24 diciembre 2006

EL NACIMIENTO DE JESÚS.

Casi no conocemos antecedentes biográficos sobre Jesús de Nazaret. Sobre su nacimiento, que es recordado en la fiesta de Navidad, no se sabe absolutamente nada, y las historias sobre este hito están trufadas de manipulaciones. ¿Por qué se celebra la Navidad el 25 de Diciembre? ¿Es verdadero el relato bíblico sobre el nacimiento de Jesús? Y si no es así, ¿por qué los evangelistas se tomaron la molestia de falsificarlo? El Ojo de la Eternidad explora los misterios en torno al nacimiento de Cristo, el mismísimo epicentro de una cronología que se mide por años "antes de Cristo" y "después de Cristo".


[IMAGEN SUPERIOR: "La Sagrada Familia con Santa Ana", pintura de Peter Paul Rubens, realizada aproximadamente entre 1626 y 1630. Ana es, según la tradición bíblica, la madre de María, y por tanto, abuela de Jesús. El tema de la Sagrada Familia ha sido muy socorrido en pintura, con motivos pietistas, y además, por dar la ocasión de representar a una familia en actitud tranquila y serena].

EL JESÚS QUE FUE Y EL JESÚS QUE CONOCEMOS.
Como hemos insistido varias veces en El Ojo de la Eternidad, sobre el Jesús histórico es poco y nada lo que se sabe, hasta el punto que una escuela de historiadores positivistas a ultranza llegaron a dictaminar que Jesús nunca había existido en realidad, sino que era una invención de los primeros cristianos. En la actualidad se piensa que Jesús de Nazaret sí existió en verdad, aunque su vida tuvo que haber sido por fuerza, dadda la época y la cultura de su entorno, bastante diferente a cómo la refieren los Evangelios, o cómo los cristianos tratan de hacerla aparecer.
Una de las historias que más dudas siembran sobre Jesús, es la de su nacimiento milagroso. Los datos sobre el particular ya ni siquiera son mínimos, es que ni siquiera existen, y por tanto, no hay nada que corrobore el testimonio de Mateo y Lucas, los dos evangelistas que recogen la historia (sintomáticamente, ni Marcos ni Juan se refieren al particular). Pero esto no es inconveniente para que los investigadores, escudriñando una y otra vez los textos bíblicos y comparándolos con nuestros conocimientos históricos, geográficos, mitológicos y sociales, hayan podido llegar a algunas extrañas conclusiones sobre el particular.

LA FECHA Y EL LUGAR DE NACIMIENTO.
Para empezar, no hay seguridad ni de la fecha, ni del lugar de nacimiento de Jesús. Todos los relatos bíblicos señalan que Jesús procedía de Nazaret, por lo que su nacimiento en Belén es una pequeña aberración, en una época con escasa movilidad geográfica. Para esto hay dos opciones: la familia de Jesús era de Belén y se movió a Nazaret, o la familia siempre fue de Nazaret, y nació en Belén por circunstancias extraordinarias.
Mateo parece inclinarse por la primera alternativa. Cuando refiere el regreso desde Egipto, señala que prefiere no regresar a Judea, sino marchar a Galilea, a la ciudad de Nazaret, para escapar de Arquelao, el hijo de Herodes [Mateo 2:22]. Además, Mateo se empeña en demostrar una genealogía davídiva para Jesús [Mateo 1:1-17], y localizándolo en Belén, el hogar ancestral del rey David [1-Samuel:16-1]. Pero para todos era evidente que Jesús era no judío de Judea, sino galileo, por lo que tenía que darle explicación a esto.
Lucas, por su parte, se inclina por la segunda. Plantea sin ambages que la ciudad familiar de Jesús era Nazaret [Lucas 2:1-5], y achaca el nacimiento en Belén a una orden imperial, cumplida a través del censo de Quirino.
O sea, Mateo dice que Jesús era de Belén, y creció en Nazaret por razones políticas. Y Lucas, que siempre fue de Nazaret, y su nacimiento en Belén fue puramente accidental.
Todo esto tiene su motivo, por supuesto. En la época de Jesús, los galileos eran "judíos nuevos", ya que sólo hacía algo más de un siglo que habían sido incorporados a la judería, después de que Galilea fuera conquistada por los reyes Macabeos. En ese sentido, que Jesús fuera de Galilea y no de Judea, era una especie de descrédito, ya que no era "judío antiguo". El hacerlo nacer en Belén, nada menos que la ciudad del rey David, era clave entonces para hacer a Jesús un poco más respetable, a los ojos judíos.
El problema es que ambas historias son espúreas. Mateo justifica el viaje Belén-Egipto-Nazaret por la persecusión de Herodes, la famosísima Matanza de los Inocentes, pero por muy manchadas que tuviera Herodes las manos con sangre, lo cierto es que no hay testimonios históricos contemporáneos de tal evento. Ni siquiera lo registra Flavio Josefo, el historiador judío que describió en varios tomos, con minuciosidad maníaca, los sucesos del mundo hebreo de aquel tiempo. En cuanto al censo de Quirino, si bien éste es histórico (Flavio Josefo lo registra), no lo es en cambio la orden de que cada uno se empadronara en su propio lugar de nacimiento, lo que hubiera originado unos cuantos problemas para todos aquellos viajantes, como comerciantes y caravaneros, que hubieran debido dirigirse a sus lugares de nacimiento. En vez de ello, hubiera bastado con preguntarles directamente. Por lo tanto, ambas historias carecen de base real, en lo que a justificar el nacimiento de Jesús en Belén se refiere. Por lo que el lugar del nacimiento de Jesús, suponiendo que no haya sido en verdad Nazaret y que los evangelistas hayan querido ocultarlo, es una incógnita.
En cuanto al tiempo, es otro enigma. Herodes el Grande, padre de Arquelao, murió en 4 ¡antes de Cristo! Y el censo de Quirino, por su parte, fue en 5 después de Cristo. Suponiendo que ambas historias tuvieran alguna relación con el nacimiento de Cristo, cosa que es dudosa, aún quedarían al menos unos diez años entre una fecha posible y otra.

EL PESEBRE, EL PORTAL Y OTRAS COSAS RELACIONADAS.
Cayéndose ambos relatos evangélicos por la base, es poco lo que queda. Los evangelios apócrifos, en realidad, no aportan mucho más de interés histórico. Algunos de ellos, en verdad, no son sino cuentos piadosos sobre el evento. Pero no por ello deben ser menospreciados. Historias como el "Protoevangelio de Santiago" son claros antecedentes de muchas tradiciones navideñas, incluyendo la presencia de los animales en el pesebre, entre otras cosas.
La iconografía tradicional incluye reyes magos, pastores, estrellas, animales, etcétera. Si ni siquiera los cronistas evangélicos conocían bien claramente la historia de Jesús (o acaso conociéndola, decidieron alterarla), ¿de dónde salió entonces todo esto?
La respuesta es: de la mitología. No se debe olvidar que en esa época, el Medio Oriente era un gigantesco caldo de cultivo de cultos, ideas, mitos y religiones, debido a la omnipresencia del Imperio Romano, que aseguraba el contacto pacífico entre numerosas culturas y tradiciones diferentes. El asociar a los grandes personajes con estrellas es cosa vieja, y casi al mismo tiempo del nacimiento de Jesús, el poeta romano Ovidio, de manera completamente independiente, afirmaba que Julio César, al morir, se había transformado en una estrella. La base mitológica para afirmar la existencia de una Estrella de Belén estaba ahí, entonces.
El retrato del nacimiento de Jesús, por su parte, reproduce varios motivos propios del Sonnenmensch, del héroe solar cuya función mítica es redimir a la Humanidad. Así, está presente el nacimiento virginal y por intervención divina, prueba de la calidad divina, o al menos sobrehumana, del héroe, que es común a Cristo, Rama, Buda, Perseo, Isaac y Sansón. También está la persecusión por parte de un poder maligno, que en el caso de Cristo es Herodes, y que es común a Moisés, Sargón, Ciro, Rómulo y Remo, Perseo, etcétera. La presencia de hadas o protectores, tales como la loba de Rómulo y Remo, o los pastores que salvan a Ciro, también aparece, aquí emblematizado por los Reyes Magos. Es decir, el nacimiento de Jesús ha sido diseñado conforme a una densa labor de ingeniería mitológica.

¿POR QUÉ TODO ESTO?
De manera que sobre el nacimiento de Jesús no hay datos históricos concretos, y en reemplazo, los Evangelios han tejido una trama que han permitido configurar a Cristo como un Sonnenmensch. Esto era tan evidente incluso para los mismos contemporáneos de los evangelistas, que algunos maliciosos no tardaron en inventar la pintoresca leyenda (nunca comprobada como histórica, por cierto), de que la leyenda del embarazo virginal de María pretendía encubrir en verdad que ella había sido violada por un centurión romano llamado Pantera, y que por ende, Jesús era un mestizo, hijo de romano y de judía. Pasando estas curiosas tradiciones, ¿cuál es la razón que movió a los evangelistas a inventarse todo un relato fantástico sobre el nacimiento de Jesús?
Lo primero que debe tenerse en cuenta, es quién redactó los Evangelios, para qué, y para quién. Los evangelistas no eran cronistas históricos ni pretendían serlo, a la manera como lo era su contemporáneo Flavio Josefo. Su intención era, principalmente, hacer propaganda de las nacientes ideas asociadas al Cristianismo. La mentalidad de la época podía aceptar esto, con la misma tranquilidad con la cual se acepta hoy por hoy que la publicidad de los detergentes mienta sobre su propio producto ("¡el mejor detergente del mercado, lava más blanco que cualquier otro!"). En esa época, el mundo grecorromano era un gran caldero de religiones entremezcladas que luchaban fieramente por ganar prosélitos, a veces riñéndose y a veces entremezclándose unas con otras. De ahí que la necesidad de obtener publicidad fuera tan angustiantemente vital. Nada había de malo, para la mentalidad de la época, en inventarse que el profeta particular de uno fuera en realidad un héroe solar. En verdad, si no lo hubieran hecho, nadie hubiera hecho caso de un predicador con tan pocas "credenciales divinas". Entonces, como ahora, la gente se deja convencer más por argumentos emocionales que por el peso de la razón. Las ideas del Cristianismo quizás fueran o no magníficas, pero serían seguramente un fracaso si no iban envueltas en los colores alegres y vivaces de un héroe solar que las defendiera, así como en publicidad un producto tiene más aceptación cuando es promovido por una modelo o un futbolista, que por una persona común y corriente.
De ahí que los evangelistas, para ocultar su ignorancia, o acaso para limar los aspectos menos confesables de su héroe, se decidieran, con perfecto espíritu de publicidad del siglo XX, a transformar al Jesús histórico, que con toda probabilidad tuvo un nacimiento normal como cualquier otro hijo de vecino, en un festival de prodigios y tradiciones varias.

1 comentario:

JAVIER RETA dijo...

Un buen trabajo al respecto es: Christmas, The Original Story de Margaret Barker el cual asocia las leyendas de la natividad con la cosmogonía y teología de los judíos preexílicos, el cual amplia la visión aquí presentada en esta entrada.
El libro lo puedes encontrar en google books