02 julio 2006

ALREDEDOR DEL EVANGELIO DE JUDAS

Hace un tiempo atrás hubo un nuevo revuelo en el área de los conocimientos religiosos, ahora por la revelación de que Judas Iscariote, sindicado durante mucho tiempo como el traidor a Jesús, habría supuestamente escrito su propia versión de los hechos. ¿Qué hay de verdad sobre el "Evangelio de Judas"? ¿De verdad cambiará nuestra visión de lo sucedido en torno a Jesús de Nazaret? El Ojo de la Eternidad aborda este nuevo ángulo del más controvertido de los apóstoles.


[IMAGEN SUPERIOR: El suicidio de Judas, esculpido hacia el año 1120 o 1130 en la Catedral de San Lázaro en Autun, Francia. Esculpida probablemente por Gisleberto, representa una escena canónica de la mitología de Judas: nótese los demonios que rondan por debajo].

EL MITO DE JUDAS ISCARIOTE.
Más allá de la existencia real de Judas Iscariote como personaje histórico, es indudable que en torno a él se ha tejido una verdadera mitología. Esto se debe a una cuidadosa campaña emprendida por los cristianos, y muy en particular la rama católica, para darle un determinado papel. Todas las religiones necesitan una serie de roles a la hora de elaborar su mitología. Uno de estos roles es el traidor, la némesis que desencadena todos los acontecimientos que llevarán a la grandeza del héroe. La Iglesia Católica decidió que ese rol le convenía a Judas Iscariote, e hizo lo imposible por enfatizarlo. Que se llamara Judas (nombre más o menos común en la tradición bíblica, como lo prueba por ejemplo Judas Macabeo, anterior en un par de siglos a Jesucristo) sirvió para ponerlo como ejemplo de "perfecto judío", y de esa manera, fomentar el antisemitismo en la Edad Media. En la "Divina Comedia", que Dante Alighieri escribió a comienzos del siglo XIII, y que puede ser estimada como poseedora de una correctísima y ortodoxa cosmovisión de acuerdo a los cánones católicos de la época, Judas Iscariote es sepultado en el más profundo de los círculos del Infierno, junto con Bruto y Casio, condenados los tes como los mayores traidores de todos los tiempos, y nada menos que Satanás en persona es el encargado de hacerles sufrir su castigo. Incluso en la actualidad, aún en la Semana Santa se hacen quemas de judas en efigie...
Al mismo tiempo, Judas Iscariote ha planteado siempre un delicado problema teológico, que se entrelaza con otra cuestión más profunda, ésta de índole metafísica: la raíz del mal. La cuestión es la siguiente: ¿cómo puede Dios ser infinitamente bueno, y al mismo tiempo omnipotente? Piénselo bien: si es infinitamente bueno, entonces el mal no puede salir de él, y por tanto, no es omnipotente, porque hay un agente externo a él que se capaz de resistirse a su bondad. Y si es omnipotente, entonces podría haber derrotado al Mal desde el comienzo (es más, nunca habría surgido), y por tanto, al permitir el mal no es infinitamente bueno. Aplicado esto al problema de Judas Iscariote, la cuestión es la siguiente: si Judas Iscariote fue realmente tan malvado que traicionó a Jesús, y lo hizo por sí mismo y sin injerencia divina alguna, ¿cómo puede estar más allá de la redención de un dios infinitamente bueno? ¿Y cómo pudo un dios infinitamente omnipotente permitir el mal supremo de la muerte de su propio Hijo...?
Los gnósticos tenían muy clara la respuesta a esta cuestión. Para los gnósticos, los seres malvados no son los villanos, sino "la otra cara de la moneda". Para que exista el bien, debe existir el mal. Esta noción de que el mal debe ser tolerado por "los buenos" no es católica, sino gnóstica. Algo de esto vemos en el Evangelio de Judas.
[También hay una respuesta mitológica: en varias ocasiones, en EODLE, hemos comentado que la figura de Jesucristo ha sido elaborada de acuerdo a un patrón mítico, el del Sonnenmensch o héroe solar. Pero eso es harina de otro costal].

LOS GNÓSTICOS.
Desde siempre han existido místicos con delirios de grandeza, que sostienen ser espiritualmente superiores al resto de la Humanidad ignorante, y que pueden hablar cara a cara con Dios, y por tanto, son sostenedores de la Verdad Suprema. Ni siquiera la propia Iglesia Católica ha sido inmune a esto, y por sus filas han militado varios de esta condición: Pablo de Tarso, Ireneo de Lyon, Agustín de Hipona... Pero no son considerados de esta manera porque la historia oficial que manejamos, ha sido escrita por los triunfadores, y siendo la Iglesia Católica la institución religiosa más poderosa de todo Occidente, se debe investigar un poco para deshacer la maraña de deformaciones con la que han cubierto a la Historia.
Los gnósticos eran místicos filosóficos, pero "del bando contrario". A partir del despertar del racionalismo jonio del siglo VI a.C., con filósofos como Tales de Mileto, Anaximandro, Parménides, Heráclito, Pitágoras, etcétera, los místicos comenzaron a hacer nata. A partir de Platón se consolidó una tradición de filosofía mística que consideraba al espíritu como algo bueno, y a la materia como algo maligno, la fuente de la maldad. Cuando los gnósticos descubrieron la existencia del Cristianismo, algunos de ellos hicieron una mixtura entre el Cristianismo y el Gnosticismo. No era la primera vez que hacían algo semejante. Por ejemplo Filón de Alejandría, un personaje algo anterior a Jesucristo, había mezclado la filosofía platónica con el Judaísmo: para Filón, el Logos (el principio racional del universo, según los griegos) era más o menos equivalente a la Palabra de Dios del Génesis (sutilezas filosóficas de más o de menos), idea que después fue tomada por los teólogos cristianos. Muchos gnósticos adaptaron entonces sus ideas al Cristianismo, de manera tal que ahora Dios era identificado con el espíritu, y el Demonio con la materia. Y llegaron aún más lejos: como pasan muchas cosas malas en el mundo, y eso es porque éste es material, pues bien, entonces el Dios del Antiguo Testamento, creador del mundo según el Génesis, debe ser en verdad un agente maligno, un demiurgo inferior al verdadero Dios, pero no dios en sí mismo, o acaso quizás el propio Demonio.
De ahí que los gnósticos comenzaron a revalorizar a los personajes considerados usualmente como negativos dentro de la tradición bíblica. Caín, por ejemplo, fue revalorizado como rebelde, ya que su rebelión estaba dirigida contra el Dios del Antiguo Testamento. Y de ahí igualmente que Judas Iscariote haya sido bien considerado entre los gnósticos.

EN TORNO AL "EVANGELIO DE JUDAS".
Como los católicos ganaron y los gnósticos se extinguieron (aunque no sus ideas, que han pasado como un virus por los siglos, como lo prueban las actuales creencias de la Masonería), los textos gnósticos dejaron de ser reproducidos. Por tanto, hasta fecha reciente conocíamos al Gnosticismo sólo por los relatos de sus enemigos, que en el mejor de los casos eran parciales, y en el peor, derechamente insidiosos. Pero a partir de los hallazgos arqueológicos del siglo XX, en particular en Egipto (una de las más importantes bases de operaciones de los gnósticos), hemos empezado a descubrir nuevos textos antiguos que revelan el punto de vista gnóstico. Uno de esos textos es el "Evangelio de Judas", el cual parece ser auténtico, a partir de las pruebas científicas efectuadas por National Geographic al papiro que lo contiene.
El contenido básico del "Evangelio de Judas" es una adaptación de los relatos evangélicos, pero a la manera gnóstica. Es decir, cuentan lo que los Evangelios tradicionales, pero desde un punto de vista ideológico diverso. En él, Judas Iscariote es presentado como un héroe, y Jesús mismo aparece pidiéndole que lo traicione. Esto es bastante consistente con las ideas gnósticas. Por supuesto que ello no prueba que éste sea un documento histórico, a la manera de los escritos por el griego Tucídides, el romano Tácito o el judío Flavio Josefo. Es, más bien, un texto doctrinal, por lo que su contenido no puede ser tomado como una verdad histórica superior a la de los Evangelios clásicos, cuya historicidad, por su parte, también ha sido seriamente puesta en duda, y con razones de bastante peso.

¿Y TODO ESTO CAMBIA ALGO...?
La verdad de las cosas es que el "Evangelio de Judas" no cambia mucho el panorama religioso en la actualidad. El descubrimiento tiene su importancia, por supuesto, ya que nos permite comprender mucho mejor el pensamiento de los gnósticos, confirmando muchas cosas que debíamos suponer rellenando los espacios en otros textos distintos. Pero no es algo que debiera remecer las bases de la Cristiandad misma. Todo el asunto en realidad ha sido inflado por medio de una operación mediática. Se ha presentado al "Evangelio de Judas" como las palabras del traidor reivindicado. Eso probablemente no sea cierto. Así como es dudoso que hayan sido Mateo, Marcos, Lucas y Juan quienes hayan escrito sus respectivos Evangelios, también lo es que Judas Iscariote haya dejado su propia historia por escrito. El Jesucristo presentado en el "Evangelio de Judas" no es más verdadero que el Jesucristo de los Evangelios canónicos (aunque tampoco menos...). Si el asunto prendió, es por la ingenuidad y la ignorancia de las gentes que se tragó íntegramente la carnada de que vería a Jesucristo de una manera diferente. Quizás esto puede ser, para quienes no hayan sabido con anterioridad quienes fueron los gnósticos. Pero la existencia de los gnósticos y del Gnosticismo es algo que en los círculos intelectuales se sabía desde hacía mucho tiempo, y para ellos, todo esto no es una revelación suprema, ni mucho menos. Sucede con esto algo parecido el asunto en torno al Código da Vinci: muchas ideas planteadas estaban ya en el ambiente, sólo que hasta ese minuto no habían sido vulgarizadas entre las masas. Una buena razón para que el asunto se haya desinflado, después de que los medios de comunicación le dieran su minuto para el barullo.

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