05 enero 2006

NARNIA Y SU CREADOR.

Hace aproximadamente medio siglo atrás, el escritor británico C.S. Lewis dio vida a la tierra de Narnia, un mundo fantástico que funcionaba de acuerdo a las leyes básicas del cristianismo. Algo que ya se había visto en Tolkien y su Tierra Media, pero que se acusaba mucho más. La saga de Narnia, que se extiende a lo largo de siete tomos, puede bien ser leída como una especie de mezcla entre elementos bíblicos y fantásticos paganos. Una lectura religiosa que ha desatado afectos y odios profundos. En vísperas del estreno en Chile de la película basada en el primer tomo de la saga, El Ojo de la Eternidad explora los aspectos religiosos que viven detrás del universo de Narnia.


[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Afiche de la película "El león, la bruja y el armario", primera película de la proyectada saga fílmica sobre las Crónicas de Narnia].

EL CREADOR DE NARNIA.
El ciclo de las Crónicas de Narnia es una de las obras más profundamente religiosas escritas en el siglo XX. No es raro que sus más acérrimos fanáticos sean generalmente los católicos. No es tampoco extraño que muchos detractores de este ciclo novelístico sean también gentes reluctantes al cristianismo. No es complicado entender la ideología de las Crónicas, porque los símbolos y referencias están casi a la vista. Y sin embargo, es una buena idea aproximarse a la figura de su creador, Clive Staples Lewis, para entender un par de cosas sobre este ciclo literario.
Clive Staples Lewis, mejor conocido como C.S. Lewis, era un irlandés agnóstico. Su periplo espiritual fue en realidad bastante intenso. Dejó sobre ello una interesante autobiografía llamada "Sorprendido por la alegría", en donde refiere el proceso de conversión que le llevó desde una posición agnóstica, hasta el seno del cristianismo. En este proceso tuvo mucha importancia su amistad con J.R.R. Tolkien, cuyas vidas hasta cierto punto fueron paralelas, incluyendo el hecho de que ambos se dedicaran a las letras, y ambos cristalizaran sus respectivas cosmovisiones religiosas en sendas obras fantásticas (Tolkien en "El Señor de los Anillos", y Lewis en las Crónicas de Narnia y en la Trilogía de Ramson).
Lewis es un buen ejemplo de un fenómeno muy repetido en la historia. Quienes nacen en un medio religioso, generalmente (no siempre) ostentan una relación bastante serena con sus propios dogmas, mientras que quienes se convierten a una religión en particular, pronto terminan volviéndose fanáticos de la misma. Hay varias razones para ello. En parte se trata de una búsqueda de autoafirmación a través de una identidad (religiosa en este caso). En parte, se trata de mostrarse ante los demás de una determinada manera. En parte, se trata de compartir con todo el mundo aquello que los ha alegrado a ellos (a veces en la ingenua convicción de que a todo el mundo debería gustarle las mismas cosas). Lewis fue uno de estos casos. Se transformó en uno de los más incansables apologistas del cristianismo, dio incansablemente conferencias, y escribió numerosas obras defendiendo su doctrina, las que a veces pecaban de ser un tanto panfletarias.
Mencionemos a la pasada que un interesante acercamiento a la figura de Lewis, un tanto crítico, pero a la vez respetuoso de su figura, se encuentra en la película Tierra de sombras, con Anthony Hopkins en el rol de Lewis, y Debra Winger en el de Joy Gresham (la mujer con la que se casó tardíamente). Los hechos biográficos están un tanto arreglados por conveniencias dramáticas, pero en general es un acercamiento bastante exacto a quien fue Lewis, y su manera de ver el mundo y la vida.

LA TRILOGÍA DE RAMSON.
La obra literaria de Lewis está entonces fuertemente condicionada por su adscripción un tanto fanática al cristianismo, y para entenderla es indispensable tener eso en cuenta.
Una buena muestra de esto se encuentra en la llamada Trilogía de Ramson, conformada por las novelas "Más allá del planeta silencioso", "Perelandra" y "Esa fuerza maligna". En ella refiere las aventuras de Ramson, un estudioso que viaja primero a Marte y luego a Venus, para enfrentarse con las fuerzas del Mal, puesto que el gobernador de la Tierra, su eldila, es un rebelde que mantiene a nuestro mundo en las tinieblas de la oscuridad (es decir, es el mito de Lucifer, pero en versión de ciencia ficción). Se ha discutido mucho su adscripción al género de la ciencia ficción, ya que Lewis se despreocupa por completo de los aspectos más técnicos de la misma. Al igual que ocurre con Flash Gordon, por ejemplo, las peripecias en otros mundos son en realidad una manera de mostrar escenarios exóticos. Sin embargo, a diferencia del ejemplo que señalábamos, en Lewis no predomina la aventura por la aventura, sino que en todo minuto hay un mensaje religioso. Uno de los grandes méritos de la Trilogía de Ramson consiste precisamente en haber podido verter la mitología cristiana sobre Lucifer y su rebelión, en un contexto literario "moderno", cual era la ciencia ficción de aventuras o pulp propia de la década de 1940. En ese sentido, la Trilogía de Ramson es un antecedente claro de las Crónicas de Narnia.

"EL LEÓN, LA BRUJA Y EL ROPERO".
Lo que Lewis hizo en la Trilogía de Ramson con la ciencia ficción, lo hizo en las Crónicas de Narnia con la fantasía heroica. En aquella época, fantasía heroica era más o menos sinónimo de espadas y brujería a lo Conan el Bárbaro (o Conan el Cimerio, para ser más correctos). Muchos han hecho notar el parecido entre "El león, la bruja y el ropero" y "El Señor de los Anillos", lo que no es casualidad, habida cuenta de que Lewis y Tolkien eran amigos, y por tanto, intercambiaban ideas entre sí. Sin embargo, "El león, la bruja y el ropero" es una obra decididamente infantil, mientras que la opus magna de Tolkien era una novela épica en toda regla, lo que le da a la obra tolkiniana un tono "adulto", alejado de los tintes lúdicos de la obra de Lewis.
En la novela, Lewis describe como un grupo de chicos encuentra un armario mágico a través del cual pueden pasar al otro lado, a la tierra mágica y mística de Narnia. En ella impera la malvada bruja Jadis. Sin embargo, los chicos se encuentran con un león que está dispuesto a combatirla.
Los simbolismos son bastante evidentes, incluso más que en la Trilogía de Ramson. El título podría ser perfectamente traducido como "Cristo, Satán y el Evangelio", y la significación más profunda de "El león, la bruja y el ropero" seguiría siendo exactamente la misma.

EL RESTO DE LAS CRÓNICAS DE NARNIA.
Es evidente, partiendo de la lectura de "El león, la bruja y el ropero", que Lewis no tenía planificado escribir más historias sobre Narnia, ya que dicha novela es la más cerrada y autoconclusiva de todo el ciclo. Pero el éxito de dicho volumen le llevó a escribir nuevos tomos, hasta sumar un total de siete.
A través de ellos, el universo de Narnia fue creciendo en el tiempo y en el espacio. Los primeros tomos son protagonizados por un grupo de chicos que son, por decirlo así, los "regulares" de la historia, pero en sucesivos tomos, su protagonismo se va desdibujando, no porque dejen de ser importantes, sino porque Narnia ha crecido en muchas direcciones (no tanto como la Tierra Media, pero sí lo suyo).
Aunque la inspiración cristiana no desaparece del todo, lo cierto es que en los tomos siguientes Lewis abandona un tanto el pie forzado de escribir con un ojo puesto en la Biblia. De esta manera, el segundo tomo, por ejemplo, parece estar más inspirado en la conquista normanda de Inglaterra, que en acontecimientos bíblicos.
Sin embargo, para el gran final, Lewis elige deliberadamente volver a las raíces bíblicas de Narnia. De esta manera el sexto tomo, "El sobrino del mago", es en muchos aspectos una recreación del relato de la Creación según el Génesis, pero esta vez a la manera de Narnia. El séptimo tomo ("La batalla final"), por su parte, es una recreación del Apocalipsis, igualmente en versión narniana, incluyendo a personajes que son trasuntos de protagonistas tan emblemáticos del Apocalipsis como la Bestia y el Falso Profeta. En el gran final, Lewis introduce una interesante disquisición en torno a la filosofía de Platón, algo que bien mirado no resulte quizás demasiado sorprendente. Después de todo Platón, a través de San Agustín, es padre del cristianismo más conservador y espiritual, línea a la que Lewis parecía adscribir más.
Ahora, las Crónicas de Narnia se encuentran en trance de ver su primera gran versión cinematográfica. El primer filme ("El león, la bruja y el ropero") ya se estrenó. Faltan seis más. De manera no demasiado sorprendente, esta obra de algo que podría ser llamado "fantasía heroica cristiana" es adaptada para el cine por Disney, factoría bien conocida por promover los valores familiares cristianos, en lo que es un perfecto cierre de círculo para las crónicas narnianas.

1 comentario:

grataneza dijo...

me hubiera encantado poder leer un detalle de los simbolos religiosos que menciona, mas alla de la mera mencion... mil gracias.