fidel Castro en Cuba, y de Hugo Chávez en Venezuela.
Pero dichas actitudes no son, en lo político, patrimonio exclusivo de la izquierda. El Presidente de Perú Alberto Fujimori (1992-2000) es un estupendo caso de hombre llegado por la vía democrática al poder, perpetuándose después en él merced a un oportuno autogolpe. Y Fujimori no era un izquierdista, precisamente.
Otro caso reciente es el de George W. Bush. Con la idea básica de "proteger la democracia", envió una ley al Congreso, la Patriot Act, que en el fondo es la tumba de las libertades cívicas de Estados Unidos.
Está también el movimiento nacionalsocialista. Hablar de neonazis es algo tan amplio como pueda serlo la distancia entre los skinheads golpeando inmigrandes turcos en Alemania, y los nazis esotéricos que creen en una suerte de neopaganismo aplicado a la actualidad.
Y porr último, una gran fuente de fundamentalismos antidemocráticos es la religión, el foco de atención de El Ojo de la Etern
idad. La Iglesia Católica, por ejemplo, tiene un larguísimo historial de intentos por obstruir la voluntad libre y soberana de los pueblos, por medio de sus redes de influencia. Ello no debería resultar extraño, tratándose de una confesión religiosa que no cree en el "vox populi, vox dei", sino en el "magister dixit" y el "Roma locuta, causa finita", sibilinamente reforzados por el Dogma de la Infalibilidad Papal, proclamado en 1870. En todos los países donde la Iglesia Católica era fuerte, conseguir leyes de matrimonio civil o de divorcio, incluso de registros civiles, fue toda una odisea. No menos peligrosos son los fundamentalismos islámicos, tal y como el movimiento chiíta. Y en no menor medida, el fundamentalismo judío, que con sus redes de poder y dinero mantienen constantemente vivo el recuerdo del Holocausto, hasta el punto de que mandan gente a la cárcel por hacer uso de su libertad de expresión negándolo.

¿QUÉ ES LA DEMOCRACIA?
Uno de los problemas favoritos de la Teoría Política es la pregunta "¿qué es una democracia?". No intentaremos contestarla aquí, pero la clave del problema reside en dicha respuesta. Si la democracia es un mero sistema formal de toma de decisiones políticas (separación de poderes, votación de leyes en un Poder Legislativo, plebiscitos, elecciones periódicas, etcétera), entonces el problema de la tolerancia de los intolerantes es irresoluble, porque en cualquier momento la mayoría puede votar en contra de la democracia, y ahí mismo ésta se acaba (para no volver, claro está).
Si en cambio se opina que la democracia es un sistema político con un contenido basado en, por ejemplo, los derechos humanos, entonces se impregna ésta de un contenido ideológico particular. Y un perfecto demócrata no puede creer que un contenido ideológico particular (por ejemplo, el demócrata liberal) es superior al contenido ideológico autoritario de cualquier tipo (comunista, macartista, católico, fundamentalista musulmán, etcétera) sin negar de paso el dogma democrático básico, cuál es que los hombres son creados libres e iguales en dignidad y derechos. Por lo que el problema sigue siendo, en la práctica, irresoluble.

02 marzo 2006

IRAK AL BORDE DE LA GUERRA CIVIL (OTRA VEZ).

Un antiguo dictador derrrocado. Un ejército de ocupación integrado por "infieles". Un país desgarrado por dos ramas de una misma religión. Una etnia rebelde en las montañas del norte. Y un pasado político y religioso como peón de las grandes potencias asiáticas y europeas. La crisis religiosa de Irak que amenaza desembocar en guerra civil era algo anunciado. Tanto, que El Ojo de la Eternidad ya había reporteado sobre el particular. El Ojo de la Eternidad repasa algunas claves para entender la crisis religiosa que se vive en dicho país.


[IMAGEN SUPERIOR: Mezquita en Samarra, ciudad de Irak. Fue precisamente en dicha ciudad en donde ocurrió el atentado que amenaza con precipitar a Irak en una sangrienta guerra civil de religión].

UNA TRAGEDIA ANUNCIADA.
No es algo para enorgullecerse, el acertar en lo relativo a malos augurios, pero el desastre que significó el atentado contra una mezquita en Samarra, es algo que habíamos anunciado hacía varios meses, en El Ojo de la Eternidad. De hecho, dedicamos al menos dos artículos que tocaban incidentalmente el tema: "El lío religioso que se cocina en Irak", y "Los chiítas: Los rebeldes del Islam". Pero como parece que en Irak nadie lee El Ojo de la Eternidad, no está de más repasar lo que está ocurriendo allá, y que no es sino la desafortunada coincidencia de un cúmulo de problemas históricos y religiosos jamás bien resueltos, y que ahora siguen pasando su trágica factura en costo de vidas humanas y pérdidas materiales.
De partida, la idea tan vaquera de George W. Bush de declarar la guerra a Irak, invadirla, derrocar a su dictador e instalar un ejército de ocupación era, en el mejor de los casos, ingenua. No es que Saddam Hussein fuera un tipo agradable o simpático, pero debido a la complejísima situación geopolítica de Irak, sumado al virulento antioccidentalismo que se vive en el mundo islámico, esa empresa era justamente algo similar a meterse en camisa de once varas. En esa trágica invasión, sobre cuya ilegitimidad nunca se ha insistido lo suficiente (hecha en base a pruebas falsificadas y evidencia insuficiente, y pasando por alto al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas), está la semilla de los grandes males pactuales para el pueblo iraquí.

ESA CURIOSA ENTELEQUIA POLÍTICA LLAMADA "IRAK".
Irak se asienta en lo que antiguamente se llamaba Mesopotamia, una franja de terreno cultivable entre los ríos Tigris y Eufrates que desde antiguo fue presa codiciada para todos sus vecinos, los beduinos del desierto al sur, y los montañeses de las cordilleras al norte. Como resultado, la historia de dicho territorio es una larga y muchas veces monótona seguidilla de invasiones. Una de esas tantas invasiones se produjo cuando los musulmanes irrumpieron en territorios del Imperio Sasánida (un imperio de religión zoroastriana que controlaba lo que actualmente es Persia), y lo hicieron parte de sus dominios. No habían pasado ni una decena de años, cuando los victoriosos musulmanes se dividieron en una sangrienta guerra civil. En ella se enfrentaron dos elementos. Uno de ellos fue un grupo tradicionalista y ultraortodoxo, los chiítas, quienes sostenían que la misión de conservar la palabra del Profeta Mahoma recaía en sus descendientes sanguíneos. Eran por tanto seguidores de Alí, califa que había contraído matrimonio con Fátima, hija de Mahoma. El otro grupo, los sunitas, buscaba adaptar el Islam a la nueva realidad política musulmana, creando para ello la Shariah (la ley islámica paralela al Corán, e inspirada en éste), y se habían amparado en la Casa Omeya. Los chiítas fueron derrotados en toda regla y se convirtieron en un montón de facciones revoltosas minoritarias, mientras que los omeyas sunitas tomaron el control y ya no lo soltaron más. Los chiítas siguieron siendo minoría en todo el mundo islámico hasta que casi un milenio después, en el siglo XVI, un caudillo persa rebelde llamado Ismail Safaví creó un imperio chiíta en Persia, y exterminó a la mayoría sunita en sus dominios por medio de persecusiones y conversiones forzadas.
En el siglo XIX apareció en escena el colonialismo europeo. Irak había caído mientras tanto en manos del Imperio Otomano, el cual, a pesar de estar en estado agónico, era mantenido por el juego político de las superpotencias (concretamente era apoyado por Inglaterra, para impedir que Rusia saliera al Mar Mediterráneo). Pero en la Primera Guerra Mundial, los otomanos apoyaron al Eje, razón por la que los británicos le dieron entusiasta apoyo a un famoso líder llamado Thomas Lawrence, mejor conocido como Lawrence de Arabia, para promover la rebelión. Como consecuencia de todo esto, el Imperio Otomano fue desmembrado, y el antiguo territorio de Mesopotamia, que no había sido en verdad nunca independiente de sus turbulentos vecinos, obtuvo una independencia como estado nacional, cuando en verdad nunca había existido una nación allí. Con lo que empezaron los problemas.
Después de una abigarrada historia política, el poder cayó en manos de un dictador secular llamado Saddam Hussein. A diferencia de la caricatura del líder fundamentalista musulmán vociferando con el Corán en la mano, Hussein intentó crear un estado secular moderno (aunque no democrático). Para ello se apoyó fundamentalmente en la minoría sunita, en desmedro de la mayoría chiíta, fuertemente más fanática, a la que persiguió con saña. Eso, hasta que su caída le dio una nueva oportunidad a la intransigencia chiíta.

¿RECONCILIACIÓN ENTRE CHIÍTAS Y SUNITAS?
La dinámica entre sunitas y chiítas es la propia entre cualquier mayoría moderada y una minoría fanática, debido a su propio historial político y religioso. Como decíamos, los sunitas creen en el Corán, pero también en la llamada "tradición" (Sunnah), la que aparece regulada en la Shariah. Los chiítas, por su parte, son rígidamente apegados al Corán, y consideran a la Sunnah como una tergiversación, incluso una falsificación, del verdadero sentido del Corán. Es la misma diferencia entre los católicos que ponen la Tradición de la Iglesia al lado de la Biblia, y los protestantes que sólo otorgan valor a lo que está en las Sagradas Escrituras. Por otra parte, los sunitas tienen una relación mucho más laxa con la religión (aparte de grupos exaltados, que los hay en todas partes), ya que su principal autoridad religiosa, el Califa, ha dejado de existir hace mucho tiempo atrás, y el liderazgo religioso se ha desplazado a los ulemas, los doctores de la ley, que interpretan el Corán y la Sunnah según un parecer de estudiosos. Los chiítas, por el contrario, consideran que la tradición coránica se ha mantenido a través de los descendientes del Profeta, los llamados imanes. Como hacia el siglo IX el último imán oficial ha desaparecido, los "imanes ocultos" y "mahdies" han florecido después como setas bajo la lluvia, encontrándose por tanto los chiítas repartidos entre múltiples sectas, seguidoras cada una de ellas de un ayatollah distinto, que dice obrar en nombre de algún imán oculto.
En ese contexto, es claro que no puede haber una reconciliación entre chiítas y sunitas. Aunque ambas son facciones musulmanas, lo cierto es que son demasiado diferentes entre sí como para congeniar. Ninguna de ambas ramas del Islam ha sido educada en una tradición democrática, sino en una de respeto a la religión oficial, la que no se entiende como una rama separada y aislada del resto de la vida social, sino como un todo armónico e integrante con la misma. Lo que acarrea el siguiente problema: ¿debemos aplicar de manera rígida y literal el Corán a la vida social (la solución chiíta), o debemos hacerlo de manera armónica con las actuales circunstancias mundiales (la solución sunita)? Es como el problema del aborto y de las células madres en Occidente: si se tiene una postura religiosa al respecto de tipo "aborto es asesinato", es imposible llegar a transar una ley en el libre juego democrático que permita aborto en ciertas condiciones, y en ciertas otras condiciones no.

¿DEMOCRATIZAR IRAK?
Si George W. Bush y sus halcones en la Casa Blanca hubieran tenido a la vista todos estos antecedentes, es claro que se la hubieran pensado dos veces antes de invadir Irak. Odiaban a Saddam Hussein porque necesitaban un fantoche al que calificar de "enemigo del mundo civilizado", pero olvidaron que Hussein era lo único que detenía el avance chiíta en la región, imparable desde que en Irán (la antigua Persia) los chiítas se hicieron con el poder en 1980, depositándolo en las manos del ahora fenecido Ayatollah Jomeini. Al invadir Irak, se crearon una imagen de "enemigos del Islam" que vino muy bien a las facciones radicales de Irán, quienes consiguieron llevar al poder a un primer ministro que se ha entretenido tratando de montar un programa nuclear para Teherán, presentándose como un reivindicador de la tradición musulmana, al tiempo que niega el Holocausto y trata de borrar a Israel para siempre del mapa.
Al mismo tiempo, al derrocar a Saddam Hussein e imponer un ejército de ocupación, han tenido que crear un complejo sistema político en Irak, en donde los equilibrios entre chiítas y sunitas queden cuidados de la mejor manera posible. Y esto quiere decir que nadie está contento en Irak. Los sunitas son una minoría asociada con el odiado régimen de Hussein (odiado por cruel, y odiado por secular) y el sistema no ofrece suficientes garantías para impedir una eventual masacre. Los chiítas sostienen que no hay suficiente democracia, porque si la hubiera, llegarían a las urnas en número abrumador y exterminarían sin problemas a la minoría sunita. Y en medio de todo eso está la etnia kurda, que desde hace una década viene manejándose como quiere en el Kurdistán irakí, y que no está dispuesta a regresar al redil irakí. Algo que no le gusta ni a Estados Unidos, ni a Siria, ni a Turquía, ni a Irán, ya que implica cercenar territorios de estos últimos tres países, y crear un nuevo foco de inestabilidad en la región. Después de todo, los kurdos quieren su propia libertad para exterminar a los irakíes que viven en el Kurdistán.
En medio de todo esto, era cuestión de tiempo antes de que algún exaltado hiciera detonar una bomba en una mezquita de la facción contraria. En estos días, la violencia religiosa ha crecido y crecido, y las bombas se han cobrado cada vez más muertos. Estados Unidos está entrampado en la jaula que ellos mismos se construyeron, y ahora no pueden salir, porque son la única garantía de algo parecido a la paz en el territorio irakí. Por desgracia, esta es la clase de zapato chino que admite sólo una respuesta posible como solución: el derramamiento de sangre a raudales. Lo que por cierto ayudará a consolidar las odiosidades que existen desde siempre entre sunitas y chiítas.

23 febrero 2006

CONTRA DEICIDE: LA NUEVA BATALLA RELIGIOSA DE CHILE

La libertad de expresión fue una de las más grandes victorias obtenidas por la Revolución Francesa sobre la tiranía de las clases ociosas (nobleza y clero). Uno de los más grandes damnificados fueron, sin lugar a dudas, los movimientos religiosos. Sin embargo, de tarde en tarde estos fanáticos fundamentalistas intentan regresar por sus fueros. En Chile, la última batalla al respecto la está protagonizando el grupo Deicide. Aunque ellos están acostumbrados a dichas lides. El Ojo de la Eternidad aprovecha la ocasión para hacer una nueva crónica de la ceguera fundamentalista en Chile.


[IMAGEN SUPERIOR: Afiche de Deicide, grupo de Death Metal de los Estados Unidos, famoso por sus conflictos con grupos fanáticos fundamentalistas cristianos].

LA POLÉMICA EN CHILE.
El nombre de Deicide no le decía nada a nadie en Chile, fuera de los círculos vinculados al Death Metal y la música más extrema, hasta el año 2004. A mediados de dicho año, el sacerdote Faustino Grazziero fue asesinado brutalmente en la Catedral de Santiago, por un joven llamado Rodrigo Orias, quien aparentemente tenía sus facultades mentales perturbadas. Al poco tiempo se supo que el joven escuchaba música extrema, lo que dio a los grupos fanáticos cristianos más material para denostar todas las manifestaciones culturales que no se adscriben a su visión de lo que debe ser el mundo. Aparentemente, el joven viajó guiado por un impulso, que él atribuía a una misión superior (o inferior, si consideramos que se sentía llamado por las fuerzas infernales), teniendo que ofrecer un sacrificio al Demonio. Todo ello, incitado por las letras de la banda Deicide.
De paso, digamos que la gente de Deicide, al enterarse de lo sucedido, y en particular de que sus letras habían tenido alguna influencia, deploraron el hecho, señalando lo obvio: después de todo, lo que hacen es sólo música, para divertirse y hacer pensar si se puede, pero no para tomárselo tan en serio.
De todas maneras, la popularidad de Deicide parece haber crecido un tanto en Chile, ayudado por la publicidad extra, de modo que organizaron un recital para mediados del año 2005. En dicha ocasión, grupos fundamentalistas intentaron detenerlos, con la Iglesia Católica a la cabeza. Prensa de derecha, como el diario El Mercurio (el mismo que ha defendido más allá de lo defendible a Augusto Pinochet y a los violadores de derechos humanos durante la dictadura militar, entre otras causas inenarrables, y que le da amplia tribuna a empresarios y a la Iglesia Católica, en desmedro de los sectores más populares), intentaron orquestar una campaña en su contra. Sin mayores resultados.
El incidente podría haber quedado ahí. Pero Deicide decidió volver a Chile. Primero, el recital iba a ser en Valparaíso. Después en Viña del Mar. Después se movió a Quilpué. Los grupos conservadores movilizaron todas sus influencias para que los políticos y representantes municipales se opusieran. El diario La Estrella se prestó vergonzosamente a una campaña de pública difamación, dándole un amplio espacio a todos aquellos quienes opinaban en contra de la venida de Deicide, aunque cualquiera que se pasee por los foros de Internet, puede enterarse de primera mano sobre el extenso movimiento de apoyo a su causa, originado justamente en la actitud matonesca de la Iglesia Católica para salvaguardar un mensaje que, en principio al menos, debería hablar de paz y amor, no de prohibiciones ni condenas.

EN UNA TRINCHERA: DEICIDE.
¿Quiénes son Deicide? En lo principal, son una banda de Death Metal. Es decir, de música metalera extrema, más centrada en la brutalidad del sonido que en la melodía de la canción. Nacieron en Florida bajo el nombre de Amon, en el año 1987. La integran Glen Banton como bajista y vocalista, los hermanos Eric y Brian Hoffman como guitarristas, y Steve Asheim como baterista. Aparte de registros en vivo, su discografía comprende LPs con nombres bastante decidores: "Deicide", "Legion", "Once Upon The Cross", "Serpents Of The Light", "Insineratehymn", "Torment In Hell" y "Scars Of The Crucifix".
Una fuente de odiosidad contra Deicide, la constituyen sus líricas. Puede afirmarse que hay dos clases de líricas satánicas, dentro de la música extrema: el satanismo cosmológico y erudito, cercano al Gnosticismo, propio de bandas como Emperor o Dimmu Borgir, y el más vinculado a la visión cristiana de Satán: la sangre, la crueldad, la violencia. A esta segunda línea adscribe Deicide. Las letras no son nada suaves. Esto es lo que dice la canción "Deicide", de 1990: "Puedo golpear la luz y ver a través de la verdad, yo soy el Deicida, Señor, qué puedes hacer. Has caído ahora, una y otra vez y siempre será en la cruz, hijo olvidado, un sacrificio tiene que ser hecho" ["I can strike the light and see through the truth / For I'm the Deicide, Dominus, what could you do / Thou has falled you now, one again and always will / On the cross, forgotten son, a sacrifice it had to be done"]. O la canción "The Pentecostal", del 2004: "Zombie de Jesús, celestialmente fascista, lo peor de lo peor, empático cristiano, bautizado en pánico, símbolo de resurrección, la vida sobre todo, total desastre, enfermo y perverso" ["Zombie of Jesus, heavenly fascist, worse of the worse, / Christian emphatic, baptized in panic, symbol rebirth, / Life ever after, total disaster, sick and perverse"].
Todo eso, acompañado de carátulas muy explícitas, que juegan con la iconoclastia más absoluta. Para el disco "Once Upon A Cross", por ejemplo, proponían una carátula mostrando a Cristo destripado. La cual fue finalmente censurada, no sin antes proporcionarles una gran publicidad.
Los espectáculos en vivo también son chocantes. Suelen arrojar al público órganos de animales. Organos de verdad de animales, no hechos para que parecieran tal cosa. Glen Benton, por su parte, se tatuó una cruz invertida en la frente. Hizo también la promesa de matarse sobre el escenario, cuando cumpliera 33 años, aunque este número, que les hubiera reportado una publicidad asombrosa, jamás lo llegamos a ver...
No es raro que Deicide haya cargado sobre sí la odiosidad extrema de numerosos grupos fundamentalistas cristianos, e incluso la leyenda de la banda incluye varias amenazas de muerte en su contra.

EN LA OTRA TRINCHERA: LOS FANÁTICOS FUNDAMENTALISTAS CRISTIANOS.
Aunque en Chile supuestamente la dictadura militar, y la consiguiente represión de las libertades civiles (incluyendo la libertad de expresión) se terminó hace década y media, los grupos fanáticos fundamentalistas han seguido firmes al pie del cañón. La gran estrella de la década de 1990, en materia de pisotear el derecho a la libertad de expresión, fue el obispo Jorge Medina, Obispo de Valparaíso, quien después fue ascendido a un alto cargo vaticano y sepultado ahí, para que no molestara más, debido a que su actitud intolerante y fanática ocasionó incluso roces diplomáticas entre la República de Chile y el Vaticano. Uno de los tristes hitos que protagonizó Medina, lo constituyó su dura campaña para impedir que la banda Iron Maiden tocara en Chile, la que finalmente tuvo éxito, para fastidio de sus numerosos seguidores. Algo que los fanáticos de Maiden, por cierto, nunca le perdonaron a Medina. Como puede apreciarse, ya existían antecedentes para intentar prohibir que un grupo de música tocara su repertorio en un concierto público y en vivo.
Otra gran trinchera para los grupos fundamentalistas, fue la batalla en torno a la película "La última tentación de Cristo". La censura de la dictadura militar la prohibió, y después, hubo una larga y dificultosa batalla legal por eliminar dicho resquicio dictatorial en nuestra moderna y aún imperfecta democracia.
Por desgracia en el Chile actual dichos grupos fanáticos, entre los cuales no es el más tolerante la Iglesia Católica, siguen desempeñando un enorme poder, el cual movilizan a través de sus relaciones políticas. Los miembros más prominentes de la Iglesia Católica son reclutados entre las familias aristocráticas vinculadas al empresariado, el cual subvenciona con publicidad a la prensa, de manera que los políticos que deseen estar bien colocados en la opinión pública, tienen que entenderse fatalmente con la Iglesia Católica. No es casualidad que el masón y socialista Ricardo Lagos, cuando era candidato a la Presidencia en el año 1999, haya tenido que entrevistarse con la Iglesia, "ir a Canosa", para apaciguar sus resquemores, y que la primera visita de la socialista y agnóstica Michelle Bachelet, una vez Presidenta electa a comienzos del 2006, haya sido al cardenal Francisco Javier Errázuriz.
Los grupos evangélicos, por su parte, compensan su relativa debilidad numérica y económica, con un enorme celo y fanatismo religioso. Ambos grupos, la Iglesia y los evángelicos, consideran que las verdades del Cristianismo son absolutas e incuestionables, y por tanto, sólo valoran la libertad de expresión cuando se trata de difundir su propia doctrina, mas no cuando ésta sirve de vehículo a expresiones disidentes a la misma.

¿Y AL FINAL?
Puede argumentarse que modos de expresión como Deicide podrían constituir incitaciones al odio y la violencia religiosas. Quizás. Pero no menos que una teleserie truculenta puede constituir incitación al adulterio o al asesinato. Después de todo, es sólo música. Si la música tiene ese efecto sobre las mentes perturbadas, entonces claramente deberían prohibirse las rancheras, un género de música muy querido por Augusto Pinochet Ugarte, actualmente procesado por varios crímenes contra los derechos humanos, y acusado por grupos humanitarios de varios cientos más; después de todo, una canción que diga "con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley" podría interpretarse como una incitación al autoritarismo...
Además, Deicide, y las bandas como Deicide, nacieron como reacción natural al fanatismo e intolerancia de los cristianos, quienes llevan un largo historial de pretender que sus ideas sobre el mundo y lo que hay en él sean universalmente aceptadas, por la fuerza si es preciso. ¿Acaso no fue la propia Iglesia Católica quien, incitada por lo que dice el Nuevo Testamento, fomentó la leyenda negra de que los judíos debían ser perseguidos por el crimen de haber dado muerte a Cristo (deicidio, justamente)? Si escuchar a bandas como Deicide puede llevar al asesinato de un católico por parte de una psique enferma, ¿acaso con esa misma perspectiva no debería la lectura del Nuevo Testamento ser prohibida porque una lectura inadecuada de la misma podría llevar a una mente enferma a pretender matar a los judíos?
Una de las grandes victorias de la democracia moderna es la libertad de expresión. Medios como Internet han sido un valioso apoyo, hasta el minuto por lo menos, para mantener la misma, creando canales de expresión distintos a los oficiales, controlados por fanáticos religiosos fundamentalistas. La libertad de expresión permite criticar las verdades oficiales sostenidas por grupos religiosos, no en aras de la salvación de las almas sino de su propio sórdido interés económico, como hemos develado en varios artículos de El Ojo de la Eternidad. La libertad de expresión permite también el florecimiento de toda clase de manifestaciones culturales, y si algunas de ellas resulta especialmente agresiva, entonces lo más inteligente es preguntarse: ¿qué he hecho yo, para que se me responda de esta manera? Considerarse a sí mismo como superior al resto de los seres humanos, por revelación divina, y que por eso, el mensaje de uno mismo es más importante que el mensaje del resto, constituye un ultraje al principio básico según el cual todos los seres humanos tienen la misma dignidad y derechos. Quizás Deicide haya olvidado esa premisa fundamental. Pero tampoco la Iglesia Católica o los evangélicos tienen mejores cartones para invocar esto como un argumento, porque ellos llevan dos milenios más con las manos manchadas con la sangre de aquellos quienes intentaron oponérseles.