14 septiembre 2005

LA IMPARABLE EXPANSIÓN DE LA SHARIAH

El siguiente artículo ha sido publicado en la edición electrónica española del diario La Razón, el día Miércoles 14 de Septiembre de 2005, y lo reproducimos íntegramente aquí:

La «sharia» ya impone las leyes radicales del islam en Asia y África

Un informe internacional alerta de la llegada del wahabismo a Nigeria, Indonesia y Malasia

Prohibir la práctica de cualquier religión no musulmana y castigar con muerte por lapidación el adulterio. Éstas son sólo dos de las medidas que exige la «sharia» o ley extremista del islam, que se impone en Oriente Medio y ya ha llegado a Asia y África.

José Antonio Méndez

Madrid- La situación comienza a ser «alarmante». Así ha definido un informe internacional, elaborado por el Centro de Libertad Religiosa en el Mundo, la expansión de la «sharia» –una ley basada en la interpretación extremista y radical del islam– por diversos países de Oriente Medio, África y Asia. Su autor, Paul Marshall, jefe del Consejo Directivo de este centro, alerta de que sus preceptos radicales han traspasado las fronteras de Arabia Saudí e Irán para asentarse en países como Siria, Afganistán, Sudán, Nigeria, Paquistán, Indonesia y Malasia. Y lo que es peor, según explica Marshall en «La ley del islam radical», la situación parece que podría agravarse en los próximos años.

Fábrica de terrorismo. La «sharia», tal como explica este informe del prestigioso centro internacional con sede en Washington, es una «interpretación literal y extremista del islam» que pretende imponer una única versión de los textos coránicos, los dichos del profeta Mahoma y la vida de sus primeros seguidores. Pero, además, supone una combinación de materia civil y religiosa al sostener que «la ley fue entregada a Mahoma directamente por Alá, sin ninguna otra mediación humana» y, por tanto, lo que afirma el Corán debe ser observado escrupulosamente sin posibilidad de interpretaciones o debates. Y aplicado, claro está, a todos los ámbitos de la vida, incluida, la justicia y la sociedad civil.
Según Marshall, la «sharia» nació de las influencias del wahabismo saudí (corriente del islam cuyo líder es Ben Laden), el extremismo del ayatolá Jomeini impuesto en Irán a partir de 1979 y como reacción a la secularización paulatina de Turquía. O lo que es lo mismo, que la inclusión de la «sharia» en el Código Civil o Penal de cualquier país convierte ese territorio en una potencial «fábrica de terroristas».
«País tras país, la “sharia” ha tenido implicaciones devastadoras para los Derechos Humanos básicos», afirma en el informe Nina Shea, directora del Centro de Libertad Religiosa. Afirmación que no resulta gratuita a juzgar por los efectos que resultan al aplicar la «sharia».

Mutilaciones, cárcel y muerte. Arabia Saudí e Irán son considerados como la cuna de la interpretación radical y violenta del islam. Dos territorios en los que profesar una religión que no sea el islam es castigado duramente con penas de cárcel o incluso con la muerte. De hecho, está prohibido poseer cualquier literatura u objeto religioso no musulmán, incluso para uso privado; las iglesias son sistemáticamente destruidas; las minorías islámicas sufíes y chiíes, perseguidas; las mujeres vejadas y los misioneros forzados a huir del país bajo peligro de muerte.
Sin embargo, tal y como señala Paul Marshall, la presencia de representantes de Arabia e Irán en otros países de su entorno desde los años 80, ha provocado que en Afganistán los talibanes impusieran el burka a las mujeres; que en Sudán las amputaciones genitales –como la ablación femenina– y los azotes y ejecuciones públicas sean cada vez más frecuentes; o que las leyes paquistaníes –como la «ley de la Blasfemia»– se apoyen en decretos religiosos o «fatwas» para justificar la persecución de minorías, la esclavitud y la destrucción total de aldeas y escuelas. «Las escuelas de Paquistán son un campo de reclutamiento para terroristas», afirma el informe. Y esto, además de todo un rosario de atentados contra las libertades religiosas.

Un futuro incierto y peligroso. Pero este informe también alerta de que la «sharia» puede llegar a penetrar en territorios como Libia, Chad u Omán, y recuerda cómo Indonesia, Malasia y Nigeria ya se ven inmersas en las corrientes del wahabismo, sino a nivel nacional, sí en ciertas regiones. En Nigeria, por ejemplo, desde 1999 la «sharia» ha sustituido paulatinamente al anterior Código Penal en 12 de los 16 estados del Norte del país. Casos como el de Amina Lawall en 2003, condenada a muerte por lapidación tras ser acusada de adulterio, recuerdan, según este informe, el «peligro latente» que supone la «sharia».

A lo anterior, a manera de aclaración, hagamos algunas precisiones sobre la Shariah. Esta es la ley musulmana, tal y como se encuentra contenida en el Corán. Trata sobre toda clase de materias, desde la dieta que debe observar un buen musulmán, hasta cuestiones de familia, matrimonio o hijos.
La principal división de los musulmanes, entre chiítas y sunitas (hay otras, pero son menores), versa entre otros aspectos, sobre la Shariah. Los chiítas, que son más radicales (y desde la Revolución del Ayatollah Jomeini en Persia, se están expandiendo), sólo recurren al Corán, y por tanto, a la Shariah en estado puro. Los sunitas, por el contrario, se apoyan en la Shariah, por un lado, y en la Sunnah, por el otro. La Sunnah es el conjunto de costumbres y tradiciones de los primeros califas sucesores de Mahoma, que en su concepto vienen a complementar lo dicho por la Shariah, por lo que los sunitas tienden a ser menos radicales que los chiítas.

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