LOS EMPERADORES SOLARES.
Que la religión no es inocente de haber sido utilizada muchas veces para fines políticos, es algo que a estas alturas del partido nadie podría poner en duda. Quizás el ejemplo más obvio sean los reyes y Emperadores que se han divinizado a sí mismos, dándose el tratamiento de "Hijos del Sol". El Ojo de la Eternidad hace un breve repaso de varios pueblos que se han dado a sí mismos dicho tratamiento.
[IMAGEN SUPERIOR: Emperador Constantino el Grande (313-337). Bajo su gobierno el Cristianismo obtuvo manga ancha dentro del Imperio Romano].
EL DIOS SOL.
Que sin el Sol, la vida sobre la Tierra sería imposible, es algo que para las más remotas civilizaciones era ya evidente. Bastaba que el Sol empezara a desaparecer y los días se hicieran más cortos, para que un gélido invierno se aposentara sobre la tierra. El temor a que el sol se fuera definitivamente de paseo, hizo que los pueblos antiguos inventaran una serie de rituales para "amarrarlo", coincidentes con el solsticio de invierno, el día más corto del año, y que ha dado origen, entre otras cosas, a nuestra moderna Navidad (fiesta que coincide con el solsticio de verano austral, pero como la inventaron en el hemisferio norte, cuenta también como fiesta de solsticio de invierno). De esta manera, el ciclo solar de las estaciones permitió inventar el concepto de año calendario.
No es raro entonces que el Sol haya sido mitificado como un importantísimo dios desde el comienzo de los tiempos. El dios solar fue un arma efectivísima en manos de los sacerdotes para combatir a la diosa progenitora que, en el comienzo de los tiempos, era la Gran Diosa a la que se rendía culto y adoración (tema que ya tratamos en EODLE).
Y tampoco es raro que, andando el tiempo, los diversos príncipes y emperadores hayan intentado identificarse con el sol radiante, para de esa manera, divinizarse, lo que constituía una poderosa arma propagandística. He aquí un repaso de los más peregrinos reyes y emperadores solares, aquellos que se identificaron con el Sol.
LOS EMPERADORES SOLARES ROMANOS.
Los Emperadores por antonomasia, son aquellos del Imperio Romano, quienes, entre otras cosas, inventaron la propia palabra "emperador". Ya en tiempos de Julio César se hablaba de que los Emperadores eran divinos, o por lo menos, "divinizables". Nerón, el loquito que incendió Roma, se identificaba con Apolo, el dios del Sol de los antiguos griegos, hasta el punto de dar recitales de cítara (el instrumento de Apolo) en la ciudad sagrada de Apolo, Delfos.
Pero fue en el siglo III, cuando la chifladura de los Emperadores con el Sol cobró vuelo. A inicios de dicho siglo, el emperador sirio Heliogábalo introdujo el dios solar de Emesa (Siria), como pretexto para una serie de depravadas orgías, que terminaron cansando a sus soldados, quienes le mataron en 221. Tenía 18 años. Pero la idea de ser un "dios sol" prendió, y uno de sus sucesores, Aureliano (270-275), la consideró muy en serio. Tanto, que como símbolo de la majestad imperial introdujo el culto al Sol Invictus, ordenando construirle un templo en Roma (con los fondos saqueados a la ciudad de Palmira, recientemente conquistada) El culto al Sol Invictus fue la religión semioficial del Imperio Romano hasta el siglo IV, época en la cual Teodosio II declaró (en 392) que el Cristianismo sería la religión oficial de Roma.
¿Y es el fin de la historia? Pues no. Muchos de los atributos del Jesucristo mítico están tomados de la iconografía de dos competidores solares, el persa Mitra por un lado, y el sirio Sol Invictus por el otro. Baste decir que la aureola o nimbo que se usa dentro de la Iglesia Católica para representar a los santos en la iconografía pictórica, procede del nimbo solar con que se retrataba a los emperadores romanos, en su calidad de "dioses solares" encarnados sobre la Tierra, y que por cierto, tiene un origen aún más antiguo, tanto que puede rastreárselo nada menos que a Naram Sim, un caudillo acadio (es decir, de Mesopotamia) que vivió hace la friolera de cuatro milenios.
OTROS PINTORESCOS EMPERADORES SOLARES.
En el mundo antiguo, por no salirse de ahí, otro clásico Emperador solar es el Faraón. En efecto, se consideraba la encarnación viviente del dios Horus, y por tanto, su atributo pictográfico era el halcón, símbolo de dicho dios. Horus era, en la mitología egipcia, el hijo del Sol.
Volviendo a Mesopotamia, el rey babilónico Hamurabi (hacia 1950 a.C.) mostró pretensiones algo más modestas. No parece haberse pretendido un Emperador solar, sino que se conformó con ser "aconsejado" sabiamente por el mismísimo Shamash, el dios del sol babilónico... Algo que todavía hoy se puede ver, en la famosa Estela de Hamurabi que contiene su famoso código, que en su parte superior representa la escena de Shamash pasándole a Hamurabi las disposiciones del mismo.
También los japoneses consideran que su Emperador, el Mikado, es descendiente directo de la diosa solar Amaterasu, y por tanto, es él mismo el Sol. O por lo menos lo era hasta 1945. Ya hemos tratado en EODLE extensamente sobre el particular, así es que no nos repetiremos.
América tampoco fue inmune a la epidemia de los reyes solares. Así, el Sapa Inca, soberano absoluto del Imperio Inca, era también considerado el dios solar. Parece ser que el rey Pachacuti o Pachacútec (según la grafía), convocó a una gran reunión imperial en su templo de Coricancha, a fin de que los sacerdotes de las diversas religiones del Imperio se "pusieran de acuerdo" en ciertos aspectos teológicos que permitieran construir un panteón imperial único, con el Sapa Inca a la cabeza por supuesto, y en donde todos los dioses regionales pudieran encajar con relativa soltura. El resultado de todo esto fue que al Sapa Inca empezó a considerárselo la manifestación terrestre de Viracocha, el dios solar.
EL REY SOL.
Y para el último hemos reservado el ejemplo más pintoresco de la historia occidental: Luis XIV de Francia, el Rey Sol. De niño, este monarca fue profundamente impactado por la Fronda, una violenta rebelión de la nobleza que fue fieramente reprimida por el Cardenal Mazarino. Cuando Mazarino falleció, Luis XIV tomó personalmente en sus riendas el gobierno, y se dedicó a que algo como eso jamás volviera a pasar. Aprovechando que los cortesanos adulones le habían apodado "El Rey Sol", debido a que cuando tenía 15 años había interpretado dicho papel en un ballet ante toda la corte, adoptó dicho rol. Como Nerón 1600 años antes, se identificó con Apolo. El Palacio de Versalles, su mayor obra propagandística, está trufado de dichos motivos artísticos.
Y no se crea que con el fin de la monarquía absoluta, termina ahí la cosa. Dentro de la ideología del Nazismo Esotérico, ocupa un destacado papel el mito del "sol negro", que tiene que ver con numerosas tradiciones indoeuropeas antiguas... Pero eso quizás sea tema para algún futuro artículo de EODLE.
EL DIOS SOL.
Que sin el Sol, la vida sobre la Tierra sería imposible, es algo que para las más remotas civilizaciones era ya evidente. Bastaba que el Sol empezara a desaparecer y los días se hicieran más cortos, para que un gélido invierno se aposentara sobre la tierra. El temor a que el sol se fuera definitivamente de paseo, hizo que los pueblos antiguos inventaran una serie de rituales para "amarrarlo", coincidentes con el solsticio de invierno, el día más corto del año, y que ha dado origen, entre otras cosas, a nuestra moderna Navidad (fiesta que coincide con el solsticio de verano austral, pero como la inventaron en el hemisferio norte, cuenta también como fiesta de solsticio de invierno). De esta manera, el ciclo solar de las estaciones permitió inventar el concepto de año calendario.
No es raro entonces que el Sol haya sido mitificado como un importantísimo dios desde el comienzo de los tiempos. El dios solar fue un arma efectivísima en manos de los sacerdotes para combatir a la diosa progenitora que, en el comienzo de los tiempos, era la Gran Diosa a la que se rendía culto y adoración (tema que ya tratamos en EODLE).
Y tampoco es raro que, andando el tiempo, los diversos príncipes y emperadores hayan intentado identificarse con el sol radiante, para de esa manera, divinizarse, lo que constituía una poderosa arma propagandística. He aquí un repaso de los más peregrinos reyes y emperadores solares, aquellos que se identificaron con el Sol.
LOS EMPERADORES SOLARES ROMANOS.
Los Emperadores por antonomasia, son aquellos del Imperio Romano, quienes, entre otras cosas, inventaron la propia palabra "emperador". Ya en tiempos de Julio César se hablaba de que los Emperadores eran divinos, o por lo menos, "divinizables". Nerón, el loquito que incendió Roma, se identificaba con Apolo, el dios del Sol de los antiguos griegos, hasta el punto de dar recitales de cítara (el instrumento de Apolo) en la ciudad sagrada de Apolo, Delfos.
Pero fue en el siglo III, cuando la chifladura de los Emperadores con el Sol cobró vuelo. A inicios de dicho siglo, el emperador sirio Heliogábalo introdujo el dios solar de Emesa (Siria), como pretexto para una serie de depravadas orgías, que terminaron cansando a sus soldados, quienes le mataron en 221. Tenía 18 años. Pero la idea de ser un "dios sol" prendió, y uno de sus sucesores, Aureliano (270-275), la consideró muy en serio. Tanto, que como símbolo de la majestad imperial introdujo el culto al Sol Invictus, ordenando construirle un templo en Roma (con los fondos saqueados a la ciudad de Palmira, recientemente conquistada) El culto al Sol Invictus fue la religión semioficial del Imperio Romano hasta el siglo IV, época en la cual Teodosio II declaró (en 392) que el Cristianismo sería la religión oficial de Roma.
¿Y es el fin de la historia? Pues no. Muchos de los atributos del Jesucristo mítico están tomados de la iconografía de dos competidores solares, el persa Mitra por un lado, y el sirio Sol Invictus por el otro. Baste decir que la aureola o nimbo que se usa dentro de la Iglesia Católica para representar a los santos en la iconografía pictórica, procede del nimbo solar con que se retrataba a los emperadores romanos, en su calidad de "dioses solares" encarnados sobre la Tierra, y que por cierto, tiene un origen aún más antiguo, tanto que puede rastreárselo nada menos que a Naram Sim, un caudillo acadio (es decir, de Mesopotamia) que vivió hace la friolera de cuatro milenios.
OTROS PINTORESCOS EMPERADORES SOLARES.
En el mundo antiguo, por no salirse de ahí, otro clásico Emperador solar es el Faraón. En efecto, se consideraba la encarnación viviente del dios Horus, y por tanto, su atributo pictográfico era el halcón, símbolo de dicho dios. Horus era, en la mitología egipcia, el hijo del Sol.
Volviendo a Mesopotamia, el rey babilónico Hamurabi (hacia 1950 a.C.) mostró pretensiones algo más modestas. No parece haberse pretendido un Emperador solar, sino que se conformó con ser "aconsejado" sabiamente por el mismísimo Shamash, el dios del sol babilónico... Algo que todavía hoy se puede ver, en la famosa Estela de Hamurabi que contiene su famoso código, que en su parte superior representa la escena de Shamash pasándole a Hamurabi las disposiciones del mismo.
También los japoneses consideran que su Emperador, el Mikado, es descendiente directo de la diosa solar Amaterasu, y por tanto, es él mismo el Sol. O por lo menos lo era hasta 1945. Ya hemos tratado en EODLE extensamente sobre el particular, así es que no nos repetiremos.
América tampoco fue inmune a la epidemia de los reyes solares. Así, el Sapa Inca, soberano absoluto del Imperio Inca, era también considerado el dios solar. Parece ser que el rey Pachacuti o Pachacútec (según la grafía), convocó a una gran reunión imperial en su templo de Coricancha, a fin de que los sacerdotes de las diversas religiones del Imperio se "pusieran de acuerdo" en ciertos aspectos teológicos que permitieran construir un panteón imperial único, con el Sapa Inca a la cabeza por supuesto, y en donde todos los dioses regionales pudieran encajar con relativa soltura. El resultado de todo esto fue que al Sapa Inca empezó a considerárselo la manifestación terrestre de Viracocha, el dios solar.
EL REY SOL.
Y para el último hemos reservado el ejemplo más pintoresco de la historia occidental: Luis XIV de Francia, el Rey Sol. De niño, este monarca fue profundamente impactado por la Fronda, una violenta rebelión de la nobleza que fue fieramente reprimida por el Cardenal Mazarino. Cuando Mazarino falleció, Luis XIV tomó personalmente en sus riendas el gobierno, y se dedicó a que algo como eso jamás volviera a pasar. Aprovechando que los cortesanos adulones le habían apodado "El Rey Sol", debido a que cuando tenía 15 años había interpretado dicho papel en un ballet ante toda la corte, adoptó dicho rol. Como Nerón 1600 años antes, se identificó con Apolo. El Palacio de Versalles, su mayor obra propagandística, está trufado de dichos motivos artísticos.
Y no se crea que con el fin de la monarquía absoluta, termina ahí la cosa. Dentro de la ideología del Nazismo Esotérico, ocupa un destacado papel el mito del "sol negro", que tiene que ver con numerosas tradiciones indoeuropeas antiguas... Pero eso quizás sea tema para algún futuro artículo de EODLE.
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