21 agosto 2005

LA TIERRA PROMETIDA

Ahora que es noticia mundial el retiro de los israelíes desde la Franja de Gaza, EODLE se suma con su granito de arena al follón mundial, y explica un par de cosas sobre la Tierra Prometida.

¿Se han preguntado ustedes por qué hay tanta gente que se disputa la Tierra Prometida? Es decir, el pedazo de tierra entre el desierto de Arabia y el Mar Mediterráneo es una polvareda de enorme aridez, casi inhabitable, para nada fértil salvo en una delgada franja costera, siendo el resto útil sólo para labores de forraje y pastoreo y nada más. Es cierto que los israelíes han conseguido el mítico imposible de extraerle agua a las piedras, con sus modernos sistemas de irrigación, pero estos sistemas que permiten llevar fertilidad a lo árido son justamente eso, modernos, y por tanto, sólo ahora el suelo de la Tierra Prometida puede tener alguna clase de valor. Pero a lo largo de la historia, una enorme cantidad de pueblos (cananeos, hebreos, egipcios, hititas, babilonios, asirios, caldeos, griegos, seléucidas, romanos, bizantinos, partos, sasánidas, árabes, selyúcidas, cruzados, mongoles, mamelucos, otomanos, ingleses, israelíes, palestinos, y probablemente se me queda alguno fuera del tintero) han querido echar mano sobre esas tierras tan malas. ¿Por qué?

Una respuesta fácil es que ese territorio es un valioso corredor. De hecho, es la única pasada terrestre entre Egipto, puerta de Africa, y Siria (Arabia no cuenta, ese territorio es una tumba abierta). Eso explica el motivo para ir de acá hacia allá, y viceversa. Pero no explica por qué hay pueblos que han insistido en quedarse ahí, como los judíos cuando volvieron de su exilio en Babilonia (siglo VI a.C.), los cruzados de la Edad Media (siglo XII d.C.), o Israel en la actualidad.

La gran respuesta, por supuesto, como lo sabe cualquiera que lea la Biblia, es que Yavé prometió esa tierra a su Pueblo Elegido, los hebreos. Lo que suscita otra pregunta. ¿Es que acaso Yavé, si era tan poderoso y terrible, no podía haber entregado a los hebreos, sus regalones, un territorio un poco más promisorio? ¡Ya ven lo que hicieron los egipcios con su Río Nilo y los babilonios con su Mesopotamia, territorios frondosos e irrigados, en donde crecieron grandes imperios mundiales!

La respuesta a esta cuestión es bien simple, y tiene que ver con la historia misma de los hebreos. Estos aparecen como pueblo en el umbral de la historia recién hacia el siglo XIII a.C., cuando se menciona la existencia de unas tribus llamadas jabiri o japiru, en la frontera egipcia noreste (es decir, en Palestina). Habida cuenta de que japiru significaba algo así como trabajador asalariado, e incluso desharapado, en ese idioma, entonces queda claro que los hebreos eran gente pobre e incapaz de abrirse paso a codazos por la vida, al menos en ese entonces.

Naturalmente que los sacerdotes hebreos no podían hacer que Yavé prometiera una tierra tan grandiosa y magnífica como Egipto o Mesopotamia. Hacer eso les hubiera expuesto al ridículo, porque los hebreos hubieran partido a la guerra y no hubieran vuelto vivos. Por esto, Yavé prometió a los hebreos no las tierras más fértiles de todas, sino algunas que fueran moderadamente aptas para la supervivencia, como lo era Palestina.

Y como quedó dicho que Palestina era la Tierra Prometida en la Biblia, entonces los hebreos decidieron que había que quedársela a cualquier costo. Por eso han reincidido con entusiasmo digno de mejor causa, en volver a apropiarse de un pedazo de territorio que pocos otros pueblos querrían para sí, con la significativa excepción de los nómades del desierto profundo. Tan pobre es esta tierra, en realidad, que en las ocasiones que los judíos la han repoblado (en el siglo VI a.C., y en 1948), sólo los judíos más pobres han viajado hasta allá: los más ricos se quedaron en Babilonia en su tiempo, o en Estados Unidos en la actualidad (recuérdenselo a Steven Spielberg o a Aaron Spelling, u otros magnates de cine y televisión).

Un dato de trivia para terminar: el nombre de Palestina no tiene nada que ver con los hebreos. Este topónimo parece derivar de pelisitim, nombre que los hebreos utilizaban para designar al pueblo de los filisteos, sus enemigos mortales. Ironías de la historia, que le llaman.

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