13 mayo 2007

MARX Y EL COMUNISMO: LA RELIGIÓN PARA ACABAR CON TODAS LAS RELIGIONES.

Debido a su proyección posterior, Karl Marx es sin duda uno de los más importantes filósofos de Occidente. En él se inspiró Lenin y los bolcheviques para tratar de crear una nueva sociedad. Los comunistas se declaraban oficialmente ateos, porque según ellos, la religión era un instrumento de la clase dominante para oprimir al proletariado. Y sin embargo, el comunismo bebe de las arcanas corrientes de la religión judeocristiana. El Ojo de la Eternidad viaja al corazón de la antigua Unión Soviética para descifrar las claves religiosas del comunismo.


[IMAGEN SUPERIOR: Afiche con la figura de Vladimir Lenin, fundador de la Unión Soviética. Aunque la antigua URSS era oficialmente atea, el comunismo fue enormemente proclive al "culto de la personalidad"].

EL SUSTRATO DE MARX.
Aunque el comunismo se transformó en un proyecto político viable durante la Revolución Rusa, en 1917, los antecedentes más remotos deben ser rastreados hasta Karl Marx, un economista y filósofo alemán de ascendencia judía, que vivió en el siglo XIX. Marx tuvo una activa participación en política, pero a raíz de la Revolución de 1848, que prendió en toda Europa y fue una maraña de reivindicaciones nacionalistas y sociales, y que finalmente fracasó, debió exiliarse en Londres. Allí escribió su obra clave, "El capital". Aunque es una obra filosófica y económica mediocre, en definitiva "El capital" le dio sustento a algunas ideas socialistas un tanto desperdigadas, dándoles al mismo tiempo un sólido fundamento religioso, revestido con las apariencias de una investigación científica. Es decir, tenía todo lo necesario para convencer a una sociedad como la del siglo XIX, anhelante de religión debido al enorme descrédito en que había caído la Iglesia Católica, pero demasiado racional como no confiar en otra cosa que no fuera la ciencia.
En apretada síntesis, Marx expone una teoría de la historia que se basa en la noción de superestructura económica. En la época estaba de boga el idealismo de Hegel, según el cual la historia evoluciona hacia el final de los tiempos, al encuentro del Absoluto, por medio de un proceso dialéctico en que una fase histórica derriba a la anterior y evoluciona "un peldaño hacia adelante". Marx tomó estos conceptos hegelianos, pero abandonó su idealismo, y decidió centrarse en la Economía, con la esperanza de encontrar base para sus postulados en el discurso científico. Dio así con la mentada superestructura económica. Según Marx, no son las ideas las que evolucionan, sino las superestructuras económicas. O mejor dicho, las ideas avanzan porque lo hace la economía. Por eso, al Marxismo se lo llama "materialismo dialéctico": materialismo como opuesto a "idealismo" (las ideas filosóficas son anteriores a la materia) y dialéctico porque rescata la vieja dialéctica hegeliana.
La superestructura económica es, en definitiva, la manera en que se organizan los medios de producción. Sucede que los propietarios de los medios de producción siempre intentan abusar de los trabajadores, y de ahí las sucesivas sociedades esclavistas, feudal e industrial moderna. Cada fase económica genera sus propias contradicciones que prepararán su derribo, para la llegada de la fase siguiente. He aquí entonces el elemento dialéctico. Quedan entonces dos opciones: sostener que eso seguirá así hasta el infinito, o bien que parará en alguna parte. Y aquí, Marx da el gran salto.

LA ÉTICA MARXISTA.
Marx sigue una jugada filosóficamente tramposa para solucionar este embrollo. Sostiene que la ganancia generada por el capital ("plusvalía" o mayor valor de los bienes usados para producir) le pertenece a los trabajadores, porque es el fruto de su trabajo, pero al quedársela la empresa, ésta le roba a los trabajadores. Suena lógico, de no ser porque esconde una falacia, una de las más viejas de todas: la falacia naturalista. Simplemente, Marx ha dado el gran salto desde lo que es hasta lo que debe ser. Una cosa es que la empresa genere mayor valor sobre los productos que manufactura. Otra distinta, que eso sea éticamente condenable. Lo primero pertenece al dominio de la ciencia, de lo que es. Lo segundo, al dominio de la ética, de lo que debería ser. Y como lo que debe ser es la especialidad de las religiones, estamos a un paso de la religión.
Sostiene Marx que el final del proceso histórico se producirá cuando desaparezcan las clases sociales. Para eso, primero el proletariado debe imponerse a los dueños del capital, por medio de una revolución, y generar la dictadura del proletariado. Una vez que estén igualadas todas las clases sociales, vendrá el paraíso comunista, se detendrá la Historia, y la sociedad será por fin feliz.
Todo lo cual suena, por supuesto, a religión.

LA FUENTE JUDEOCRISTIANA DEL MARXISMO.
Una somera comparación entre el marxismo y el judeocristianismo deja bien en claro que el primero no es más que una versión del segundo, descafeinada y con un fuerte contenido economicista. O sea, es una especie de cristianismo agnóstico y economicista.
En primer lugar, tanto el judeocristianismo como el marxismo sostienen una visión teleológica de la historia: la historia no se queda quieta ni da vueltas sin sentido, sino que se dirige hacia alguna parte. En segundo lugar, ambos tienen una fuerte base ética de condena contra los ricos y bendición para los pobres (en teoría, al menos). En tercer lugar, ambos sostienen la llegada de una violenta revolución final, llámese Juicio Final o dictadura del proletariado, como fase previa antes del advenimiento de un Paraíso Terrenal que representa el final de la historia. En cuarto lugar, aunque no existe Dios en el pensamiento marxista, es sintomático que aparece una fuerza natural de poder incontrarrestable, la "necesidad histórica", que al igual que Dios, es todopoderosa y dirige a las personas hacia sus fines, lo quieran o no.
¿Cómo llegó esta semilla de judeocristianismo hasta el marxismo? Como ya señalamos, Marx era de familia judía, y eso puede ser una influencia. Sin embargo, también Marx tomó muchos conceptos y nociones de la filosofía de su antecesor Hegel, quien antes de ser filosófo... estudió Teología. Todo se conecta. A su vez, Hegel fue filósofo de la primera generación posterior a la Revolución Francesa. Es decir, Hegel tuvo que afrontar el reto filosófico de crear toda una nueva escuela de pensamiento que pueda reemplazar al cristianismo, bruscamente desacreditado después de los eventos de 1789.

LA SUERTE POSTERIOR DEL MARXISMO.
La verdad es que de no ser por la casualidad, el marxismo hubiera quedado en el cajón de sastre de las filosofías curiosas del siglo XIX. En la época de Marx, existía un agudo problema social de concentración de la riqueza en un puñado de industriales, a costa de extensos sectores de obreros. El socialismo no lo inventó Marx, sino algunos pensadores anteriores a quienes Marx llamó "utópicos" para desprestigiarlos. Tampoco el "socialismo científico" de Marx fue el último, porque vinieron otras escuelas de pensamiento de carácter socialista, incluyendo la llamada "Doctrina Social de la Iglesia" o el "socialismo fabiano" a la inglesa. Las Internacionales de obreros tomaron forma bajo el pensamiento de Marx, pero pronto se separó en una Internacional Socialista y una Anarquista. Incluso el nombre de "comunismo" nada tiene que ver con Marx o con la comunidad de bienes que debería predicar el comunismo, sino con la Comuna de París, una violenta sublevación popular que se produjo en dicha ciudad el año 1871, como respuesta a la desastrosa guerra de Francia contra Alemania (esta Comuna, dicho sea de paso, fue violentamente aplastada después de una cortísima vida).
Pero el marxismo tomó cuerpo en el Imperio Ruso, siendo adoptado por los bolcheviques bajo el nombre de comunismo. A diferencia de Occidente, en donde los ideales de la Revolución Francesa impulsaban a la democracia, en Rusia existía una fuerte vena autoritaria, y esto favoreció los planes comunistas. Así, el comunismo se hizo del poder, liquidó al Imperio Ruso, creó en su lugar a la Unión Soviética (1917), y después trató de difundir el comunismo como un dogma a lo largo y ancho del globo.
Porque eso era, en definitiva, el comunismo: un dogma de fe. Dogma de fe basado en la creencia de la filosofía de Karl Marx, y el autoconvencimiento de que la Unión Soviética era la dictadura del proletariado. Si hubieran tenido conciencia de que el comunismo era en verdad otra religión, hubieran debido recelar de éste como recelaba Marx de todas las religiones, motejándolas de "opio del pueblo". Sólo así se explica la terquedad de la Unión Soviética en seguir políticas económicas que, según análisis más avanzados, recientes y perspicaces que los de Marx, estaban condenadas al fracaso. El resto es historia. Por ahora al menos.

06 mayo 2007

LA RELIGIÓN DETRÁS DE MÁTRIX.

Uno de los más importantes hitos fílmicos de los últimos años es la película "Mátrix", que dio origen a dos secuelas, un puñado de cortos animados, videojuegos, y mercadishing diverso, además de popularizar definitivamente el concepto de "cyberpunk". Parte importante de la popularidad del filme devenía también de ser una película "profunda", en el sentido de filosofía y religión. El Ojo de la Eternidad se dedica a explicar las claves religiosas y filosóficas detrás de la creación de los hermanos Wachowski.


[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Afiche de la película "Mátrix"].

LA IRRUPCIÓN DE MÁTRIX.
Para finales del siglo XX, la idea de un ciberespacio en donde estuvieran conectados hombres y máquinas era algo corriente en los círculos de la ciencia ficción, al menos desde la novela "Neuromante" de William Gibson (1984), pero para el mainstream seguía siendo algo fundamentalmente raro. De esta manera, aunque los hermanos Wachowski tenían hace años el concepto de "Mátrix", no consiguieron financiamiento para llevarla al cine hasta conseguir un éxito anterior, que convenciera a los estudios Warner de invertir en un proyecto que para los productores de la época sonaba como algo raro, por decir lo mínimo.
"Mátrix" tuvo éxito fundamentalmente porque contribuyó a popularizar conceptos que existían desde mucho antes, cuales eran la realidad virtual o la fusión entre hombre y máquina, y además conectó bien con el sentimiento de cambio de siglo, de que cosas grandes venían, quizás el fin del mundo, y por tanto, había llegado la hora de replantearse los viejos problemas filosóficos de siempre: ¿qué es el hombre?, ¿tiene la existencia algún sentido?, ¿tenemos libre albeldrío?, ¿y si el mundo fuera una ilusión? Lo cierto es que estas cuestiones, lejos de ser novedosas, habían sido explotadas ya hasta la saciedad antes. Lo que hizo "Mátrix" fue actualizarlas a un lenguaje cyberpunk. A continuación exploraremos cuáles son estas fuentes.

LA HISTORIA.
Videojuegos y material aparte, el núcleo duro de la mitología Mátrix lo conforman tres películas: "Mátrix", "Mátrix recargado" y "Mátrix revolutions". No es éste el lugar para pronunciarse sobre su calidad en cuanto filmes, ni para explicar las circunstancias de cada una, pero sí conviene hacer un esbozo de la trama general, en particular porque al ser concebidas la segunda y tercera con independencia de la primera, y francamente para aprovechar el negocio y convertirlo en franquicia, presentan algunas incoherencias desde el punto de vista mítico, que es necesario explicar.
El protagonista, Thomas Anderson, es un aburrido empleado de oficina que tiene una segunda vida como Neo, un avezadísimo hacker que es un día secuestrado por unos hombres de negro comandados por el Señor Smith. Pronto, Neo aprende que estos hombres de negro tienen la misteriosa capacidad de torcer la realidad. Es rescatado por dos agentes enemigos de los primeros, llamados Morfeo y Trinity, quienes le explican que nuestra realidad no es tal, sino una ilusión generada por una supercomputadora en un futuro postapocalíptico. Morfeo y Trinity convencen a Neo para saltar a la otra realidad, convencidos de que Neo es el Elegido, que según una antigua profecía deberá librar a los seres humanos del dominio de las máquinas. Neo descubre que, en efecto, dentro de la Mátrix, la ilusión creada por la supercomputadora, tiene grandes poderes, pero esto lo lleva a encontrarse con otros entes, como por ejemplo el Oráculo, el Merovingio o el Arquitecto, aprendiendo de ellos sucesivas revelaciones sobre el mundo en que vive. Finalmente, la supercomputadora emprende el asalto decisivo contra Sion, la última ciudad libre de los humanos, razón por la cual Neo tendrá que jugarse el todo por el todo, sacrificando incluso su vida, para derrotar a las máquinas. El resultado final del sacrificio de Neo es la restauración del balance, ya que el peor de los males, el descontrolado agente Smith, es destruido junto con él, mientras que las dos principales fuerzas del universo de Mátrix, el Oráculo y el Arquitecto, regresan a un incómodo equilibrio, a la espera de volver a medir fuerzas otra vez.
En este apretado resumen no hemos podido dar cuenta de algunas incoherencias varias de la trama, pero sí salta a la vista algo fundamental. La principal inspiración de Mátrix no es la teología cristiana, ni tampoco como muchos sugieren la filosofía oriental (Hinduismo, Mahayana), sino una antigua tradición religiosa llamada Gnosticismo.

EL GNOSTICISMO CYBERPUNK.
Antiguamente, en la época del Imperio Romano, hubo un período inusitado de paz y tranquilidad política y militar, que permitieron el libre intercambio de ideas filosóficas y religiosas desde Roma hasta la India. El fruto más representativo de este flujo de ideas fue el Gnosticismo. A pesar de que hemos hablado de éste en El Ojo de la Eternidad, es bueno hacer un repaso. El Gnosticismo predica la existencia de múltiples emanaciones, desde una realidad suprema, hasta la materia pedestre, y cada realidad más cercana a esa realidad suprema es progresivamente más "buena" o "pura" que las más alejadas y terrestres. Los detalles del mapa varían notablemente porque los gnósticos no fundaron una iglesia, sino que introducían elementos a discreción, según sintieran predilección por el Cristianismo, el Judaísmo, el Mahayana, el Mitraísmo o la Filosofía Griega.
Esta idea está bien presente en Mátrix. Que el universo real es una ilusión, es una idea que los gnósticos importaron desde Oriente. Que por sobre esa ilusión hay una serie de dioses y demonios, también. En Mátrix hay varios niveles de realidad, incluyendo un "infierno cristiano" inserto bajo el ropaje del Merovingio. Este personaje, de reminiscencias de un pueblo tan "hereje" como es el de los franceses, tiene una esposa que se llama Perséfone, igual que la esposa del dios infernal Hades en la Mitología Griega.
Frente a la cuestión de si existe un Satán o no, este rol está repartido en dos: el Agente Smith por un lado, y el Merovingio por la otra. Esto no parece tener base teológica o mitológica alguna, sino que representa una mera contradicción entre la primera película y sus dos secuelas, porque no hay alusión alguna al Merovingio en la primera, y en las secuelas, el Agente Smith varía profundamente su rol, de ser un villano puro y simple, a ser una verdadera némesis de toda la creación cibernética. He aquí entonces una de las inconsistencias más profundas de la película, ya que el Merovingio presenta todas las características del Satán cristiano, incluyendo el ser presentado como uno de los primeros "habitantes" de Mátrix, además de un infierno personal diseñado como una versión moderna del descrito por Dante Alighieri o John Milton. Sin embargo, el Merovingio no se caracteriza por ser el opuesto del villano, como Satán lo es de Cristo, sino por poseer información clave y privilegiada sobre la creación. Es decir, el Merovingio no se parece al Satán "adversario" del cristianismo, sino al Satán "portador de la luz" del gnosticismo y ciertas sectas masónicas y satánicas modernas.
La función de ser el antagonista y el destructor de mundos, propia del Satán cristiano, no le cabe sin embargo al Merovingio, sino al Agente Smith. En ese sentido, el Agente Smith puede ser perfectamente identificado como descendiente de criaturas bestiales de enorme poder destructivo, como el Tifón de la Titanomaquia griega, la serpiente Tiamat de la Mitología Babilónica, el dios Set del mito de Osiris, el Leviatán del Antiguo Testamento, o la Bestia del Apocalipsis. La función de todos ellos es portar el caos y la destrucción, al revés del héroe, cuya misión es llevar o restaurar el orden del universo, y por tanto no es el Merovingio el verdadero Satán, en el sentido que el cristianismo le asigna a este personaje, sino el Agente Smith.
El Arquitecto, por su parte, es una clarísima alusión al Gran Arquitecto del Universo, el dios abstracto y filosófico predicado por la Masonería. Al igual que éste, el Arquitecto es hiperracional y ve todo en función de la lógica. Pero curiosamente, a través de su peculiar relación con el Oráculo, resalta su condición de "dios masculino" y de Señor de la Creación, muy en consonancia con el rol del Yavé bíblico como "Adonai" ("Señor"). Así, el Arquitecto es también un portador de destrucción, al igual como el Yavé bíblico es el "Señor de los Ejércitos". Lo dejaremos hasta aquí por ser un poco largo de explicar, pero para el interesado en profundizar sobre esta peculiar manera de ver a Dios, le recomendamos leer el primer capítulo del Libro de Job, que describe a Dios no como el señor tribal cercano a su pueblo que vemos en el Génesis o el Exodo, que habla cara a cara con Abraham y Moisés, sino como un Emperador de todo lo Creado, rodeado de una nube de cortesanos, absolutamente inaccesible, y que no actúa personalmente, sino que lo hace a través de agentes que obran según su voluntad. Quedará pendiente explorar la relación de esta visión de Dios en la Biblia (el llamado "Anciano de los Días") con el Gran Arquitecto del Universo, para un futuro artículo de El Ojo de la Eternidad.
El Oráculo, por su parte, es una abstracción de la deidad femenina genérica antigua, la Gran Diosa Madre, y sirve de guía al protagonista del mismo modo en que Beatriz guía a Dante por el Paraíso, en la "Divina Comedia". En última instancia, la propia idea de la Matrix ("matriz", en inglés, que puede bien interpretarse en el sentido de "útero") insinua la idea de un eterno femenino que envuelve la totalidad de la realidad, igual como otras diosas femeninas lo hacían en religiones antiguas. En el Antiguo Egipto esto es muy gráfico, gracias a la diosa de la justicia, Ma'at, o a la diosa del cielo, Nut, y algún resabio queda de eso en el cristianismo, en la imagen de la Virgen María cuidando a sus fieles desde el cielo.

EL ELEGIDO.
Por supuesto que una trama de redención no tiene sentido sin un redentor, y Neo cumple este papel. Sin embargo, a pesar de ser un clásico "héroe solar" o Sonnenmensch, y presentar varios de los rasgos propios de éstos, el ambiente gnóstico impone algunos matices. El principal de ellos es la idea del eterno aprendizaje y sucesivas purificaciones que Neo debe afrontar, lo que emparenta al personaje con los rituales propios de la Masonería que, por supuesto, son heredados directamente del antiguo Gnosticismo, como hemos dicho ya en El Ojo de la Eternidad.
Para empezar, dentro del "mundo real" (la Mátrix, deberíamos decir) aparece Neo como un héroe de nacimiento virginal, ya que no se muestra o hace alusión en ningún minuto a su madre, su padre o su familia. Su familia es "celeste", ya que la componen las presencias "superiores" de Morfeo y Trinity, como "padre" y "madre", con quienes entabla una relación de tríada familiar divina, pero también un aprendizaje iniciático con un Maestro (Morfeo), un Vigilante (Trinity) y un Aprendiz (Neo).
Pero a su vez, al llegar a ese nivel superior, Neo descubre niveles todavía superiores, y esta familia celeste pasa a ocupar el lugar de familia terrestre (con Neo como héroe de nacimiento virginal otra vez, puesto que no tiene vínculos de sangre con Morfeo o Trinity), y adquiere una nueva familia celeste, conformada por el Arquitecto como padre y el Oráculo como madre, algo bien evidente en la escena final que cierra la trilogía (ahora el Arquitecto pasa a ser el Maestro, el Oráculo toma el rol de Vigilante, y Neo sigue siendo el Aprendiz).
Esta estructura en tríada es característica de muchos dioses orientales, como hemos dicho, y Jesucristo no escapa a ella, ya que presenta dos tríadas, al igual que Neo, una terrena (José, María y Jesús) y una celeste (Padre, Hijo, Espíritu Santo).
También es bien visible la relación ambigua que el héroe sostiene con los personajes femeninos, que son a su vez madre y amante del protagonista, lo que es algo propio del héroe solar, como evolución que es del Dios Muriente al servicio de una Gran Diosa Madre, como hemos explicado latamente en posteos anteriores. Con Trinity, ella obra como madre al darle la vida simbólicamente, pero también como amante (aunque, y esto es algo que rompe con la continuidad mítica, muere ella en vez del héroe, que resulta transfigurado en algo superior). Con el Oráculo, la relación de madre a hijo es bien clara, mientras que la relación de amante es mucho más sutil, y está sublimada a través del servicio que Neo le presta al Oráculo, a la manera del caballero andante que corre peligros diversos por ganar y ser merecedor del amor de su dama.
Y en definitiva, el sacrificio del héroe solar lleva a la restauración del orden cósmico que de alguna manera ha sido roto. En este caso sí conviene traer a colación al Hinduismo, ya que éste es el argumento exacto del Ramayana, poema épico hindú que parte con la rebelión del demonio Ravana contra los dioses, y la encarnación del dios Visnú en el príncipe Rama, encarnación que le permitirá vencer a Ravana y restaurar el status quo.
En ese sentido, "Mátrix" perpetua en ropaje moderno y computacional todos aquellos tópicos que ya eran viejos en las religiones cuando advino el Gnosticismo, en tiempos del Imperio Romano, y como predeciblemente seguirá ocurriendo, en tanto el ser humano siga siendo lo que es, y por tanto siga necesitando de religiones para creer y seguir adelante.