16 febrero 2006

BENEDICTO XVI EN COLONIA: EL PAPA QUE SURGIÓ DEL FRÍO.

Han pasado casi seis meses desde que Benedicto XVI abandonó el Vaticano por primera vez como Papa, y emprendió el que hasta la fecha es su único viaje al extranjero. Lo hizo a Colonia, ciudad alemana muy cara para él. No es mal pretexto para repasar los incidentes y significación de dicho viaje, por lo que El Ojo de la Eternidad devela un par de cosas que los medios de comunicación tradicionales no pudieron o no quisieron decir, sobre las sibilinas manipulaciones de Benedicto XVI, en el día de su encuentro con la juventud...



[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Benedicto XVI en Colonia, en barcaza por el Río Rin, cual Julio César del siglo XXI].

EL VIAJE DEL PAPA A COLONIA.
Al advenimiento de Benedicto XVI como Papa, en Abril pasado, las dudas y resquemores sobre éste eran muchas. Una de las principales giraba en torno al problema de qué tan mediático resultaría. Juan Pablo II había tenido ideas duramente conservadoras, pero también era un hombre carismático y amigo de los medios de comunicación modernos (en particular la televisión e Internet). Si Benedicto XVI fallaba en ser igualmente mediático, y era posible que así fuera, entonces la Iglesia Católica corría un grave peligro de contraerse aún más que lo jibarizado en los últimos años. De esta manera, el anuncio de que concurriría a la Jornada Mundial de la Juventud, en Agosto pasado, resultó ser una prueba de fuego. No sólo era su primer viaje como Papa al exterior, sino también una "primera impresión" de cuál sería su manejo y roce con los medios de comunicación. Y ya se sabe lo que son las primeras impresiones: una mala o muy mala, es muy difícil corregirla más adelante.
La llegada fue apoteósica, en un buen sentido, y también en uno malo. Según la prensa de la época, navegó en un barco con una nutrida comitiva, en cinco barcos (representando los cinco continentes), por el Río Rin, desde el Arzobispado hasta la Catedral de Colonia. No se escatimaron medidas de seguridad: además de las lanchas policiales que recorrieron el río, 300 buzos garantizaron la seguridad de la flotilla. Nada mal, para alguien que se dice sucesor de aquél que entró a Jerusalén montado en un humilde asno...
El mismo día de la inaguración hubo un incidente que sería pintoresco, de no ser por sus siniestras connotaciones. La policía germana, con un muy buen sentido común, se dispuso a repartir gratuitamente condones entre los jóvenes. La Iglesia se opuso rotundamente. Mathias Kopp, vocero de la Jornada, se lo tomó como algo casi personal: "Es una pura provocación". La policía se defendió con el argumento obvio: "En tiempos del SIDA, consideramos que el uso de condones sigue siendo el método de prevención más eficaz". Anécdota pintoresca, como decíamos, pero con un sello siniestro: la Iglesia Católica no sólo desconoce la realidad de que muy pocos jóvenes católicos viven en perfecto celibato hasta el matrimonio, sino que además, está decidida a sacrificar la salud y la vida de los jóvenes por mantener dogmas religiosos espúreos, algo que ya había demostrado al oponerse al control de la natalidad en Africa.
Hubo también un mal presagio: el Miércoles 16 de Agosto (es decir, dos días antes del arribo de Benedicto a Colonia), el creador de las Jornadas de la Juventud, en 1984, el padre Roger Schutz, fue apuñalado por una mujer, aparentemente una perturbada mental (aunque la fuente para esto es un diario católico, La Razón de España).
De todas maneras, la llegada del Papa a Colonia y la atención mediática que había convocado, aseguraban lo fundamental: Benedicto XVI era un hombre capaz de mover masas. Algún mal pensado podría argumentar que todo eso estaba cocinado, con una intensa labor de base a nivel parroquial para llevar gente que aplaudiera, un poco como en la televisión, cuando sale el cartelito "aplausos" o "risas" para decirle al público cuando deben hacer tales cosas. Pero si eso fuera cierto, entonces resulta claro que la maquinaria católica es todavía poderosa...

LA SUPERESTRELLA.
También, lo que fuera a hacer o decir Benedicto XVI, era motivo de controversias. ¿Cuál sería su mensaje?
Un rasgo interesante de hacer notar en este punto, es que Benedicto XVI es un hombre de palabras, algo que no debería resultar increíble, dado que su vida entera ha estado condicionada por su formación de teólogo apartado de la vida cotidiana (algo que subliminalmente dejó ver en su primera Encíclica, como posteamos oportunamente en EODLE). Esto lo diferencia de Juan Pablo II, quien era también hombre de gestos (como por ejemplo, besar el suelo de la tierra que pisaba como una muestra de humildad, rasgo que Benedicto XVI no imitó).
Hubo algunos discursos que trataron asuntos que podríamos llamar "de relaciones públicas". Entre ellos está aquél en donde calificó al Nazismo como "ideología demencial". Decir esto en Alemania, país en donde los grupos neonazis son cada vez más importantes, era algo fuerte. Pero necesario para Benedicto XVI, quien en el tiempo de su elección había sido sindicado como "nazi" por su pasado en las Juventudes Hitlerianas. Tuvo también algunos gestos de acercamiento hacia los judíos, con los cuales inaguró una política que ha mantenido en lo sucesivo: el diálogo con el Judaísmo.
Tuvo también algunos gestos referentes al Ecumenismo. Concretamente, señaló que Alemania era el país de la Reforma, pero también la cuna del ecumenismo cristiano en el siglo XX. Relajó también las exigencias católicas, al señalar que la unidad entre las numerosas sectas cristianas (Benedicto no usó la palabra "secta", por supuesto), "no significa uniformidad en todas las expresiones de la teología y la espiritualidad". Pero estos puntos ganados a favor de la tolerancia, se vieron dramáticamente perdidos en la homilía del Domingo siguiente, en donde afirmó que no existe el "Catolicismo a la carta" (según sus propias palabras). Concretamente, en dicha homilía dijo, después de insistir en la "necesidad de la eucaristía" (lo que en EODLE comentamos oportunamente como un mecanismo de control psicológico de la Iglesia Católica): "La espontaneidad de las nuevas comunidades es importante, pero es asimismo importante conservar la comunión con el Papa y con los obispos. Son ellos los que garantizan que no se están buscando senderos particulares, sino que a su vez se está viviendo en aquella gran familia de Dios que el Señor ha fundado con los doce apóstoles". Es decir, Benedicto XVI borró con el codo lo que escribió con la mano, porque implícitamente pone como requisito para reconocer que una determinada manera de entender el Cristianismo como algo más que un "sendero particular", es la "obediencia al Papa", y de ahí a la completa sumisión doctrinal (algo que sabe bien Benedicto XVI, antiguo Panzerkardinal Ratzinger, perseguidor a muerte de la Teología de la Liberación), hay sólo un paso, en particular desde 1870, año en que el Papa Pío X decretó, con el apoyo del Concilio Vaticano I, que el Papa es infalible cuando habla ex cathedra sobre asuntos de fe (o sea, que todo lo que diga un luterano o un anglicano está equivocado si contradice al Papa, porque sí, porque el Papa lo dice, y punto).

¿EL NAZISMO AL PONTIFICADO...?
¿Qué significado tiene todo esto? ¿Qué puede leerse entre líneas? La conclusión más obvia parece ser el triunfalismo demostrado por la Iglesia Católica, que destacó la masiva afluencia de jóvenes al evento, y el hecho de que la juventud del siglo XXI esté tratando de reencontrarse con la espiritualidad, en medio de la civilización de Internet, el sexo en línea, las películas pornográficas y las relaciones de una sola noche. Y sin embargo, los métodos de Benedicto recuerdan sintomáticamente al Nazismo.
Cuando Benedicto XVI era sólo Joseph Ratzinger, un púber más dentro del Tercer Reich, se le enroló por un año en las Juventudes Hitlerianas. Se ha dicho que su paso por esa experiencia no fue definitivo, porque fue tan solo un año, y de todas maneras no marchó al frente de batalla. Sin embargo, ¿no quiere decir de todas maneras que, en un año, la espiritualidad nazi no lo hubiera marcado? En adelante, toda su manera de afrontar las cosas ha tenido un extraño sello nazi, en particular su manera de reprimir la disidencia: elaborando altos vuelos teológicos (como la filosofía nazi) y aplastando a quienes se oponen a dichos vuelos (como los métodos de represión nazis).
Ahora, como Benedicto XVI, vimos una nueva muestra. Su primer, y hasta el momento único viaje al extranjero, fue a Alemania. En ella, tuvo explícitamente que condenar el Nazismo, quizás por el parecido espiritual de Benedicto XVI con Hitler. Y para reafirmar el Catolicismo allí, realiza lo mismo que los nazis: un espectáculo de masas. No tan perfectamente coreografiado, por supuesto (de hecho, era deseable el "toque de espontaneidad", para evitar que se viera como un videoclip de Rammstein), pero con la misma filosofía de un desfile como el que organizó el Tercer Reich en Nüremberg, en 1934. Y, consciente de que el futuro de la Iglesia Católica es cada vez más negro, con las progresivas deserciones al interior de la misma, se apresta a defenderla de la única manera posible: lavándole la cabeza a miles de jóvenes con un acto de masas, igual que intentaron hacer los nazis con las Juventudes Hitlerianas. ¿Alguien duda todavía de que Benedicto XVI, por más que se oponga al Nazismo, es él mismo un individuo que vive en una atmósfera nazistoide y se comporta como si la Iglesia Católica fuera un Kirchenreich...?

NOTA: Los acontecimientos de la Jornada han sido reseñados de los sitios en Internet de los diarios La Tercera de Santiago de Chile, El País y La Razón de España, y la BBC en español.

1 comentario:

Silence dijo...

¿Existe alguna traducción para el término Kirchenreich o se suele emplear en alemán? Muchísimas gracias!