30 agosto 2005

EL LÍO RELIGIOSO QUE SE COCINA EN IRAK.

El asunto de Irak ha perdido bastante fuelle en los últimos meses, ahora que el dominio estadounidense casi no tiene contrapeso alguno en dicho país. Quienes siguen muy preocupados son los estadounidenses, cuyos hijos siguen llegando en bolsas para cadáveres a la patria por el celo fundamentalista del Sumo Sacerdote de la religión del Estadounidismo, el Patriarca George W. Bush, y los irakíes, que cada día tienen que ver como algún pedacito de su país salta en pedazos. Sin embargo, ¿qué se está jugando allá? ¿Por qué es tan problemático el asunto? Y en particular, ¿qué papel juega la religión en todo esto? EODLE cumple con su misión culturizadora, ofreciendo una breve explicación del follón que se ha armado allá, tanto peor por cuanto el elemento religioso está cruzando todo el problema.
Por razones históricas que algún día EODLE explicará latamente, el mundo musulmán está dividido en dos grandes facciones religiosas, llamadas los sunitas y los chiítas. Los sunitas son mayoritarios en casi todos los países del Islam, desde el Atlántico a Indonesia, mientras que los chiítas sólo lo son en Persia e Irak. Esto se explica porque desde el siglo XVI en adelante hubo un gran imperio persa, llamado el Imperio Safavida, que era chiíta, y que promovió la conversión forzada de todos sus súbditos. Aunque los safavidas se hundieron hace siglos, la impronta de su política religiosa sigue rondando la región.
Ahora bien, Irak en realidad no es un país. Es decir, aparece en los mapas y tienen un asiento en las Naciones Unidas, pero desde un punto de vista histórico y geográfico, no es más que el campo de batalla entre dos grandes bastiones geográficos: Persia al este (hogar de los safavidas), y Turquía al oeste (en donde estuvo el Imperio Otomano). Por tanto, Irak siempre ha estado zarandeada de un lado a otro, sin ser una verdadera nación independiente ni mucho menos. Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias ganadoras (en particular Inglaterra y Francia) decidieron que en esa región iba a existir un paisucho llamado Irak, para fragmentar al máximo esa región, e impedir que surgiera un nuevo Imperio Otomano que les causara problemas, como había sido entre 1914 y 1918 (de paso, ahí también surgieron Arabia Saudita, Siria, Jordania y Palestina). La historia posterior de Irak fue bastante azarosa, porque como suele ocurrir con los países sin verdadero sentimiento nacional, creados por puro cálculo político, sus habitantes se trenzaron alegremente en luchas tribales y cosas así. Este estado de cosas llegó a su fin, temporalmente al menos, cuando se impuso la mano de hierro de Saddam Hussein.
Ahora bien, Saddam Hussein gobernó con los suníes, que eran minoría, por sobre una mayoría chiíta, lo que le sirvió de maravillas para mantener un estado laico, en contra de las presiones de Irán, el gran bastión de los chiítas. Por eso, cuando Estados Unidos atacó Irak y depuso a Saddam Hussein, los sunitas perdieron bruscamente todo su poder.
La tragedia de Irak es que en ese país se va a imponer la democracia a la fuerza, cuando realmente nadie la desea. En una democracia real, los sunitas quedan en minoría, y por tanto, a merced de la venganza de los chiítas. Cuando un chiíta quiere vengarse, es de temer: basta con recordar lo que pasó en Persia, cuando Shah Reza Pahlevi fue derrocado por el Ayatollah Jomeini en 1980 (el mismo que condenó a muerte de Salman Rushdie). Los chiítas, por su parte, por una cuestión de fanatismo religioso que es parte de su credo religioso, se avienen mal con la democracia. Y Estados Unidos, en tanto, que se disparó en un pie al derrocar a Saddam Hussein y con ello abrirle la puerta a los ayatollahs chiítas de Irak, está al borde mismo de dispararse en el otro, ya que si instaura una democracia de verdad en Irak, el poder caerá inevitablemente en manos chiítas, y con ello, Irak se transformará en un peón del juego político de Teherán, en vísperas de que se sospecha de que los ayatollahs iraníes están desarrollando el arma nuclear.
¿Una reconciliación entre sunitas y chiítas? Imposible. Han sido enemigos mortales desde hace trece siglos, y una fórmula de composición entre ambos credos es imposible.

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