30 abril 2006

LA MUERTE

¿Qué es la muerte? Para la religión, es un tránsito desde el mundo material a uno espiritual. Para la ciencia moderna, es una serie de fenómenos fisiológicos, que en nada aseguran la existencia de un Más Allá. Para los historiadores, es la fuente de la religión. ¿Es la muerte el final de todo? ¿O es acaso el comienzo de algo más trascendente? El Ojo de la Eternidad aborda esta cuestión que está enclavada en el corazón de todas las religiones.


[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: "El triunfo de la Muerte". Oleo del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo, pintado hacia el año 1562. En ese tiempo la muerte no era algo clínico y hospitalario como ahora, sino una presencia bien viva, en particular por las hambrunas, la guerra y la peste].

EL HOMBRE FRENTE A LA MUERTE.
Se ignora desde cuándo el ser humano ha tenido conciencia de su propia mortalidad, pero se sabe que los rituales funerarios de entierro eran algo que se practicaba antes del hombre moderno, en la época del Hombre de Neanderthal, hace varias decenas de miles de años. Lo cierto es desde antes de la existencia de la civilización, el ser humano ha convivido cotidianamente con la muerte. No hay ninguna cultura conocida que no ubique a la muerte en un lugar destacado de su estructura mental, aunque sea de manera oblicua o indirecta. Algunas de ellas, como los aztecas, la hicieron el centro mismo de su existencia.
El ser humano estableció así la dicotomía entre muerte y vida. La vida es lo húmedo, lo cálido, lo activo. La muerte, por el contrario, tiene connotaciones de sequedad, de frialdad, de pasividad. Puede decirse que no hay nada más inerte que un cadáver. Esta pronunciada dicotomía heló el alma de todas las civilizaciones antiguas. ¿A dónde se marchan los seres queridos cuando mueren? ¿A dónde va uno mismo? Las respuestas a estas cuestiones no dejan indiferentes. El instinto de conservación propio de todas las criaturas vivientes se rebela contra la idea de que toda la lucha por la supervivencia es, en definitiva, estéril. Y comienzan así las historias y leyendas sobre la inmortalidad y el "más allá".

LA EXPLICACIÓN RELIGIOSA.
Desde antiguo, las tradiciones religiosas señalaban la existencia de un "ultramundo", también conocido como un "inframundo", que es un destino "después de la vida" para los seres humanos. En las culturas más primitivas, estas convicciones son simples: los espíritus de las personas ya fallecidas vagan por los alrededores, a veces para proteger a sus descendientes, y a veces para ocasionar plagas, enfermedades o calamidades diversas.
En civilizaciones más avanzadas, las convicciones sobre la muerte se han ido complicando un poco más. Los antiguos babilónicos tenían una creencia sobre el inframundo bastante desesperanzada. Sostenían que los muertos vagaban comiendo polvo y excrementos, sin ninguna posibilidad de recompensa futura; los dioses sólo favorecían a los mortales que se portaban bien, con dones en esta vida. Los primitivos hebreos compartían una creencia similar, ya que sostenían que los muertos iban derechamente a un lugar llamado el Scheol, una lúgubre caverna bajo el mundo. De ahí la clásica maldición bíblica de "polvo eres, y al polvo regresarás", sin promesas de una vida futura (Génesis 3:19). Entre los egipcios existía una mejor promesa de inmortalidad, pero ésta sólo alcanzaba al faraón, y eso, si tenía una tumba regia y digna de su esplendor. Sus súbditos, de rebote, quizás pudieran acceder a esa inmortalidad a través de él. Los primitivos griegos, por su parte, creían tan sólo en el Hades, una región infernal en donde los héroes y los mortales vagaban como sombras: una interesante muestra de esto se encuentra en la "Odisea" de Homero, concretamente en la secuencia del descenso a los infiernos, en donde Homero conversa con sus camaradas de armas ya muertos, quienes por muy héroes que fueran, no se libraron del destino común en la otra vida. De ahí el afán de gloria de los héroes homéricos: dejar un nombre famoso era la única clase de inmortalidad a la que podían aspirar.
Pero pronto, las religiones descubrieron el cebo de la promesa de la inmortalidad individual. Entre los hebreos comenzó a hablarse de la "resurrección" individual en tiempos de los Macabeos. Antes que eso, los judíos debían portarse bien por la gloria de su pueblo, no por sí mismos. Muchos siglos antes, los egipcios habían creado el culto a Osiris, en donde hay un "juicio de Osiris" que separa a los buenos de los malos. En cuanto a los griegos, incorporaron los Campos Elíseos al Hades, como destino para las almas bienaventuradas. Estos Elíseos son el antecedente del Paraíso cristiano. Desde allí, la creencia en el Paraíso pasó al mundo musulmán, con uno de lo más exótico: cada varón tendría 72 huríes (mujeres siempre vírgenes) a disposición.
Esta promesa de un futuro bienestar ultramundano se transformó en una gran resorte de poder de las religiones. La Iglesia Católica refinó esta técnica al máximo, cuando entre el Infierno (a donde iban los muy malos) y el Paraíso (a donde iban los muy buenos) colocó el Purgatorio, al alcance del pecador modesto, al cual se podía acceder pagando una generosa cantidad a la Iglesia Católica por concepto de "misas de difuntos", con la promesa de que después de algunas eternidades allí, el alma terminaría en el Cielo.

LO QUE PASA AL MORIRSE SEGÚN LOS CIENTÍFICOS.
En verdad, la frontera entre lo vivo y lo muerto se ha ido disolviendo poco a poco. En la actualidad, el concepto de vida, para los científicos, es casi superfluo. Los biólogos entienden hoy en día la vida como una serie de procesos biofísicos y bioquímicos, algo más complicados que el mundo inerte, pero en esencia no demasiado distintos. Tanto dentro como fuera del cuerpo, una molécula de agua sigue teniendo dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y continua presentando las mismas características físicas y químicas.
En medio de todo esto, los científicos no han encontrado el menor rastro de algo que pueda subsistir a la muerte. No existe ningún rastro de un alma inmortal, o alguna otra parte. En cuanto a la conciencia, aunque su funcionamiento último es aún un misterio, parece claro que responde a una serie de fenómenos físicos y químicos. La prueba de ello está en que la conciencia puede alterarse por el uso de substancias psicotrópicas, por accidentes, etcétera. Antaño, una mujer esquizofrénica podía pasar por bruja o endemoniada, mientras que hoy en día, tratada con los medicamentos adecuados, puede llevar una vida completamente normal, mientras que un iluminado con visiones divinas, que en otro tiempo podría haber fundado una religión, hoy en día puede dejar sus alucinaciones de lado con una buena dosis de Haloperidol. Existe la teoría de los "21 gramos", un peso que abandonaría al cuerpo después de la muerte, pero ésas son especulaciones sin corroboración científica.
Además, la muerte no es considerada un "estado" ("está vivo", "está muerto") como un proceso que comienza en la agonía, y prosigue poco a poco con el apagón progresivo de las funciones corporales. Los científicos pueden hoy en día detener ese proceso (aunque no revertirlo) por medio de complejas técnicas como respiradores artificiales, por ejemplo, lo que añade aún mayor complejidad a todo esto. En definitiva, el concepto de "muerte", si ya era complicado de entender y asimilar por las religiones, se ha vuelto algo incluso más difícil de conceptualizar, y por tanto, de ofrecer una respuesta religiosa al problema.

20 abril 2006

BENEDICTO XVI: AÑO UNO.

El pasado 18 de Abril, Benedicto XVI cumplió su primer año de Pontificado. Por desgracia para la Iglesia Católica, el Panzerkardinal ha heredado algunos pésimos hábitos de su pasado, y ha insistido en una aproximación totalitaria y muy poco caricativa a la religión cristiana. El Ojo de la Eternidad aprovecha la oportunidad de hacer un balance de su primer año a cargo de la Iglesia Católica.

LA LLEGADA DE BENEDICTO XVI AL PODER.
El día 2 de abril de 2005 falleció Juan Pablo II, después de cerca de 26 años y medio de pontificado. Sin embargo, para mucha gente era evidente que Juan Pablo II hacía tiempo que ya no era Papa, o por lo menos, se esforzaba demasiado en serlo, cada vez más acorralado por las enfermedades degenerativas que lo acosaban. Surgieron entonces los inevitables rumores e intrigas por el tema de la sucesión. Los primeros síntomas de que algo raro pasaba, se produjeron cuando hubo orden interna dirigida a todos los cardenales, de no hacer declaraciones a la prensa en ningún sentido.
La elección del año 2005 fue histórica en un amplio sentido. Juan Pablo II había liderado exitosamente un movimiento tendiente a aplastar la obra del Concilio Vaticano II, y su largo pontificado había profundizado una noción autoritaria de lo que debe ser la Iglesia Católica. Pero en ese tiempo, el mundo había cambiado. La sociedad civil le perdía el respeto a la Iglesia de manera cada vez más acelerada. Se publicaban abiertamente libros sobre las diversas intrigas vaticanas, no sólo sobre aquellas de los pasados siglos, sino también sobre investigaciones relativas al oscuro fallecimiento de Juan Pablo I y las vinculaciones de los principales sospechosos a la Banca Vaticana y las finanzas de la alta política italiana. Además, una enorme revolución mediática se había producido. La principal fuente de información en la elección de 1978 había sido el periódico y la televisión. En 2005, había sido Internet. En ese sentido, lo poco transparente de la elección había quedado aún más de manifiesto, no porque ésta en particular lo hubiera sido por sobre las anteriores, sino porque ésta era mucho más visible para el mundo.
A diferencia de elecciones pasadas, la de 2005 no era entre un ala reformista "pro Vaticano II" y una conservadora, sino entre una conservadora moderada y una conservadora radical. En el largo papado de Juan Pablo II, la mayor parte de los cardenales reformistas y adeptos a una interpretación del Catolicismo social y mundana habían sido barridos, reemplazados por un Colegio Cardenalicio conservador, tridentino y ultramundano.
Por otra parte, Joseph Ratzinger había sido el ala derecha de Juan Pablo II durante muchos años. La elección de éste, bien conocido por su fanatismo religioso hasta el punto de haber sido bautizado como "Panzerkardinal" o "Rottweiler de Dios", no debería haber resultado una sorpresa.

LOS ANTECEDENTES DE RATZINGER.
No había nada de tranquilizador en el pasado de Joseph Ratzinger. Había vivido su niñez y juventud en la Alemania Nazi, e incluso había participado en las Juventudes Hitlerianas. Los adeptos de Benedicto XVI lo defienden señalando que dicha participación era obligatoria en aquel tiempo, y además fue de apenas un año, pero cuesta pensar que el virus del autoritarismo no pudo haberse inoculado por la presión social en aquellos años.
En los años siguientes, como sacerdote, Ratzinger era uno de los teólogos liberales, ubicado dentro del ala reformista de la Iglesia Católica durante el Concilio Vaticano II. Sin embargo, andando el tiempo, la observación de las revueltas de 1968 le provocaron vivo asco. ¿Acaso el puritanismo, el espíritu disciplinado, férreo y militar, o el autoritarismo asociados al espíritu germánico, hicieron efecto en él? Como sea, se volvió más conservador que los propios conservadores, y cuando Juan Pablo II le llamó a ser el encargado de controlar la Congregación de la Doctrina y de la Fe, sucesora de la Santa Inquisición, desarrolló una implacable persecusión de todos los elementos disidentes. Irónicamente, el Papa polaco que venía de un país asolado por los nazis, tenía como brazo derecho teológico a un antiguo nazi.

EL PRIMER AÑO DE BENEDICTO XVI.
Tanto el pasado de Benedicto XVI como su manera intrigante de llegar al poder, eran un seguro anticipo de lo que vendría. Y en ese sentido, el pontificado de Benedicto XVI ha sido casi completamente estéril en obras. Para decirlo más claro, Benedicto XVI se ha desgastado haciendo gestos hacia la platea, pero no ha hecho nada que pudiera ser considerado un bien para la Iglesia Católica, sus fieles, la defensa de los valores humanos, o la Humanidad en su conjunto.
Uno de los grandes desafíos que Benedicto XVI heredó de Juan Pablo II, era la modernización de la Iglesia Católica. Juan Pablo II había promovido una Iglesia abierta al mundo, consciente de la importancia creciente de los medios de comunicación, pero al mismo tiempo había reforzado el autoritarismo papal con la promulgación del Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica. En ese terreno, Benedicto XVI no ha hecho absolutamente nada. Su pontificado ha sido de una inercia pasmosa, y por tanto, la Iglesia Católica sigue yendo hacia el desastre, con la creciente sangría de sacerdotes que vive todos los días.
Por otra parte, en los tiempos actuales conviven por una parte la pluralidad de ideas más grande que ha vivido la Humanidad desde sus comienzos, con el resurgimiento de toda clase de intolerancias y fanatismos de toda clase. En esto, Benedicto XVI también ha dado un paso hacia adelante y uno hacia atrás. Por una parte, ha intentado promover el ecumenismo teniendo conversaciones con representantes de otras religiones y grupos: con los anglicanos, con los lefevristas, con los ortodoxos, con los musulmanes. Sin embargo, éstas han sido meramente protocolares. En lo esencial, Benedicto XVI ataca con fuerza "el relativismo", su bestia negra, que él identifica con todo aquello que no se corresponde con la Iglesia Católica. ¿Qué clase de diálogo ecuménico o interreligioso puede nacer de aquí?
Tampoco ha sido un pontificado pródigo en grandes gestos. El caballo de batalla fue la reunión de Benedicto XVI con los jóvenes en Colonia. Sin embargo, de ella nada bueno puede salir. El discurso de Benedicto XVI en dichas jornadas fue todo lo fundamentalista que pudo ser, llamándolos a ser buenos y decentes, pero a la vez, dando a entender de manera sutil y ladina que eso era exactamente igual a ser un buen católico (¿acaso el agnóstico Einstein, el agnóstico Darwin o el agnóstico Carl Sagan eran malas personas o con su obra perjudicaron a la Humanidad...?). O sea, si esta reunión genera alguna clase de frutos, no pueden ser otros sino el fundamentalismo y fanatismo, el culto a la personalidad de presentar a Benedicto XVI igual que si fuera un rockstar. No insistiremos más, porque hablamos latamente sobre el particular en un posteo anterior.
Por otro lado está la primera encíclica, en donde pontificó sobre el amor. Sin embargo, la manera de hacerlo fue, cuando menos, curiosa, y en definitiva es un ejercicio de Teología bastante torcida, que dejó bien en claro que una cosa es hablar sobre el amor y la caridad, y por otro lado, ejercerla. También hubo un posteo anterior sobre el particular, así es que no insistiremos.
En definitiva, el primer año de pontificado ha sido todo lo anodino que se puede, lleno de pirotecnia y fuegos artificiales, pero sin ningún fruto concreto. O por lo menos, eso es lo mejor que cabe esperar, porque si surge algún fruto de todo esto, no puede ser otro sino el recrudecimiento del fanatismo religioso de los católicos, algo que no le hace ningún bien ni a ellos, ni al resto de la sociedad que tiene que convivir con ellos.

16 abril 2006

STANISLAV LEM: MÁS ALLÁ DE LO QUE SE PUEDE CONOCER.

El 27 de marzo pasado falleció Stanislav Lem, reconocido universalmente como uno de los más grandes escritores de ciencia ficción de todos los tiempos. De los varios pivotes en torno a los cuales se mueve su obra literaria, la reflexión existencialista es uno de los principales. Todos los personajes de Lem, en algún minuto u otro, deben ver cuestionadas sus nociones sobre la realidad en sí misma, a riesgo de ver sus existencias desestabilizadas, e incluso su propia cordura. No pocas veces se ha intentado ver un mensaje religioso en sus cosmologías. El Ojo de la Eternidad hace un repaso por los aspectos más importantes de la filosofía de su obra literaria.

EL ESCRITOR.
Stanislav Lem nació en Lvov, ciudad ucraniana, pero que en 1921 (año de su nacimiento) pertenecía a Polonia. Durante la Segunda Guerra Mundial, por pertenecer a una familia judía, tuvo enormes problemas, salvándose de milagro de acabar en la cámara de gases en 1942. Todos estos eventos hicieron de sus estudios de Medicina algo muy aventurado. Los inició antes de la guerra, debió interrumpirlos durante la misma, y después, al retomarlos, tenía que hacerlo bajo los dictados y dogmas propios de la ciencia soviética, puesto que todo el Este de Europa había caído en manos de la órbita comunista. De hecho, nunca llegó a titularse, porque se rebeló contra la idea de tener que dar examen sobre ideas científicas que debían aceptarse por ser el dogma oficial, como era propio de la ciencia comunista en general.
Por aquellos años, Stanislav Lem comenzó una prolífica carrera como escritor. Su obra literaria es vasta, tanto por la cantidad de escritos, como por la variedad de temas que acomete en los mismos. En las novelas y relatos de Lem se dan cita la sátira, la utopía (o quizás, mejor dicho, la distopía), la reflexión filosófica, la cibernética, la epistemología, etcétera. Que sus obras sean mayoritariamente encasilladas y encasillables dentro de la ciencia ficción es casi un accidente, porque el tratamiento de esos temas de manera grandilocuente iba a tener que llevarle por fuerza al terreno de la historia planetaria (el futuro de la Tierra o las historias de otros mundos, tanto más da).

SU OBRA MÁS CONOCIDA: "SOLARIS".
A pesar de su frondosa obra literaria, la única adaptación por todo lo alto que ha recibido para el cine es "Solaris". Esto no es casualidad. En general, sus obras son densamente filosóficas, con muy poca acción, y con demasiados conceptos abstractos, todo lo cual no se condice con la necesidad de acción e imágenes que tiene el cine, para referir una historia. Puede decirse que "Solaris" fue adaptada casi como golazo durante la Unión Soviética, y el remake yanki, para sobrevivir, tuvo que centrarse en aspectos más comerciales, tal y como la historia romántica, que es muy soslayada por Lem en su novela (y con razón).
"Solaris" refiere la historia de Kelvin, un astronauta que viaja al planeta Solaris, en donde existe una única plataforma de investigación que, para colmo, es considerada como de escasa prioridad por los humanos, debido a que la investigación de Solaris está en punto muerto, y además, porque no existen recursos que puedan explotarse de él. El planeta Solaris presenta la curiosa peculiaridad de que posee un océano oleaginoso, capaz de crear extrañas formas estatuarias en el aire, algunas de tamaño ciclópeo. Previo a la llegada de Kelvin, los científicos de Solaris han realizado un extraño experimento, irradiando una región pequeña del planeta. La respuesta es pavorosa: cada uno de los científicos, Kelvin incluido, es literalmente invadido por copias de personas muertas de su pasado, aparentemente fabricadas por el planeta. La conclusión es que, en apariencia, el océano de Solaris es en realidad un gigantesco ser viviente, que trata de entablar comunicación con los seres humanos. Sin embargo, cualquier intento por lograr un entendimiento entre ambas formas de vida tan disímiles, acaba en el más rotundo de los fracasos.
La historia está convenientemente aderezada con diversas disgresiones sobre la historia de la solariología, la ciencia que estudia a Solaris. Stanislav Lem aprovecha esto para reirse a carcajadas de las pretensiones científicas de querer llegar a saberlo todo, describiendo una serie de teorías científicas, a cual más absurda o más ridícula, para explicar los fenómenos de Solaris. Se sabe que Solaris es un ser vivo e inteligente, pero esto es sólo una suposición inspirada por el instinto. Finalmente, el único contacto posible será cuando Kelvin visite personalmente al océano de Solaris y recorra sus gigantescas formas, un mero contacto tú-a-tú sin palabras, una especie de "soledad de a dos" entre Solaris y el humano.
"Solaris" es un buen referente para entender la obra de Lem. Aquí están sus principales temas: el papel de la ciencia en el hombre, la posibilidad del conocimiento absoluto (o mejor dicho, su imposibilidad), los límites del lenguaje para expresar las cosas, etcétera.

LAS REFLEXIONES DE LEM.
Lem es la clase de autores que no cae en el misticismo ni postula nuevas cosmologías, o no lo hace en serio. En ese sentido se diferencia de otros autores clásicos de ciencia ficción o fantásticos, quizás por ello más populares, como H. P. Lovecraft, J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis, Isaac Asimov o Frank Herbert, o en el cine, Gene Roddenberry o George Lucas, quienes sí se esmeran en construir universos nuevos y extraños en donde todo encaje más o menos en sus respectivos lugares. Las obras de Lem están diseñadas para crear preguntas, no para responderlas. Incluso cosmologías tan complejas como la de "Solaris", tiene un extraño aire de inacabadas. Lem escribe para plantear dudas, no para pontificar.
En ese sentido, los personajes de Lem vagan perdidos por el mundo, sin saber realmente cuál es su posición en el mismo. Se enfrentan constantemente a misterios, pero a pesar de todos sus esfuerzos, y siendo seres humanos inteligentes y racionales, no son capaces de trascender su condición humana y terminan por no entender nada, o peor aún, por malentenderlo todo, con consecuencias a veces irónicas, y a veces trágicas.
Un buen ejemplo de ello está en su libro "Vacío perfecto", una suma de crónicas respecto de libros absolutamente inexistentes. Por ejemplo, en "Gigamesh" hace pedazos, por la vía de la ridiculización, las pretensiones de escribir un "libro universal", como lo intentó ser el "Ulises" de James Joyce. Pero el relato más desconcertante de todos es, posiblemente, "Una nueva cosmología", en donde crea el concepto de cosmos-juego, un universo en donde las leyes de la naturaleza en realidad son reglas del juego creadas por entes inteligentes tan superiores al ser humano, que éste ni siquiera es capaz de concebir: algo así como si el límite de la velocidad de la luz, que a los seres humanos se impone como una barrera infranqueable, fuera una simple regla de criaturas superiores para jugar en su cajón de arena particular llamado "universo".
El tema de la incognoscibilidad, de la imposibilidad de conocer las cosas, del desconcierto frente a una naturaleza multiforme y siempre novedosa para el raciocinio humano, emparenta a Stanislav Lem con las doctrinas filosóficas escépticas. Lem es, en ese sentido, una especie de Pirrón revestido de lenguaje científico del siglo XX, con unas cuantas dosis de existencialismo a la Sartre. Una perspectiva tan alucinante como deprimente, por cierto, pero como decíamos, Lem es autor para valientes, para quienes plantean preguntas y no esperan respuestas fáciles.

13 abril 2006

LA DESCONOCIDA HISTORIA DEL CRISTIANISMO CELTA.

Una de las historias más desconocidas de Europa, es la del Cristianismo Celta. Suene asombroso o no, lo cierto es que durante medio milenio, Irlanda fue el más grande centro cultural de Europa, y desde allí partían los monjes eruditos a evangelizar todo el resto del continente. Más aún: inventaron un tipo de Cristianismo democrático y libre de jerarquías. El Ojo de la Eternidad refiere la sorprendente historia de los celtas que se convirtieron al Cristianismo, y estuvieron a punto de cambiar la historia de esta religión... para siempre.

EN UN COMIENZO: SAN PATRICIO DE IRLANDA.
Hacia el año 400 d.C., el Imperio Romano estaba acosado por bárbaros en todas sus fronteras. Quienes hayan visto la película "El Rey Arturo" del año 2004, podrán hacerse una idea bastante aproximada de la situación desesperada que vivía Inglaterra en aquellos años. A comienzos del siglo V, los romanos tuvieron que retirar las legiones de Inglaterra para defender el territorio mucho más vital de la Galia (la actual Francia). Lo que sobrevino fue el desastre: los bárbaros anglos, sajones y jutos atacaron Inglaterra y la arrasaron hasta tal punto, que ésta recayó en el paganismo más absoluto.
Anteriormente, en los siglos III y IV, el Cristianismo se había arraigado en tales regiones. En esa época, los cristianos habían conseguido que el Imperio Romano los protegiera, así es que vivían los vaivenes políticos con enorme terror. Pero en Bretaña e Inglaterra, regiones de hondas raíces celtas (hasta hoy) que no tenían mayor interés en el Imperio, se vivía el Cristianismo de manera harto distinta. En dichas regiones se generó la herejía optimista de Pelagio, quien negaba el Pecado Original, y consideraba que Adán había legado a la posteridad sólo el mal ejemplo de la desobediencia a Dios. Todo este desarrollo naufragó con la invasión bárbara...
...salvo en Irlanda, que se mantuvo cristiana de milagro. Hacia el año 400 un joven romano llamado Patricio fue secuestrado y vendido como esclavo en Irlanda. Allí se desempeñó como pastor al servicio de un rey (la única ocupación económica de la isla en ese entonces, aparte de la piratería). Consiguió fugarse, algo que él atribuyó a la intercesión divina, y volvió a Inglaterra. Sin embargo, había quedado tan impresionado con los irlandeses y su espíritu, que regresó a esas tierras para evangelizarlos. El Cristianismo no sólo estaba destinado a sobrevivir en Irlanda, sino que tomaría un rumbo inesperado, que estuvo a punto de cambiar la historia europea, y quizás la universal.

LOS CRISTIANOS CELTAS.
Los invasores que paganizaron Inglaterra, no pudieron o no quisieron saltar a Irlanda. Así, la Irlanda cristianizada quedó aislada del continente también cristiano por una barrera de paganos. Lo que hicieron fue algo muy típicamente celta: en vez de adaptarse ellos al Cristianismo, adaptaron el Cristianismo a sus necesidades. Su Cristianismo, por tanto, tiene muchos rasgos propios y particulares.
De partida, en Irlanda no habían ciudades, como en el Imperio Romano, así es que la estructura jerárquica en obispados carecía de sentido. En Irlanda prosperó como unidad básica, como célula de organización social cristiana, el monasterio. No había un monasterio "a la cabeza", a la manera de los obispados que estaban "a la cabeza" de otros obispados en el resto de la Cristiandad. Esto era propio del carácter celta, que valoraba la libertad sobre todas las cosas.
Además, los celtas cayeron en una pasión devoradora por saber cosas. De alguna manera se las arreglaron para agenciarse toda clase de libros y textos, y aprendieron latín, e incluso griego. Generalmente se atribuye la conservación de la cultura grecolatina en la Edad Media a los monasterios. Lo que no se dice es que dichos monasterios fueron los irlandeses, no los católicos continentales, en donde la cultura estaba bajo mínimos (se dice que a fines del siglo VI, el Papa Gregorio Magno censuraba a un obispo enseñar gramática a sus amigos).
Por otra parte, entre los cristianos celtas había igualdad de género. Una mujer tenía tantas oportunidades de llegar a abadesa (la máxima distinción eclesiástica en su sistema) como un hombre de ser abad. Las santas celtas, incluyendo a Santa Brígida, tenían tanto relieve como los varones. Y la mujer cristiana celta era tan culta e instruida como sus colegas varones.
En definitiva, el Cristianismo Celta era optimista, original y expansivo. Su gran amor por la cultura los llevó a que su obra de arte característica fuera el códice miniado. En el Imperio Romano, los textos se guardaban en rollos, mientras que estos monjes discurrieron tomar los pergaminos recortados y coserlos para construir los primeros libros conocidos. Además inventaron la letra minúscula, indispensable para copiar textos de prisa (los romanos sólo escribían CON MAYÚSCULAS): esa letra minúscula se transformará después en la letra carolingia que es la base del alfabeto minúsculo que utilizamos hasta el día de hoy.

EL CHOQUE CONTRA ROMA.
A finales del siglo VI, ambas cristiandades, la céltica irlandesa y la romana, estaban en franco proceso de expansión. En la segunda mitad del siglo VI comenzó la labor de evangelizar a los anglosajones de Inglaterra. Los irlandeses fundaron el monasterio de Iona, en el norte, y empezaron a avanzar hacia el sur, mientras que los católicos enviaron a Agustín de Canterbury a conseguir la conversión del rey de York, en el sur, para así avanzar hacia el norte.
La sorpresa inicial de encontrarse ambas cristiandades, acabó en desagrado. Los católicos consideraban a los irlandeses como pedantes, insolentes e insubordinados. Los irlandeses, por su parte, los miraban como ignorantes, bárbaros y arrogantes. Los monjes irlandeses, con Columbano a la cabeza, dieron el salto al continente, y fundaron monasterios en la Galia, en Suiza (el importantísimo monasterio de Saint Gall), e incluso en el norte de Italia.
Pasaba que los irlandeses y los romanos, al evolucionar por separado, habían creado dos cristiandades diferentes, y por eso, ambos se miraban mutuamente como herejes. Además, estaba el tema de la autoridad papal, que los irlandeses no es que no reconocieran, sino que incluso pasaban por alto, convencidos de que ningún eclesiástico podía estar por encima de otro, como no fuera un abad sobre la gente de su propio monasterio. Cuando Columbano tuvo fricciones con los monjes franceses, y éstos recibieron apoyo del Papado, Columbano reaccionó escribiéndole que reconsiderara, so pena de "ser considerado hereje y repudiado con desprecio por las Iglesias de Occidente". Esto se lo decía a Gregorio Magno (590-604), uno de los máximos defensores del totalitarismo papal de todos los tiempos.
El campo de batalla fue Inglaterra. Durante bastante tiempo la frontera entre ambas cristiandades se estabilizó allá, y sufrió varios vaivenes por la incertidumbre política que un caudillo pagano llamado Penda introdujo, con sus sucesivas guerras. Apenas derrotado Penda de Mercia, el rey de Northumbria (el más poderoso reino anglosajón) convocó a un sínodo en su capital, el puerto de Whitsby (que todavía existe hoy). Del Sínodo de Whitby, celebrado el año 664, salió el triunfo definitivo de los católicos. Los monasterios irlandeses quedaron entonces encajonados en Irlanda, hasta que la invasión vikinga del siglo X los aniquiló por completo, y con ellos, su peculiar manera de vivir y entender el Cristianismo.
Pero el legado de los monasterios irlandeses no murió allí. Durante siglos, los más aguerridos monjes misioneros y educadores salieron de Irlanda e Inglaterra, no del continente europeo. Entre ellos están misioneros como Bonifacio de Alemania, pedagogos como Alcuino de York, o teólogos como Juan Escoto Erígena... este último ya en pleno siglo IX. Si la cultura grecorromana se salvó para la Cristiandad, fue por obra de los monjes irlandeses, no de los católicos, quienes se subieron al carro cultural en forma tardía, y por qué no decirlo, con una enorme cantidad de trabazones mentales que los celtas no sentían. La historia hubiera sido muy distinta si los cristianos celtas de Irlanda hubieran ganado en el Sínodo de Whitby.

09 abril 2006

MARÍA LA VIRGEN.

Una de las figuras religiosas sobre la que se ha levantado una mayor polvareda histórica, es la Virgen María. ¿Quién fue ella? ¿Fue realmente virgen? ¿Por qué su culto ha perdurado por siglos? El Ojo de la Eternidad ofrece algunas respuestas a las más candentes interrogantes sobre la desconocida madre de Jesús de Nazaret.

MARÍA LA VIRGEN: BIOGRAFÍA OFICIAL.
A pesar de ser una de las figuras femeninas más famosas de la historia, y representada un mayor número de veces por pintores y escultores, lo cierto es que casi nada de concreto se sabe sobre ella. Las únicas fuentes informativas son los escritos sobre la vida de Jesús. Ahora bien, de ellos, sabemos que los Evangelios canónicos son fuertemente tendenciosos, además de que ni ellos se ponen de acuerdo sobre ciertos aspectos del mito mariano. La otra fuente son los evangelios apócrifos, muchos de los cuales son abiertamente míticos.
Según los Evangelios, María era una joven hebrea llamada por Dios para ser la progenitora del Redentor, lo que se concretó por obra del Espíritu Santo. José, al saberla embarazada, vacila en casarse, pero por mandamiento divino, acepta dicha tarea. En Belén, María da a luz a Jesucristo, como un nacimiento virginal. Después, María pasará a un discreto segundo plano, apareciendo sólo en contadas ocasiones a lo largo de los relatos evangélicos, y siempre en tensión constante con su hijo, quien le reprocha obligarle a hacer un milagro antes de tiempo en las bodas de Caná (Juan 2:3-4), e incluso desconociéndola (Marcos 3:31-35). Después de fallecer Jesús, María sigue en contacto con los Apóstoles (Hechos 1:14).
Si hemos de añadir además lo dicho por textos apócrifos, entra aquí la ascensión de María al cielo.

¿ERA VIRGEN MARÍA?
Según los evangelistas Mateo y Lucas, María tuvo a Jesucristo después de un embarazo virginal. Sin embargo, sospechosamente, tanto Marcos como Juan desconocen este milagro. Que Juan no se manifieste al respecto es extraordinariamente raro, porque su Evangelio, marcadamente diferente a los tres restantes, presenta a un Jesús mucho más espiritual y ultramundano, y por eso mismo, de haber sido cierta la historia, Juan se hubiera dado la mayor de las prisas en incorporarla a su relato, como una prueba de que Jesús era realmente alguien emparentado con Dios. Hay una fuente adicional sobre la virginidad de María, que es el "Protoevangelio de Santiago", pero este relato está tan cargado de hechos milagrosos, que cuesta considerarlo una fuente histórica fidedigna.
Siendo tan lábiles las pruebas sobre la virginidad de María, entonces cae por su peso que esta historia tiene que ser una fabulación. Máxime considerando que en repetidas ocasiones, los Evangelios hablan de los "hermanos" de Jesús de Nazaret (ver Mateo 13:55-56, en las biblias católicas se usa ambigüamente la palabra "parientes" allí donde el texto original dice "hermanos"). Estando María viva al momento de morir Jesús, es claro que no pueden ser sólo medios hermanos emparentados con Jesús por el padre. ¿Fue María madre de todos estos hermanos por embarazo virginal?
Pero si la virginidad de María es un mito, ¿qué se gana fabulando sobre ese particular?

LA GENEALOGÍA DE MARÍA.
El dogma según el cual María no sólo es madre de Cristo ("Cristotocos", en griego) sino también "Madre de Dios" ("Theotocos", en griego), fue proclamado por primera vez en el Concilio de Efeso, en el año 431. Quizás este emplazamiento no sea casual. Efeso era la ciudad de la diosa griega Artemisa, aquella que el platero Demetrio defendió cuando expulsó a Pablo de Tarso bajo el grito "¡grande es la Artemisa de los efesios!" (Hechos 19:23-41), y también aquella en donde se construyó el Templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
El territorio de lo que actualmente es Turquía, era un importante centro de culto para las diosas femeninas, sucesoras de la Gran Diosa Madre. Antes que Artemisa, se adoraba en tales regiones a la diosa Cibeles. A su vez, la diosa griega Cibeles es descendiente de Arinna, la diosa femenina del Imperio Hitita que estaba casada con Teshub, el dios de la tempestad, y cuyo nombre delata su parentesco con la Astarté fenicia y la Istar babilónica. Es decir, la región en que el culto mariano principió, era un foco telúrico de numerosos cultos antiguos de diosas femeninas. De ahí la necesidad de que María tuviera un rango tan elevado. Incluso, la Iglesia pasó severos apuros para definir la adoración a María, hasta que llegó a la fórmula según la cual María era objeto de veneración especial ("hiperdulía" en griego), pero no de adoración ("latría" en griego), esta última reservada sólo a Dios.
Y todo esto, ¿para qué? Simplemente por una cuestión de reconocimiento. Desde antiguo, la figura mítica de un dios se reconocía por medio de algunas señas características. El nacimiento virginal era una de esas señales. De ahí que para convencer a los paganos de que Jesucristo era un verdadero dios, había que crear el mito del nacimiento virginal de éste. Quizás era una mentira piadosa, sin mala intención, hecha para "traducir" el mensaje evangélico a un idioma que los paganos pudieran comprender.
Aún más. Entre los paganos, la diosa siempre representaba el papel de madre y amante del dios. De ahí que María haya tenido que ser proclamada no sólo madre del Cristo terrenal, sino también del mismísimo Dios.
He aquí entonces la explicación de por qué María es proclamada por los católicos como madre de Dios, y por qué el nacimiento de Jesucristo es virginal, según la Iglesia Católica. Sin embargo, todo este complicado puzzle queda suelto en un lugar: María no cumple el papel de "amante de Dios", sino a través del Espíritu Santo, que como veremos en un posteo que estamos preparando, en realidad no era originalmente un dios, ¡sino una diosa! Esta relación tan descafeinada con Dios deja el mito suelto, y por tanto, se requiere una nueva presencia femenina que supla este vacío, en el diseño mítico de Jesucristo. Y esa presencia mítica existe: ¿por qué creen ustedes que se ha agigantado tanto en la sombra, fuera de la Iglesia Católica, el mito de María Magdalena como compañera de Jesús...? (también viene pronto un posteo sobre esto).

06 abril 2006

LA RELIGIÓN DEL DESTINO MANIFIESTO.

Durante la administración presidencial de George W. Bush, hemos visto una gran ofensiva de grupos fundamentalistas cristianos, que hablan de su misión de llevar la democracia al mundo con un carácter mesiánico que les hacen muy impopulares en el resto de la Tierra. Y ellos parecen no darse cuenta. Esto es porque la doctrina del Destino Manifiesto, como se la llama, tiene bien poco que ver con la democracia, y sus raíces están en un hito tan alejado mentalmente como lo es la religión rabínica judía. El Ojo de la Eternidad rastrea las raíces religiosas de la doctrina del Destino Manifiesto, y explica lo que para muchos no tiene explicación.

[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Pintura del siglo XIX que muestra al Destino Manifiesto como una ninfa protegiendo a los emigrantes de Estados Unidos].

LA DOCTRINA DEL DESTINO MANIFIESTO.
Uno de los pilares de la política de Estados Unidos es la llamada "doctrina del Destino Manifiesto" (Manifest Destiny). A lo largo de sus dos siglos y fracción de vida independiente, los Estados Unidos de América la han aplicado indiscriminadamente. Oficialmente, "para la platea", los Estados Unidos son una nación atea y racionalista, en donde la democracia ha conseguido imponerse sobre el oscurantismo de los dogmas y la religión. Muchos de quienes defienden la separación entre Iglesia y Estado, en los Estados Unidos, lo hacen recurriendo a ese espíritu laico que supuestamente anima a dicha nación (por ejemplo, en la polémica por la enseñanza del Creacionismo en las escuelas públicas de Estados Unidos). Y sin embargo, en un análisis algo más acabado, resulta que el Destino Manifiesto opera no como un principio laico, sino como una verdadera "religión civil", muy parecida al credo político que profesaba el antiguo Imperio Romano, del que por otra parte, los estadounidenses son admiradores más o menos confesos.

EL PRIMER PILAR: LOS PURITANOS.
La construcción del ideario del Destino Manifiesto es producto de una serie de fenómenos históricos que operaron de manera más o menos separada, pero que al coincidir en Estados Unidos, tuvieron ese inesperado efecto.
Los primeros habitantes de Estados Unidos eran fugitivos de Inglaterra, muchos de los cuales se refugiaron en el Nuevo Mundo para poder profesar libremente su fe. En el siglo XVI, Martín Lutero había abierto los fuegos contra la Iglesia Católica, reinterpretando el Cristianismo de una manera en muchos aspectos judaizante (materia sobre la que estamos preparando un posteo en El Ojo de la Eternidad). Una de las ramas doctrinarias del movimiento reformista, el Calvinismo, se propagó por toda Europa bajo distintos ropajes, e influyó definitivamente en el movimiento de los puritanos ingleses, seguidosres rígidos y literalistas de la Biblia. Por otra parte, en el mismo siglo XVI, y siguiendo el ejemplo de los principes protestantes alemanes, la corona inglesa (el famoso Enrique VIII, por más señas), se separó de Roma, creando la Iglesia Anglicana. La gran innovación de los anglicanos era simplemente ser una especie de "Iglesia Católica en versión nacionalista inglesa", ya que en aspectos de dogma y doctrina, no hay gran diferencia entre ambas. De esta manera estallaron cruentas guerras civiles, entre los siglos XVI y XVII, a tres bandas: católicos, anglicanos y puritanos.
Los ganadores finales fueron los anglicanos, y los puritanos tuvieron que emigrar al Nuevo Mundo, a las florecientes Trece Colonias, llevándose su visión rígida y literalizante del Antiguo Testamento. Por lo que los primeros habitantes europeos de Estados Unidos fueron, en general, individuos que veían a las Trece Colonias como "la nueva Tierra Prometida", y a ellos mismos como un nuevo "Pueblo Elegido".

EL SEGUNDO PILAR: LA MASONERÍA.
En el siglo XVIII surgió en Europa el movimiento masónico. En Estados Unidos prendió rápido, y muchos connotados prohombres de la época (Benjamin Franklin, Thomas Jefferson, George Washington, entre otros) fueron francmasones.
Entre los ideales masónicos está la estratificación de la sociedad en niveles: los masones, que son los iluminados poseedores de la verdad filosófica, son también los "puros y perfectos", o por lo menos, como viven (según ellos) a la luz de la Razón, lo son en mayor medida que los demás. Por tanto, los masones eran admiradores no de la democracia abierta, sino de un sistema republicano en donde gobernaran "los virtuosos". A la hora de diseñar a Estados Unidos como nación independiente, buscaron inspiración, no por nada, en la República romana, desde la que incluso tomaron el emblema del águila como símbolo nacional. La Constitución Federal de Estados Unidos, por su parte, es un intento deliberado por reproducir el antiguo sistema federal romano republicano (antes del totalitarismo del Imperio Romano).
Estados Unidos es así una nación masónica, LA nación masónica por excelencia. Aquí nace la idea de que Estados Unidos es el baluarte o reserva moral del mundo. Esta noción entró en resonancia con la de que Estados Unidos es el Pueblo Elegido del Antiguo Testamento, potenciándose mutuamente. El Destino Manifiesto estaba a la vuelta de la esquina.

EL TERCER PILAR: EL ÉXITO MILITAR DE ESTADOS UNIDOS.
"El cumplimiento de nuestro Destino Manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el pleno crecimiento de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino". Con estas palabras escritas en 1845, el periodista John O'Sullivan saludaba la nueva doctrina, mezcla de los idearios antes mencionados.
Los estadounidenses creían firmemente en estos conceptos, y empezaron a obtener una serie de éxitos militares que, en su mentalidad, confirmaban tales asertos: su guerra con los pieles rojas (terminada en 1890), con México (1848-1849), con Cuba (1898), sus intervenciones militares en América Latina, y la Primera y Segunda Guerra Mundiales. En cada ocasión, los gobiernos estadounidenses, y también su pueblo, justificó tales empresas como verdaderas cruzadas contra un enemigo no sólo político, sino también religioso, porque pasaban a ser "el Mal".
En ese sentido, las políticas de George W. Bush, su lenguaje y sus discursos, y la manera desembozada en que lleva a cabo el sueño imperial estadounidense, no son ni con mucho un fenómeno esporádico y puntual. La doctrina nacionalista estadounidense es algo que tiene profundas raíces religiosas, nada menos que en el Antiguo Testamento (por vía de los puritanos) y en la filosofía gnóstica grecorromana (por vía de la Masonería).

02 abril 2006

JUAN PABLO II (4 DE 4): LA SUPERESTRELLA.

Hoy día se conmemora el primer año de la muerte de Juan Pablo II. A lo largo de estas semanas, El Ojo de la Eternidad ha elaborado una reseña biográfica suya. En esta cuarta entrega, El Ojo de la Eternidad la completa examinando las obras de su Pontificado y haciendo una valoración del mismo.

ENTREGAS ANTERIORES:
Juan Pablo II (1 de 4): El polaco.
Juan Pablo II (2 de 4): El sacerdote.
Juan Pablo II (3 de 4): El Papa.

UN PAPA PARA LOS OCHENTAS.
Juan Pablo II fue una figura de indiscutible peso mundial en la década de 1980, por una serie de circunstancias. No es demasiado aventurado pensar que Wojtyla hubiera sido un Papa mediocre, e incluso olvidado como tantos otros, de haber llegado antes o después al Pontificado.
En primer lugar, sus ideas derechistas calzaban a la perfección con la situación política mundial. Tres años después de la llegada de Juan Pablo II al poder, en 1981, lo hacía el Presidente Ronald Reagan, de Estados Unidos. El lenguaje político de Reagan era religioso al máximo: calificó a la Unión Soviética de "imperio del mal". No es casualidad que con él comenzaran los telepredicadores una verdadera edad de oro. Reunidos en su empeño común para liquidar a la Unión Soviética, Reagan y Juan Pablo II se hicieron grandes aliados. Sería un error considerar a Juan Pablo II un Papa que apoyaba las dictaduras militares de Latinoamérica, pero no es menos cierto que se limitó a simples llamados de atención para con la mayoría de ellas, sin que el tema de la democratización del continente le quitara demasiado el sueño.
En segundo lugar, el mundo atravesaba una oleada de resurgimiento religioso. La punta de lanza de ese fenómeno la marcó el Ayatollah Jomeini, en Irán, pero también Juan Pablo II pudo subirse holgadamente a la ola.
En tercer lugar, Juan Pablo II había sido actor, y por tanto, conocía la importancia de las comunicaciones. Fue, por tanto, uno de los primeros en aprovechar la revolución telemática que surgió en los '80. Bajo su Pontificado, el Vaticano se abrió profundamente a las comunicaciones, y cuando empezó a masificarse Internet, manifestó un interés único por aprovechar esa nueva vía para propagar el mensaje católico, lo que contrasta con la desidia mostrada por muchos gobiernos por plegarse a las "nuevas tecnologías". El propio Juan Pablo II usó sus dotes actorales para convertirse él mismo en un personaje, el del líder sabio que habla pausadamente a las multitudes.
Adicionalmente, se promovió la faceta de Juan Pablo II como "joven deportista". Era ciclista y esquiador, y por tanto, estaba a tono con la década en que prosperaron las supermodelos que promocionaban el cuidado del cuerpo con apretadas mallas de gimnasia.

SUS ÚLTIMOS AÑOS.
El que Juan Pablo II fuera un Papa tan mediático, le jugó una mala pasada. Muchos Papas antiguos habían sido hombres viejos y achacosos, y por tanto, plagados de enfermedades del cuerpo y de la mente. Pero tales cosas quedaban entre las paredes del Vaticano, mientras que las enfermedades y dolencias de Juan Pablo II se convirtieron en noticia mundial. Todo el mundo fue testigo de como el hombre fuerte y juvenil de 1978, envejecía y era carcomido por una serie de males degenerativos.
A esas alturas, un completo equipo alrededor de Juan Pablo II, capitaneado por Joseph Ratzinger, tomaron el relevo en las sombras. Juan Pablo II seguía saliendo en cámara, pero los voceros vaticanos "traducían" lo que él había querido decir. La superestrella del Vaticano era un fetiche en vida, y lo siguió siendo hasta su muerte. El hombre que dejó el mundo en 2005, a los 85 años de edad, era un viejo acabado del que a duras penas podía decirse que mantuviera algún grado de lucidez.
Pero aún así, Juan Pablo II era lo mejor que le había pasado a los partidarios de la autocracia papal en años. De manera que se llevó a cabo una profunda campaña mundial por perpetuar su recuerdo. Incluso se le inventaron hazañas, como por ejemplo el mito de que "fue el hombre que derrumbó el Muro de Berlín", cuando para cualquier persona medianamente informada es obvio que esto sucedió por diversas razones de orden económico, no por la influencia del Papado. Se intentó llamarle "Juan Pablo el Grande", e incluso se saltaron groseramente las reglas vaticanas para una canonización, impulsando ésta apenas hubo fallecido, en vez de esperar los cinco años reglamentarios. La superestrella había terminado por comerse al hombre.

¿FUE VERDADERA GLORIA?
Siendo a estas alturas Juan Pablo II más un mito que un hombre, acumula tanto defensores fanáticos como detractores inclaudicables. ¿Fue verdaderamente un ángel caminando sobre el mundo, o el déspota hipócrita que pintan sus enemigos? Probablemente ni lo uno ni lo otro.
Lo cierto es que el Papado de Juan Pablo II, aunque no fue un fracaso, estuvo lejos de ser un éxito. Su legado fue, por decir lo menos, bastante discutible. Intentó llevar a cabo una profunda renovación moral interior de los cristianos, pero se vio salpicado por los escándalos de los sacerdotes pedófilos en todo el mundo, en tal cantidad que cuesta pensar en que no hubiera estado mínimamente informado de ello. Trató de fortalecer la autocracia papal para reforzar el poder de la Iglesia Católica, y en consecuencia, las vocaciones sacerdotales disminuyen aceleradamente, al tiempo que el propio Papa se transformó en prisionero, en sus últimos años, de la red de secretismo vaticano. Intentó una postura cautelosa, y a veces francamente negativa, en torno a temas científicos, pero no le quedó más remedio que usufructuar de éstos para llevar a cabo la renovación mediática del Vaticano. Trató de uniformar doctrinalmente a la Iglesia, y sólo consiguió incubar una sorda rebelión entre católicos muy críticos de izquierda, y también de la ultraderecha de los lefevristas. En resumen, cada una de las cosas que intentó reforzar en la Iglesia Católica, terminó por socavarla.
Cuesta pensar, con los antecedentes biográficos que se tienen de Karol Wojtila, que haya sido un Papa sediento de poder, o un vulgar ambicioso, al revés de lo que podría pensarse de Benedicto XVI, cuyo rostro triunfalista es un insulto a quienes recuerdan que Cristo dijo: "que el más grande de ustedes se haga servidor de los demás. Porque el que se hace grande será rebajado, y el que se humilla será engrandecido" (Mateo 23:11-12). El papado de Wojtyla presenta todas las características de una tragedia griega, en la cual los protagonistas tratan de torcerle la mano al destino, sin percatarse siquiera de que cada paso que dan, lo único que hace es acercarlos aceleradamente a ese encuentro con el destino. Entonces, ni héroe ni villano, simplemente un ser humano con buenas intenciones, pero profundamente equivocado en los métodos.